Anaís (nombre ficticio) es una de las recién llegadas. Habla con dificultad el castellano, pero los gestos y las ganas de comunicarse superan la barrera idiomática. Ronda la cincuentena y busca trabajo. Ha llegado recientemente de Rumanía, su país, donde deja a una hija de 20 años y a una nieta. Vive en una vieja nave de L'Hospitalet de Llobregat junto a otras 40 personas. Un grupo heterogéneo de okupas. Principalmente, ciudadanos de nacionalidad rumana y colombiana.

La historia de esta factoría no es nueva, pero vuelve a destapar las vergüenzas de nuestras ciudades; historias de miseria enquistadas que delimitan un mundo aparte. En este destartalado complejo industrial, además, se mezclan la miseria y la codicia. Aquí viven varias familias en improvisadas habitaciones que un día acogieron oficinas. Anaís afirma no pagar un euro por okupar esta nave. Algunas familias sí lo hacen y abonan hasta 200 euros mensuales por habitar un cuartucho. Una circunstancia que confirman fuentes policiales a Metrópoli Abierta. El hogar de estas personas es gran complejo industrial rodeado de chatarra, basura y muebles viejos. 

INCENDIO

La nave se ubica en el número 28 de la avenida de Vilafranca. Enfrente, las vías del tren. Forma parte de un pequeño polígono formado por media docena de almacenes, la mayoría abandonados. La podredumbre se detecta fácilmente desde la calle, entre las rejas de una gran puerta de hierro y los agujeros de una vieja tela de obra. Una antigua caseta de vigilancia atestada de muebles y trastos da la bienvenida al visitante. Un gran espacio asfaltado irregularmente salpicado por hierbajos se despliega bajo los pies. Hay ropa colgada y montones de chatarra aquí y allá. Un hombre con cara de pocos amigos deja claro al periodista que no es bienvenido y lo invita a marcharse poco después de acceder al recinto.

Uno de los accesos al edificio principal de la nave okupada / METRÓPOLI ABIERTA



El pasado 7 de marzo un incendio provocó el desalojo temporal de los ocupantes y destapó esta comunidad okupa gestionada por un cabecilla que tiene cierto control sobre los inquilinos. El sindicato SPL-CME de la Guardia Urbana se hacía eco del siniestro y subrayaba las "condiciones espantosas" del pabellón en un mensaje en las redes sociales. El mismo día, los inquilinos regresaban a la nave, poco después de que el fuego se diera por extinguido. El incendio, según una empleada de un bar cercano, se originó tras una pelea entre algunos ocupantes. Así se lo dijeron dos mujeres de origen boliviano que hasta hace unas semanas vivían en el complejo y que le compraban cerveza con regularidad. Hace pocos días, la policía acudía a la nave alertada, de nuevo, por una reyerta.

COCINAS Y APARTAMENTOS INDIVIDUALES

La bebida es una de las protagonistas del día a día en el interior del recinto. "Hay una mujer que bebe mucho", comenta Anaís. Los bomberos y policías que acudieron al incendio encontraron cocinas y zonas comunes con sofás. Hallaron entre 15 y 20 "departamentos" de unos 10 metros cuadrados con su puerta y cerradura a la que solo tienen acceso sus inquilinos. La Guardia Urbana de L'Hospitalet también detectó menores y trasladó esa información al Ayuntamiento con un informe dirigido a los servicios sociales del municipio.

Los bomberos extinguen el fuego en la nave el pasado 7 de marzo / SPL-CME GUARDIA URBANA



El Ayuntamiento de L'Hospitalet no consideró necesaria la actuación de los servicios sociales, por lo que no los avisó. Ha sido después, a raíz de dicho informe, que los funcionarios municipales "en colaboración con la policía local, empezaron a hacer la afiliación de las personas que viven en esta nave para saber si alguna de ellas se encuentran en el sistema y qué recursos se les puede ofrecer", señalan fuentes municipales de la segunda ciudad de Cataluña, que remarcan que, para tener acceso a estos recursos, es necesario que estén en el sistema.

Actualmente, coches patrulla de la policía pasan por delante de la fábrica varias veces al día. "Solo entran cuando hay altercados", comenta un empresario de la zona, que también evita revelar su nombre. Existe cierto reparo a la hora de hablar de esta peculiar comunidad, aunque el historial de conflictos y suciedad –que ha atraído a las ratas y, con ello, varias actuaciones de desratización– empuja a este hombre a relatar la extraña coexistencia con estos okupas.



La antigua fábrica se ubica en la avenida de Vilafranca del barrio de Sant Josep / GOOGLE MAPS

2008: EL ABANDONO DEL POLÍGONO

Hace más de una década distintas empresas inmobiliarias empezaron a comprar estas parcelas industriales. Cuando la crisis del ladrillo de 2008 frenó las adquisiciones, empezaron a llegar primeros okupas. La nave de Anaís está habitada, exclusivamente, por extranjeros. En la misma avenida de Vilafranca, al menos dos naves más acogen a otros okupas. En una de las fábricas viven personas de nacionalidad española con un perfil distinto. Algunos de estos ocupantes trabajan y pagan una suerte de alquiler. En otra, la bandera negra anarquista dibujada sobre una cucaracha que ondea encima de la forjada de hierro que identifica la entrada de L'Astilla, una veterana casa okupa con más de 10 años a sus espaldas.



El recinto industrial okupado visto desde la avenida de Josep Tarradellas / METRÓPOLI ABIERTA

De vuelta a la nave de Anaís, algunos ocupantes disfrutan de televisión por cable e internet con fibra óptica. También reciben productos a través de empresas de mensajería. Cuando llegan a la fábrica, los carteros se niegan a entrar y esperan al destinatario del paquete en la entrada. El manojo de cables arremolinados en un transformador revelan los pinchazos de luz. El agua la consiguen de una fuente cercana ubicada en un parque colindante. Antes del incendio, las ambulancias se veían con frecuencia enfrente de la nave después de que las peleas terminaran con heridos. "¿Dónde está el propietario?", se pregunta la trabajadora del bar.

PROPIETARIO

Este medio ha intentado conocer la identidad del dueño de la nave, pero el Registro de la Propiedad se ha negado a facilitar esta información. En su respuesta, la institución del Estado argumenta que el "interés periodístico no es interés legítimo según las finalidades del Registro de la Propiedad". Fuentes empresariales de la zona apuntan a dos posibles dueños: la inmobiliaria Iberhogar y COMSA, información que no ha sido posible contrastar.

El incendio de hace unas semanas no causó heridos, pero vuelve a poner sobre la mesa la insalubridad e inseguridad en la que viven algunas personas, en muchos casos, invisibles. Sigue muy presente recuerdo del trágico incendio de la fábrica okupada de Badalona del pasado 8 de diciembre en el que perdieron la vida tres inmigrantes y resultaron heridas de diversa gravedad otras personas. En Barcelona, una cincuentena de personas malviven en naves okupadas.

Vista del interior del complejo industrial okupado de L'Hospitalet de Llobregat / METRÓPOLI ABIERTA



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