Los disturbios de las fiestas de Sants han vuelto a poner sobre la mesa una situación detectada por los policías en la calle en los últimos años: la pérdida de la autoridad de los agentes. Un escenario que se ha visto agravado estos días por los ataques a la Guardia Urbana y los Mossos d'Esquadra durante el desalojo del parque la Espanya Industrial. Este martes, el intendente mayor de la Guardia Urbana, Pedro Velázquez, verbalizó la inquietud por la pérdida de su policía en una reunión con el teniente de alcalde de Seguridad, Albert Batlle, y portavoces de los grupos políticos de la oposición. 

Fuentes conocedoras del encuentro señalan a Metrópoli que el jefe de la policía barcelonesa está preocupado por la "pérdida de autoridad" que sufre la policía. Una de estas fuentes atribuye esa afirmación de Velázquez a los altercados en Sants, donde los agentes recibieron una lluvia de botellas y otros objetos. Otra fuente enmarca esa frase a un análisis general de una situación que ocurre en otros puntos de España, también en la capital catalana. La preocupación de Velázquez también se debería entender en una pérdida de valores de la sociedad. Los sindicatos policiales confirman esta deriva en Barcelona y apuntan a la gestión de los dos gobiernos de Ada Colau, primero en solitario y, actualmente, en coalición con el PSC, como uno de los motores de esta falta de respeto a la autoridad.

"TODO VALE"

"El respeto hacía la autoridad se ha ido deteriorando en los últimos años. Hay que hacer alguna cosa antes de que la situación se desmadre más. El Ayuntamiento debería apoyar a los policías cuando reciben agresiones", expone Jordi Rodríguez, portavoz del sindicato Sapol, que denuncia una sensación de que "todo se vale" contra la policía. El representante de los funcionarios afirma que el Ayuntamiento solo ha denunciado una agresión contra policías durante la era Colau. Ocurrió tras el ataque incendiario contra una furgoneta de la UREP (los antidisturbios de la Urbana) el pasado febrero durante las protestas por el encarcelamiento del rapero Pablo Hasél.

En la reunión de este martes, Batlle rebajó la violencia ejercida por algunos grupos de personas que participaban en el macrobotellón de Sants en el último día de la fiesta mayor, argumentando que también se vivían disturbios en otras ciudades españolas. El regidor apuntó a la importancia de aplicar el principio de proporcionalidad para evitar agravar los disturbios. Ante la sorpresa de los asistentes, el concejal minimizó las molestias por los ruidos que ocasionaron a los vecinos las cerca de 3.000 personas de juerga.

PELEAS CON NAVAJAS

El pasado sábado, los policías sí actuaron para detener enfrentamientos con navaja entre bandas de origen dominicano. Se vivieron numerosas peleas en diferentes puntos del parque. Algunos de estos choques, a altas horas de la madrugada, se pueden observar en las redes sociales. Agentes que estuvieron en Sants el pasado sábado le han transmitido a Jordi Gallart, portavoz de CCOO de la Guardia Urbana, su sorpresa al percibir que muchos de los autores de los lanzamientos de botellas, piedras y mobiliario urbano eran muy jóvenes; algunos, incluso, menores de edad.

"No nos gusta ver que chavales que pueden ser nuestros hijos e hijas te lancen objetos. Deberíamos preguntarles qué les empuja a adoptar esta rebeldía contra la policía. No vamos bien. Me preocupa como policía, pero también como ciudadano", observa. El responsable sindical describe que para algunos jóvenes, la llegada de la policía para disolver los botellones representa la "segunda parte de la fiesta".

Centenares de personas en las fiestas de Sants el pasado domingo / METRÓPOLI



 

Ante la reflexión del jefe de la Guardia Urbana, Batlle también mostró preocupación y voluntad de trabajar para recuperar esta autoridad desde la policía. Según una fuente próxima a la reunión, el intendente mayor reconoció que el parque "era muy difícil de controlar" policialmente. El parque cuenta con varios accesos. El sábado, guardias y mossos cerraron sobre las 03.00 de la madrugada la verja más próxima a la estación de Sants e impidieron que nadie saliera. En la plataforma de hormigón y en las gradas del recinto se agolpaban centenares de personas sin mascarillas, de juerga y protagonizando varios enfrentamientos entre ellos.

Desde CSIF, el portavoz Eugenio Zambrano apunta a la actitud del gobierno de Ada Colau como la principal causa para explicar esta situación. Casos, por ejemplo, como la posición del Ayuntamiento al lado de los autores del documental del caso 4-F que denunció un supuesto caso de corrupción policial durante un desalojo y en el que un agente se quedó en silla de ruedas tras recibir el impacto de una maceta en la cabeza.

CSIF PIDE MÁS CONTUNDENCIA

Zambrano cree que el consistorio se "escuda" en el argumento de la no intervención en desórdenes públicos por motivo de seguridad. También ataca a Batlle por querer "normalizar" los botellones. "Es un intento de tapar su fracaso en cuestión de seguridad", explica. El representante de CSIF considera que Batlle y Velázquez permiten que los incívicos "hagan lo que quieran" y apela a la "fuerza legítima" de los funcionarios para disolver los macrobotellones. También vuelve a pedir la dimisión de Batlle, así como el cese del intendente mayor del cuerpo al que acusa de incumplir la Ley y el reglamento de la Urbana.

Este miércoles, CSIF ha enviado a Batlle una batería de 12 preguntas donde reclama información sobre los dispositivos organizados para evitar botellones en las fiestas de Gràcia y Sants y en toda la ciudad a partir del fin del toque de queda nocturno. El sindicato quiere saber cuántos detenidos se han producido en relación a altercados, número de denuncias por beber en la calle y el gasto público que han supuesto los altercados, entre otras cuestiones. Hace unos días, el 29 de agosto, la presidenta de Ciudadanos, Mariluz Guilarte, acusaba al gobierno de comunes y socialistas de "inactividad" frente a los botellones y anunció que pedirá formalmente la comparecencia de Batlle.

José Casas, portavoz de UGT, señala que los esfuerzos y dispositivos para evitar grandes aglomeraciones no pueden ceñirse exclusivamente al marco policial y apunta a otras medidas como la recuperación gradual del ocio nocturno. "Desde hace un tiempo la gente está más irascible con nosotros. Antes de la pandemia encontrabas a muy pocas personas en un botellón. Ahora son más y se envalentonan más", comenta Casas, que pide más civismo y respeto con el trabajo de los agentes.

DISCUSIÓN EN LAS COMISARÍAS

La pérdida de autoridad es una cuestión discutida en las diferentes comisarías de la Guardia Urbana. Las redes sociales, apunta Rodríguez (Sapol) también facilitan la difusión de falsedades sobre las actuaciones policiales. Un policía comenta que la normalización del trabajo policial entre la ciudadanía, con una percepción cada vez más intensa del papel de los agentes de proximidad, contribuyen de manera natural a este proceso. "Ahora se esconde más la parte represiva y se visibiliza mucho más la parte amable de los agentes", señala.

CCOO y UGT coinciden en comparar la percepción actual de la policía con la que había hace unas décadas. "Antes veías un Guardia Civil y te ponías tenso, te daba respeto", comentan los dos portavoces. "Ahora no hay respeto ni hay nada. Se están perdiendo muchos valores en otros ámbitos como las escuelas y la policía no se queda al margen", lamenta Gallart.

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