Los restaurantes centenarios Can Culleretes (1786), Los Caracoles (1835) y 7 Portes (1836) resisten al huracán de la pandemia con dificultades. Estos antiguos establecimientos de Barcelona se han visto obligados a reinventarse y adaptarse a las restricciones para sobrevivir a los estragos económicos causados por el coronavirus.
Esto cenadores han reforzado fórmulas modernas de negocio, incluidas las digitales, con la finalidad de abrirse al público local y juvenil. Estos, que han sobrevivido a situaciones complejas, como la Guerra Civil, tuvieron que cerrar de forma obligatoria durante la reclusión de marzo de 2020 y, todavía, arrastran las pérdidas.
"EL GOLPE MÁS DURO"
Según ha avanzado el propietario del 7 Portes, Francesc Solé Parellada, a Europa Press, ha sido "el golpe más duro" de su historia, igual que una de las cuatro copropietarias de Los Caracoles, Aurora Bofarull, que ha calificado la pandemia de la peor época para su local. Para afrontar las restricciones y mantener su actividad, los restaurantes centenarios han sistematizado y ampliado a todo el menú la comida para llevar y a domicilio, que hasta ahora era algo puntual.
El 7 Portes envía sus menús a domicilio, llegando incluso a otras comunidades, y ha incorporado a su oferta las "comidas digitales" para empresas. Can Culleretes ha creado una tienda online con sus platos, para también enviar a toda la Península Ibérica y Baleares, y el gerente, Carlos Martínez Agut, espera que "poco a poco se convierta en otra fuente de ingresos".
PÉRDIDA DE FACTURACIÓN
En términos de facturación, Solé ha calculado que 7 Portes ha perdido un tercio de lo que ganaba antes de la pandemia. El gerente de Can Culleretes ha explicado que en el año 2019 facturaron 1,2 millones de euros, pero que al año siguiente no llegaron a los 400.000 euros. Aurora Bofarull ha dicho que Los Caracoles antes llenaba las 250 plazas disponibles del establecimiento por servicio, mientras que actualmente acuden entre 10 y 12 personas al día entre semana y 40 al día en fines de semana.
Una de las principales caídas en los ingresos ha sido la falta de clientela de fuera de Cataluña e internacional, que ha quedado en mínimos. En el caso de Can Culleretes, antes de la crisis sanitaria representaba el 70% de clientes en el turno de noche, mientras que en 7 Portes el 50% eran internacionales.
MÁS CLIENTELA JOVEN
A pesar de las restricciones, todos han experimentado un aumento de los clientes locales y han celebrado la respuesta positiva recibida ante la renovación de su oferta. En el caso del 7 Portes, su propietario ha percibido un aumento de clientela joven desde hace un año, algo por lo que se ha mostrado "muy sorprendido".