El encarcelamiento del rapero catalán Pablo Hasél el martes pasado ha encendido la mecha de la violencia callejera en Barcelona. Desde su detención, todas las protestas, inicialmente pacíficas, han terminado con disturbios y enfrentamientos con la policía. Los contenedores en llamas, destrozos en comercios y entidades bancarias y lanzamiento de piedras y botellas contra los Mossos d'Esquadra han sido la tónica de las tres últimas noches. Un politólogo y una socióloga analizan los motivos que empujan a grupos muy heterogéneos a protagonizar altercados a diario.
Este jueves, una inmensa bola de fuego emergía por encima de contenedores y otros materiales en la calle de Aragó con Bailén. Previamente, decenas de jóvenes se habían organizado rápidamente para levantar una gran barricada. Minutos después, algunos ya se dedicaban a romper adoquines contra el suelo valiéndose de munición, que lanzarían contra los furgones policiales poco después. No pertenecen a colectivos antisistema, que suelen participar en estos altercados, ni llevaban simbología política alguna. Sin una organización aparente, estos jóvenes que rondan la veintena tienen objetivo común: generar el máximo de caos posible y daño a la policía.
LA CHISPA
La socióloga Cristina Sánchez cree que el caso Hasél es solo la "chispa" que representa una "válvula de escape a una frustración generalizada" de la juventud. Considera que la pandemia ha agravado la sensación de que el sistema ya no funciona. El ingreso en prisión del músico, con otras condenas por agresiones y multas pendientes, en comparación con la situación del rey emérito Juan Carlos –al que Hasél ha "injuriado" en sus canciones, según la sentencia– manda el mensaje de que el monarca es "intocable".
Un análisis parecido traza Àlex Casademunt, profesor de Ciència Política en la Univeristat Autònoma de Barcelona (UAB), que apunta varias causas como los detonantes de la violencia. "Un factor puede ser el trato que se da a los movimientos alternativos, antisistema, que son reprimidos de una manera más dura que los movimientos fascistas y de extrema derecha", apunta. Hace unos días, la autorización del Gobierno a una manifestación de neonazis y de la ultraderecha en Madrid en la que hubo apología al nazismo y el franquismo generó gran controversia, sobretodo, porque días antes un juez había prohibido en Barcelona protesta a favor del rapero.
SITUACIÓN ECONÓMICA
El politólogo señala a la "compleja situación económica" y la dificultad de ver la luz al final del túnel como motivo de las protestas violentas. Sánchez también se fija en los efectos de las medidas restrictivas contra el coronavirus que tienen entre los jóvenes. "Socializar es importante para todo el mundo, más importante entre los jóvenes por como hemos construido lo que significa ser joven. Alejarte de la familia para crear tu propia familia se ha convertido en un ritus. Todo esto se ha visto dinamitado", reflexiona.
Ambos expertos también coinciden en la poca efectividad que tienen estos episodios violentos para que los manifestantes logren sus reivindicaciones. "Como más explícita es la violencia, menos efectiva. Casademunt define dos conceptos de violencia: la explícita que ejercen estos días grupos de radicales y la "estructural" que ejecutan, dice, los bancos y grupos inversores. Critica que la primera siempre es "estigmatizada" y considera "injusto" las acusaciones de vándalos. "No tienen recursos para ejercer la violencia efectiva que sí muestran los bancos y las instituciones políticas".
LA VIOLENCIA FORTALECE AL SISTEMA
La profesora de sociología de la Universitat de Girona asegura que los disturbios terminan "haciendo el juego al sistema". "La violencia solo fortalece el sistema y nos mete el miedo para que no nos manifestemos". Sobre la reacción policial, opina que "hasta que punto los poderes políticos dejan hacer para que haya violencia. Quizá les va bien para deslegitimar el motivo de las protestas. Lo es necesario es la prevención", señala.
Sánchez critica que los medios de comunicación den más espacio a las protestas que terminan en violencia que las pacíficas, aunque estas sean multitudinarias. El profesor de Ciencia Política explica que Hasél ha jugado "dos cartas", siendo consciente de las consecuencias de su ingreso en la cárcel, que se podía interpretar como un ataque a la libertad de expresión, y también del "contexto de malestar social que viene de lejos".
POCO A PERDER
Casademunt también hace referencia a las "desigualdades cada vez más evidentes" y lo ejemplifica con el caso del rey Juan Carlos. "Los jóvenes tienen menos a perder y con los casos de corrupción, el malgasto de dinero público del Rey la gente ha dicho basta". El docente subraya que en ningún caso justifica la violencia, pero carga contra el discurso "tramposo" que condena la violencia callejera, "pero encubre otros tipos de violencia. O todos blancos o todos negros". puntualiza.
Sánchez hace referencia a la poca organización de los radicales. "Es la puerta de salida de la gente que está en el sofá y quiere expresar la rabia", comenta. La docente vaticina que en los próximos meses la violencia irá a más. En su facultad, percibe un "desánimo y desmotivación" generado por la crisis sanitaria y su derivada, la económica. Asegura que hay un "goteo" constante de alumnos que abandonan las clases porque los padres no pueden pagar la matrícula. "No saben hacia donde irá su futuro. Es como si la pauta, que generalmente marca las trayectorias vitales de cada uno ya no existieran y eso genera angustia".