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El chabolismo se ha enquistado en los últimos años en Barcelona. En diciembre, 425 personas vivían en improvisadas barracas hechas de madera en la ciudad, según el Ayuntamiento. Algunos malviven gracias a la chatarra que venden y con la que sacan unos cuantos euros.
La Sagrera y el Fort Pienc acogen dos campamentos con una treintena y una veintena de personas, respectivamente. Son algunos de los campamentos más grandes de la capital catalana. En ellos, la miseria y la podredumbre contrasta con los edificios de viviendas que rodean los asentamientos.
Los primeros chabolistas llegaron a Barcelona hace unos 20 años procedentes de Galicia y Portugal. Son familias que representan la mitad de a población de los asentamientos. El resto, la mayoría inmigrantes, sobreviven con la chatarra y los comedores sociales.
FOTOGALERIA: un paseo por las chabolas de Barcelona
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Contrastes en la ciudad tecnológica
<p>Asentamiento de barracas en el barrio del Fort Pienc con la Torre Glòries al fondo / G.A</p>
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Cabañas sobre el asfalto
<p>Cinthia se sienta en una tumbona del campamento chabolista de La Sagrera. Ella y Alfonso se instalaron en el asentamiento de Youseff hace dos meses después de perder sus respectivos trabajos / G.A</p>
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Vistas a las chabolas
<p>El último piso del mercado de los Encants ofrece una vista del asentamiento chabolista del Fort Pienc, entre la avenida Meridiana y las vías del tren / G.A</p>
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La historia de Rania
<p>Procedente de La Guinea Francesa, Rania llegó a España hace 27 años. Desde hace ocho vive en un campamento chabolista de La Sagrera / GUILLEM ANDRÉS</p>
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De la seguridad de un piso a la precariedad
<p>La cama en la que duerme Cinthia en el campamento chabolista de La Sagrera. A Cinthia le cuesta acostumbrarse a las enormes ratas que corretean por el asentamiento / G.A</p>
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La vida de Cinthia en una chabola
<p>Cinthia posa para Metrópoli Abierta enfrente de su habitación. En abril perdió su trabajo de cuidadora y en julio su casero la echó. Decidió vivir en una chabola antes de dormir en una acera o un portal. / G.A</p>
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Un nuevo inquilino
<p>Alfonso se dedicaba a repartir cerveza. En julio perdió su empleo y no pudo seguir pagando el alquiler. Desde entonces vive en el asentamiento de La Sagrera. En la imagen explica los arreglos llevados a cabo en la cabaña. / G.A</p>
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Entre barracas
<p>Toallas tendidas en el campamento de barracas del barrio de Fort Pienc / G.A</p>
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Las plantas de Rania
<p>Rania observa su huerto en el campamento ubicado a unos metros de las obras de la futura estación de La Sagrera / G.A</p>
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Vivir en un campamento de barracas
<p>Cinthia espanta las moscas con una raqueta eléctrica / G.A</p>
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La choza de Mina Zaki
<p>Mina Zaki (60 años) malvive en el campamento barraquista del Fort Pienc desde hace dos años / G.A</p>
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Garrafas de agua
<p>Alfonso se apoya en un carro lleno de garrafas en el campamento chabolista de La Sagrera / G.A</p>
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Dos mundos
<p>Rania muestra a Metrópoli Abierta la parcela en la que vive junto a cuatro personas más. Los edificios de viviendas y el asentamiento dibujan el fuerte contraste de ambas realidades / G.A</p>
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14 euros de chatarra
<p>Un hombre muestra el recibo por el que ha cobrado 14,35 euros vendiendo chatarra / G.A</p>
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Sobrevivir en un asentamiento
<p>Rania muestra una de las cabañas de su campamento / G.A</p>
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Enfermo en una chabola
<p>M'hamed Bourammani (56 años) sufre dolores en la barriga. En la fotografia muestra un informe médico de 2018. / G.A</p>
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Insalubridad
<p>Agua estancada en el campamento chabolista de Rania / G.A</p>
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Dormir en una furgoneta
<p>Zakarias (25 años) vive en una furgoneta cerca del campamento de Cinthia, Youseff y Alfonso / G.A</p>
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La verja
<p>Rania cierra la puerta metálica que protege su pequeño asentamiento / G.A</p>
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Una nueva familia
<p>De izquierda a derecha: Zakarias, Youseff, Cinthia y Alfonso, en el sofá de su hogar / G.A</p>