Michael Tallone, en el paseo de Gràcia, junto a sus pertenencias / GUILLEM ANDRÉS

Michael Tallone, en el paseo de Gràcia, junto a sus pertenencias / GUILLEM ANDRÉS

El pulso de la ciudad

El toque de queda de los indigentes: "No me pueden multar, ¿dónde voy?"

Unas 1.200 personas sin hogar afrontan estos días el toque de queda en Barcelona

27 octubre, 2020 00:00

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A Alessandro (42 años) le preocupa ver a su hija de tres años, su inseparable perra y poder comer durante el día. Poco le importa el toque de queda desde las 22.00 a las 06.00 del día siguiente aprobado por la Generalitat, en vigor desde este domingo. "¿Quién me va a multar? ¿Dónde voy?", pregunta sentado en una esquina de Portal de l'Àngel con la calle Comtal. Este italiano es uno de las, aproximadamente, 1.200 personas sin hogar que estos días duermen en las calles de Barcelona. 

A las 20.30, en la avenida comercial que connecta con plaza Catalunya, el ambiente decae. El habitual trasiego del corazón de la ciudad es historia y destaca el andar rápido de los pocos transeúntes que se dirigen a sus casas. Durante ocho horas está prohibido cualquier desaplazamiento, salvo algunas excepciones como la atención sanitaria, el regreso a casa del trabajo o viceversa y el paseo de animales domésticos. Es difícil dar con alguno de los numerosos indigentes que suelen poblar los alrededores del centro.

COMPROMISO DEL AYUNTAMIENTO

Alessandro es herrero y llegó a Barcelona hace seis años. Desde hace dos vive en la calle. Duerme cerca del City Hall, en la Rambla Catalunya, desde el inicio de la pandemia. En mayo, según el último recuento de la Fundació Arrels, en Barcelona había 3.339 personas sin hogar. De estas, 2.100 dormían en algún recurso privado o público de la ciudad y otras 1.239 lo hacían al raso. La entidad critica la pérdida progresiva de recursos para atender a esta población a causa de la pandemia, acentuada hace pocas semanas con el cierre de uno de los dos pabellones en la Fira (plaza Espanya).

 

Cajas de cartones en la calle de Casp de Barcelona este lunes / GUILLEM ANDRÉS

Cajas de cartones en la calle de Casp de Barcelona este lunes / GUILLEM ANDRÉS



El Ayuntamiento de Barcelona se compromete a mantener las 500 plazas adicionales abiertas durante la pandemia, que se añaden a las 2.220 que ya existían. "Somos la única administración que mantiene plazas extraordinarias abiertas y este año destinaremos 45 millones de euros al sinhogarismo), un 30% más en un solo año)", apuntan fuentes municipales.

INFORMACIÓN A PIE DE CALLE

Los educadores de Arrels se han dedicado este lunes –y lo seguirán haciendo durante los primeros días del toque de queda– a informar a las personas sin hogar. No tienen televisión, radio ni redes sociales para informarse, y desconocen que la Generalitat ha decretado un confinamiento nocturno para frenar la ola de contagios de casos de coronavirus en Barcelona. Las entidades y las autoridades son el primer filtro de información, una situación que ya se dio el pasado marzo con el inicio del estado de alarma en toda España.

La media de edad de las personas que duermen en la calle ha disminuido en los últimos años. Concretamente, entre 2016 y 2019 ha caído de los 44 años a los 41 años. Los datos de esta entidad apuntan que el promedio de tiempo de vida en la calle es de 3 años y 5 meses. Antes de la pandemia, esperaban seis meses para alojarse en un albergue municipal, una espera que ahora ha aumentado. 

En paseo de Gràcia, por encima de la Gran Vía, vive Michael Tallone (35 años), también italiano. Hace cuatro meses aprovechó que la persiana de un local bajó e instaló en la entrada su hogar: un rinconcito con cartones, mantas térmicas y su stock de libros, perfumes y otros objetos que encuentra en la basura para vender. Antes se sacaba unos 10 o 15 euros al día. Ahora todo ha empeorado cuenta, resignado, señalando los 20 céntimos del vaso. "Había más ayudas. Ahora hay colas en los albergues, es más difícil", explica.

LA POLICÍA, 'SENSIBILIZADA'

Como ya hicieron en los primeros días de la pandemia, Arrels repartirá certificados a los usuarios que conocen y a los que hacen un seguimiento con el objetivo de esquivar posibles sanciones de la policía. "Nos consta que la Guardia Urbana y los Mossos d'Esquadra están sensibilizados con las personas de calle. La idea es que en los próximos días tengan un documenta para que estén más tranquilos", detallan desde la entidad.

