Es una imagen, más bien, cambio de imagen que se repite en el tiempo y que se ha intensificado a raíz de la crisis del coronavirus. La muerte de un bar o restaurante histórico de Barcelona y la llegada de una multinacional en su lugar. El Gòtic ha sido el último escenario de este trágico relevo para la gastronomía barcelonesa y sus vecinos.
El número 23 de la calle Ferran acogía hasta hace unos meses el café Schilling, un fantástico lugar para disfrutar de un buen café, una cerveza o una copa de vino. El local como restauración tiene un siglo de antigüedad, según publicaba el abril pasado Time Out. Su última encarnación, asegura, data del 1996.
"DEPRIMENTE"
El local ha funcionado como coctelería, bar nocturno y como lo que era antes de su cierre: una majestuosa cafetería. Como muchos bares históricos cerró y en su espacio ahora se venden burritos y tacos para llevar. La multinacional Taco Bell ha sido la encargada de llenar el agujero del Schilling. "Deprimente", subrayaba el portal de recomendaciones.