Educación básica, secundaria y…programación. El economista José García Montalvo defiende en todas sus intervenciones que una de las habilidades que se debería facilitar y exigir a los jóvenes es la programación. Ya es una parte esencial –o debería ser—de los planes laborales. Y el Ayuntamiento de Barcelona ha buscado ponerle remedio, pero de la mano de Telefónica, con la llamada escuela tecnológica 42, en Nou Barris con el reto de formar hasta 800 profesionales tecnológicos.
El centro ya está en marcha, como señala el concejal Xavier Marcé, que espera que la iniciativa pueda servir para un doble objetivo, el de mejorar las habilidades de profesionales ya iniciados, y el de iniciar a personas que, en su día a día, creen que no necesitarán unos conocimientos que sí serán imprescindibles en muy poco tiempo. Las propias empresas tecnológicas, que se han hecho fuertes en Barcelona, en espacios como el distrito 22@, muestran sus quejas en los últimos meses por la falta de talento en determinadas áreas, y una, muy concreta, es la de programación.
COLABORACIÓN PÚBLICO-PRIVADA
Telefónica, a través de Luis Miguel Olivas, director de Empleabilidad e Innovación Educativa de la Fundación de la compañía, tiene claro esos dos objetivos y ha apostado por un proyecto codo con codo con el consistorio barcelonés y también con la Generalitat. Es la colaboración público-privada que defiende el teniente de alcalde, el socialista Jaume Collboni, ante las reticencias mostradas por los comunes de Ada Colau, partidarios de la colaboración público-social, con entidades como cooperativas. El hecho es que la iniciativa pasa por una inversión de 10 millones de euros. El 50% de esos recursos lo aportará la Fundación Telefónica, y el otro 50% entre el Ayuntamiento y la administración autonómica.
Marcé está volcado en la iniciativa, que se desarrolla en el distrito de Nou Barris. La ciudad ha cedido un espacio de 1.600 metros cuadrados, que antes había ocupado distintas empresas. Es el Parque Tecnológico de Barcelona Activa, que promueve una especie de revolución social, como ya ha ocurrido en ciudades como París. La Escuela 42 –el modelo que se sigue en Barcelona—se fundó en la capital francesa cuando la industria de la tecnología informática se vio afectada por una gran falta de programadores. Y la iniciativa se ha extendido en países como Bélgica, Marruecos, Finlandia, Rusia, Brasil o Japón. Se trata de un modelo académico reconocido internacionalmente.
LA NECESIDAD DE REINVENTARSE
Pero, ¿es excesivamente ambicioso el proyecto? La escuela, como apunta Marcé, tiene el propósito de formar a 800 profesionales con cursos que tendrán una duración media de tres años. No hay una exigencia de títulos o estudios previos, y la metodología se basa en el aprendizaje online.
Con la crisis económica de 2008, el ámbito empresarial destacó una idea que se repetía de forma constante, pero que no se podía concretar en nada tangible: la necesidad de “reiventarse”. ¿Con qué edad y cómo un profesional de cualquier ámbito se puede reinventar? La iniciativa de Telefónica y del Ayuntamiento de Barcelona busca, precisamente, ofrecer esos nuevos instrumentos que permitan a educadores, profesionales liberales, pero también comerciantes, jóvenes que no han acabado la secundaria o autónomos que quieren emprender, esa “reinvención laboral”. Los cursos son gratuitos y la primera selección, tras las más de 3.000 solicitudes recibidas, ya se ha realizado.
HASTA EL 25% DEL PIB DE LA CIUDAD
Barcelona se ha beneficiado de la oportunidad que impulsa Telefónica, después de que la compañía que preside José María Álvarez-Pallete, tuviera la exclusiva para explotar en España la llamada Escuela 42. Se trata de una metodología innovadora que está presente en 22 países. El de Nou Barris es el tercer campus de la Fundación Telefónica, tras impulsar el primero en Madrid, en 2019; y el segundo en Urduliz (Vizcaya). Y habrá un cuarto en Málaga.
Con las nuevas exigencias del mercado laboral, y siguiendo a García Montalvo, todos los jóvenes deberán tener, “por lo menos”, nociones de programación, como algo propio en el programa escolar. Y muchos de ellos será demandados como programadores profesionales, en una ciudad como Barcelona que ha experimentado una explosión de compañías digitales, y que, según Miguel Vicente –presidente de Tech City—pueden alcanzar hasta el 25% del PIB de la capital catalana.