Indignación colectiva entre los alumnos de la Universitat de Barcelona. Hace tres meses era impensable asistir a clase para seguir con la docencia del curso. Hoy, y desde el pasado 7 de diciembre, muchas de sus aulas han vuelto a abrir sus puertas tras meses de inactividad. No obstante, lo han hecho con motivo concreto: los exámenes.
El ambiente de preocupación reina en los campus en los primeros días de evaluación del primer semestre. Los estudiantes, que asisten “obligados” a las facultades, denuncian que “los exámenes presenciales en la UB no son seguros ni se garantizan las medidas obligatorias”.
Muchos de los universitarios aseguran vivir toda una “odisea” para asistir a las pruebas presenciales, lidiando con “la exposición al virus” en el transporte hasta el centro y, sobre todo, adaptándose “a la supuesta seguridad garantizada” por la universidad que ellos tildan de “insuficiente y descuidada”.
“SIN GARANTÍAS DE SEGURIDAD”
“Separación escasa, unos 50 universitarios por aula y ventilación insuficiente”. Así definen unos alumnos de Ciencias Políticas cómo ha sido su experiencia en su primer examen presencial en plena pandemia. Consideran que, en estas condiciones, “la expansión del virus no está controlada en las aulas”.
En la facultad de Derecho, varios jóvenes denuncian que se les “culpabilice de la propagación de la pandemia” y ahora les estén “forzando a compartir espacios con personas de burbujas muy distintas sin tener en cuenta la salud”. La “impotencia” entre los estudiantes es la estampa más frecuente en este período atípico de evaluación.
DOCENTES EN CUESTIÓN
A pesar de la “preocupación” de los alumnos, el rectorado de la UB dejó “en manos de las facultades y del profesorado” la decisión de mantener o no los exámenes presenciales.
“Antes de empezar el examen, nuestro profesor ha reiterado que los exámenes presenciales sirven para garantizar nuestros conocimientos sin poder copiarnos”, afirma una estudiante de Farmacia. “El docente se ha quitado la mascarilla mientras se desplazaba por el aula para darnos las instrucciones de la prueba”, añade.
Mientras tanto, otros profesores han optado por hacer los exámenes on-line que, según varios estudiantes de Ciencias Políticas, “han sido la mayoría” en dicho grado. El resto sigue confiando en que los exámenes presenciales “son la mejor forma de evaluar” y en “la capacidad de la UB para controlar la situación”.
ESPACIOS HABILITADOS
Las diferentes facultades de la Universitat de Barcelona cuentan con salas polivalentes en las que, habitualmente, los universitarios se reúnen para estudiar o descansar entre exámenes o clases. Algunos docentes, que prefieren mantenerse en el anonimato, han respondido a las quejas de los alumnos asegurando que “las aglomeraciones son causadas por el mal uso de dichas aulas”.
Según el decano de la Facultad de Farmacia, Jordi Camarasa García, “desde los centros se garantiza la seguridad, pero sin responsabilidad personal es difícil de mantener”. Además, Camarasa asegura que, durante el pasado mes de diciembre, “se hizo un pacto en el que participó la representación de los estudiantes” en que “se acordó que los exámenes se harían presenciales”.
INCERTIDUMBRE CONSTANTE
Frente al acuerdo sobre la asistencia física a los exámenes, varios alumnos apuntan que “reclamaban la presencialidad por la pésima docencia que han adquirido a distancia”. No obstante, califican de “inaceptable” aferrarse a su solicitud tan solo para evaluar “unos conocimientos que ni siquiera se han adquirido correctamente”.
La polémica sobre las clases virtuales ha acompañado a los universitarios desde el inicio de la pandemia. No obstante, 10 meses después ha llegado al punto álgido por una “imposición inesperada” tras haber vivido semanas de “incertidumbre” por lo que pasaría con los exámenes.
La decisión de anular los exámenes presenciales recae ahora sobre el nuevo rector, Joan Guàrdia, que ha tomado posesión del cargo este martes.