Un reto mayúsculo, aunque la presión sea alta por parte de la ciudadanía y de parte de la administración. Los grandes equipamientos culturales de Barcelona se encuentran atenazados por la guerra de Ucrania, aunque, por ahora, defienden que en los escenarios “cabe toda opinión”. L’Auditori, el Palau de la Música y el Liceu consideran que deben ser los propios artistas implicados los que valoren qué deben hacer, al entender que se exponen públicamente tanto si apoyan a su gobierno en Rusia como si defienden al gobierno de Ucrania. Las tres instituciones condenan la guerra en Ucrania y ponen la carga en Rusia, pero, ¿qué pasa con los artistas rusos programados?
Los responsables de los tres equipamientos señalan que están a la espera de modificar sus programaciones, si es necesario, aunque algunas han tomado decisiones. Es el caso del Palau de la Música, que ha cancelado el concierto del pianista Denis Matsuec, al ser un destacado partidario del presidente ruso Vladimir Putin. En 2014 firmó un documento público de apoyo a la invasión de Crimea por parte del Ejército ruso.
LA DECISIÓN DE NETREBKO
Sin embargo, hay líneas grises que no se desean desbordar. El director artístico del Liceu, Víctor García de Gomar, considera que el equipamiento es un espacio “muy sensible que busca responder siempre desde el arte y no desde la confrontación, siempre buscando el diálogo y pensando que el escenario es un espacio de libertad”.
El Liceu está pensando en la conmemoración del 175 aniversario del teatro, con la actuación de la soprano rusa Anna Netrebko, que ha mostrado a lo largo de su carrera su afinidad con el presidente Putin. En los últimos días la artista, sin embargo, ha condenado la guerra en Ucrania.
Y ella misma ha resuelto cancelar algunas de sus actuaciones, como la prevista para finales de marzo en la Ópera de Zurich, donde iba a cantar Lady Macbeth. “Este no es un momento para mí para hacer música y actuar”, ha señalado. Fuentes de la dirección del Liceu, no obstante, esperarán a ver cómo evoluciona todo y no han tomado una decisión sobre ese importante acto para el teatro barcelonés, que está programado para el 3 de abril. García de Gomar aseguró este martes que se están estudiando distintos escenarios, “desde el más agresivo hasta el más tolerante, pensando en cuál es el más adecuado”. La idea es combinar una respuesta “clara, contundente, y, a la vez, sensible”.
¿EL FOCO EN EL ARTISTA?
El director general de L’Auditori, Robert Brufau, sigue esa línea de “respeto”, A su juicio, “sería un error poner el foco en el artista, porque supone una presión extra a personas que pueden exponerse a consecuencias por expresar libremente su opinión en su país de origen”. La argumentación de Brufau va más allá. “No se puede señalar a alguien por ser ruso o ucraniano, sería una salvajada”, remachó. ¿Pero, qué ocurre con los artistas que sí han abrazado a Putin sin rubor?
Si esa circunstancia llega, se actuará, señalan los responsables de los tres equipamientos, ante la crítica clara del teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona, Jordi Martí, hombre del mundo cultural, que entende que “el compromiso con la paz debería ser el mínimo común denominador a exigir”, para alguien que actúe en un escenario. En el actual conflicto armado, con un país que ha invadido a otro, la circunstancia “obliga a ser más exigente a la hora de defender la idea de máxima libertad”. En todo caso, no se puede vetar a personas “por ser rusas”. En esa línea tambien se ha pronunciado el concejal de Cultural, el socialista Xavier Marcé, al considerar que no se puede penalizar a los artistas de nacionalidad rusa, suponiendo que son cómplices de lo que hace su gobierno. “Eso sería un grave error”, insiste Marcé.
SIN SEÑALAR A NADIE
Los artistas programados por las tres instituciones culturales no se han posicionado sobre el conflicto, según Brufau, y, por tanto, “no se puede señalar a alguien por ser ruso o ucraniano, sería una salvajada”. Tampoco cree que se deba penalizar a artistas rusos el director general del Palau de la Música, Joan Oller, que entiende que no debería extender un veto a los rusos que se han manifestado contra la guerra.
La idea de los tres grandes equipamientos culturales de la ciudad es que en los próximos días se podrá esclarecer mejor la situación. Y que deben ser los propios artistas lo que tomen medidas si quieren influir en su propio gobierno, en Rusia, para detener la guerra en Ucrania.