Hace unas semanas una mujer entró en un centro de estética de la calle de Calàbria de Barcelona, se hizo un tratamiento de belleza y cuando fue a pagar la tarjeta bancaria no funcionaba. La clienta sacó el teléfono móvil y mostró a la trabajadora un supuesto del cargo que supuestamente había registrado su cuenta. El dinero del servicio nunca llegó al negocio. La empleada había sido víctima de la estafa del falso recibo. 

No es la primera vez que los comercios del barrio de Sant Antoni detectan este tipo de engaño. En 2020, un chico con gafas y cara angelical se presentaba en las tiendas y bares presentando un falso recibo en la pantalla de su dispositivo. En este caso, el estafador, que rondaría la veintena, timaba a los pequeños empresarios esgrimiendo una nueva artimaña. Decía que le habían cobrado por error dos veces y reclamaba la devolución del dinero.

COACCIONES

Al menos cuatro locales fueron objeto de este engaño. Una lampistería, una carnicería y dos bares. La mayoría calaron al chico, pero alguno se creyó la historia: Los dueños de la lampistería comentan a Metrópoli que el autor de la estafa intentaba "coaccionar" a sus víctimas. "Te monta el pollo para que te acobardes. Nos dijo que al día siguiente regresaría con más gente, que había venido de Sitges expresamente", señala una de las responsables del negocio.

La avenida de Mistral, este martes / GUILLEM ANDRÉS

Estos comerciantes creen que el joven se paseaba por las tiendas, anotaba su falso recibo en el momento después de mirar el nombre del rótulo de la tienda e intentaba su engaño. Los negocios cuyo nombre fiscal no coincide con el nombre del rótulo detectaban al momento el fraude. "A nosotros aun podría habernos tomado el pelo", comentan desde esta tienda, que sostienen que el joven actúa por temporadas.

EL LADRÓN DE LA ESCAYOLA

Mientras algunos estafadores actúan en las calles de Barcelona, otros delincuentes roban con métodos más rudimentarios. En las últimas semanas, los comerciantes han detectado a un hombre que actúa con una escayola en la pierna. En la calle de Manso intentó robar hace unas semanas. La mujer que regenta el negocio cree que la escayola era falsa, un burdo disfraz para dar lástima. 

El hombre se coló detrás del mostrador aprovechando que la mujer iba para el almacén. La vendedora notó sus movimientos y, rápidamente, evitó el robo. El presunto ladrón se excusó diciendo que buscaba una bolsa, avanzando cojeando. El dueño de la lampistería comenta que vio al mismo hombre hace unos pocos días cuando él y otro comerciante lo persiguieron calle abajo. Durante la persecución tiró las cosas que había robado y le dejaron ir.

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