Una improvisada cama en la calle de Neptú, en el barrio de la Vila de Gràcia / GUILLEM ANDRÉS

Una improvisada cama en la calle de Neptú, en el barrio de la Vila de Gràcia / GUILLEM ANDRÉS



El domingo por la noche, con la medida ya en vigor, la policía advirtió a algunas personas que no podían estar en la calle pero a la entidad no le consta ninguna sanción. El jefe de los Mossos, Eduard Sallent, ha ordenado a sus agentes que sean "especialmente sensibles" y que se pongan en contacto con los servicios sociales.

Tallone cuenta que la policía se "porta muy bien". Lo conocen, también a Alessandro. En ocasiones los agentes ofrecen mascarillas. Desde el Ayuntamiento explican que cuando un urbano se encuentra a un indigente se le comunica que tiene la opción de ser alojado por los servicios sociales municipales. Nunca se les sanciona y tampoco se hará ahora con esta nueva restricción de la movilidad, afirman fuentes del consistorio.

RECHAZO A LOS CENTROS

Los dos compatriotas rechazan confinarse en uno de los centros o albergues que ofrece el Ayuntamiento. A Tallone no le gusta el ambiente. "Hay peleas", dice. Alessandro nunca se lo planteó, ya que significaría renunciar a su querida perra que lo acompaña desde que tenía unas pocas semanas. Los animales domésticos están prohibidos en los albergues municipales.

El cierre de bares y restaurantes en Barcelona tiene un impacto directo en las personas sin hogar, que a menudo usan los servicios de los establecimientos que, a su vez, les ofrecen comida. Alessandro echa de menos su café con leche diario. Tallone agradece a un restaurante cercano y a la gente que le dan comida con frecuencia. "Prefiero la comida que el dinero", observa.

Arrels pide más espacios pequeños de acogida para superar el modelo actual de "albergues masificados y listas de espera". Desde la entidad asumen que el toque de queda, previsto inicialmente para 15 días, podría prolongarse otras dos semanas más. Son conscientes de la "dificultad" de la administración de abrir nuevos recursos pero reclaman aumentar las plazas actuales. "Es necesario reabrir plazas que se han cerrado", señalan en relación al cierre de una nave de Fira con 200 camas.

NUEVO EQUIPAMIENTO

El pasado 16 de octubre, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, lanzaba una dura crítica a la Generalitat y le pedía más apoyo financiero para dar respuesta a las necesidades de este colectivo. La primera edil veía "insuficientes" los 925.000 euros entregados por parte de la Generalitat del fondo extraordinario estatal de 3.300 millones".

 

Un hombre duerme este lunes en la calle Gran de Gràcia de Barcelona / G.A

Un hombre duerme este lunes en la calle Gran de Gràcia de Barcelona / G.A

 

Fuentes del departamento de Treball, Afers Socials i Famílies aseguran que la Generalitat trabaja para abrir "nuevos equipamientos de urgencia para acoger a personas sin hogar y personas que no puedan hacer el confinamiento en casa". El Govern creará un centro específico para indigentes y señala que "aunque la respuesta al sinhogarismo es una competencia municipal, ha destinado desde el inicio de la pandemia 2,9 millones de euros en este ámbito".

VULNERABILIDAD

Un 30% de las personas que duermen en la calle tienen enfermedades crónicas lo que les sitúa como personas de alto riesgo en caso de contagio. Algunas personas que viven en la calle rechazan ir a grandes refugios o albergues por miedo a contagiarse. Otras, debido a una enfermedad mental, se ven incapaces de confinarse. En ese sentido, apunta la entidad Arrels, la situación es muy similar a la de marzo. La entidad, que atiende a este colectivo desde 1987, alerta de que volverán a ser mucho más visibles en las calles y deberán enfrentarse, de nuevo, a la "una sensación de miedo y aislamiento total".

'NO ME PREOCUPA EL TOQUE DE QUEDA'

Alessandro no muestra demasiada preocupación por la Covid-19. "Con el tiempo que llevo en la calle creo que he generado anticuerpos suficientes", bromea. Su temor es no tener suficiente dinero para ducharse y ester presentable para visitar a su hija una vez cada dos semanas."No me preocupa el toque de queda", expresa. A Tallone le gusta estar a lo suyo, leer los libros que vende y fumarse un porro de vez en cuando, sentado en una de las calles más famosas del mundo, entre un mar de apresurados trabajadores que suben y bajan del ancho paseo.

El Ayuntamiento ha abierto en los últimos meses tres nuevos espacios para atender a mujeres y personas con adicción a las drogas. Sin embargo, Arrels asegura que las personas que ocupaban el pabellón cerrado figuran en una lista a la espera de poder entrar en otro recurso. Afirman que la plaza solo se pide a través de servicios sociales o de una entidad y que hay un cribaje. "Te pueden decir que no entras", sostiene la asociación.