Hace cuatro años I.A y C.V quisieron vender su piso a través de una oficina de Tecnocasa en Nou Barris. En el mismo procedimiento querían comprarse uno nuevo, pero al no encontrar ninguno que les encajara, cesaron su relación con la inmobiliaria. La sorpresa para este matrimonió llegó en junio de 2017 en forma de demanda. Unos compradores, completamente desconocidos para ellos, les reclamaban a ellos y a Tecnocasa 24.000 euros por incumplir un contrato de compraventa que, según ellos, nunca firmaron. Sostienen que el administrador de la inmobiliaria les engañó y también a los compradores firmando el acuerdo a sus espaldas. Ahora quieren sentarlo en el banquillo por un delito de apropiación indebida y falsificación documental.
El matrimonio barcelonés ya pagó 12.000 euros tras una condena por la vía civil que daba la razón a una pareja italiana que se interesó por su domicilio, ubicado en la ronda de la Guineueta Vella. “Nos dejaron sin ahorros, suerte que teníamos algunas cantidades de finiquitos mío y de mujer. Pero a raíz de eso, nos quedamos sin una suma que teníamos para situaciones imprevisibles”, explica I.A. La justicia investiga a un administrador de Tecnocasa a raíz de una supuesta estafa en una oficina de la Verneda i la Pau.
DOLO Y MALA FE
La abogada de este matrimonio, Noa Elíes, del despacho Estatus Iuris Abogados & Economistas, explica que la clave de este caso radica en comprobar, a su juicio, que el agente inmobiliario, entonces administrador del Estudi Valldaura 2014 SL, franquicia de Tecnocasa, actuó con “dolo” y “mala fe” atribuyéndose una capacidad que no le correspondía para para firmar el contrato de compraventa privado con arras penitenciales y apropiarse indebidamente de los 12.000 euros entregados en forma de arras. El 29 de noviembre de 2016, la pareja italiana firmó el citado contrato de arras mediante el cual reservaba el piso de la Guineueta y se fijaba el 31 de mayo como fecha límite para realizar la compraventa. I.A y C.V nunca tuvieron noticias de tal acuerdo. Jamás se les comunicó.
Un mes antes de expirar la fecha, los futuros compradores envían un burofax a la inmobiliaria para proponer un cierre del acuerdo amistosamente, pero no reciben respuesta. Ante esta situación, llevan el caso a los tribunales solicitando 24.000 euros, tal y como fijaban las condiciones del contrato de arras, que establece que si el vendedor renuncia a la venta deberá abonar el doble de la cantidad de las arras depositadas (14.000 euros).
DOBLE ENGAÑO
Un abogado en representación de Tecnocasa argumentó en el procedimiento judicial que su cliente siempre actuó en nombre de los vendedores, como así lo demostraba la nota de encargo y subrayan que el matrimonio les autorizó a “solicitar y recibir las arras o señal y a retenerlas como depositarias hasta la firma de la compraventa” del piso. El documento de compra venta del piso, asegura Elías, lo firmó el administrador de Tecnocasa J.G.M sin tener la capacidad de representación de los venedores y "de esa manera engañó a los compradores y a los vendedores. Una cosa es solicitar las arras y otra, bien distinta, es formalizar la venta del piso fijando un precio sin la autorización de los compradores”, señala la letrada.
En el acuerdo con los compradores, el agente inmobiliario también bajó el precio inicial de 150.000 euros que proponía el matrimonio. Durante el procedimiento judicial, el agente entregó en el juzgado 3.227 euros. Asegura que es lo que puede devolver, pues los 8.000 restantes de los 12.000 euros se los cobra como honorarios por la gestión con el matrimonio barcelonés. “Con la entrega de ese dinero un año casi un más tarde está reconociendo la estafa”, asegura la abogada, que ha denunciado a J.G.M por la vía penal. Si el caso prospera, el procedimiento civil se detendría automáticamente y, en un futuro, el matrimonio se podría librar de la deuda y recuperar el dinero ya pagado.
PSICÓLOGO
De momento, el juez no ha visto motivos para reabrir el caso. Elíes, sin embargo, está convencida de que la justicia sí verá los indicios de delito de apropiación indebida y de estafa. “Cuando veo una oficina de Tecnocasa por la calle me pongo negro”, explica I.A, que necesita atención psicológica para gestionar la gran preocupación y “los nervios” que le ha generado esta situación. “Llevamos más de cuatro años, pero parece que llevemos dos días con esto”, se lamenta.