La panadería Giraut, con más de 140 años de historia en Barcelona, cierra sus puertas para siempre. Se trata de uno de los negocios más emblemáticos del barrio de Hostafrancs y se ha visto obligado a bajar la persiana por falta de relieve generacional y por el elevado precio de las facturas. Ninguno de los hijos de la propietaria se quiere hacer cargo del negocio, hecho que ha causado gran conmoción entre los vecinos.
Esta panadería, situada en la calle de la Creu Coberta número 141, se despidió de Barcelona el 31 de diciembre. La propietaria era Maria Rosa, nieta del fundador de uno de los locales más emblemáticos de la zona. A sus 68 años, ha decidido jubilarse, una decisión que, en gran parte, ha venido motivada por los elevados gastos de luz, gas y todo tipo de facturas.
PEQUEÑO COMERCIO
"Estoy un poco dolida, son muchos años, tres generaciones, pero lo que pasa es que nos tenemos que poner una fecha. Llega un momento en el que tampoco tenemos muchas ayudas por parte de las administraciones, que no han dado apoyo al pequeño comercio", lamenta Rosa Maria al Portal de notícies de Sants-Monjuïc, donde ha explicado detalladamente los motivos del cierre.
PANADERÍA GIRAUT
Los comienzos de la panadería Giraut se remontan al 1882. En la Guerra Civil, el abuelo de Rosa Maria se vio obligado a cerrar en contra de su voluntad, pero cuando acabó el conflicto bélico, consiguió reabrirlo. Al cabo de pocos años, le cogió el relieve su padre, después pasó a manos de su hermano y, finalmente, ella, que trabajaba en la tienda y, a lo largo de todos estos años, ha conseguido fidelizar a los clientes del barrio, que han lamentado el cierre por redes sociales.
"Tener la suerte de vivir en una panadería donde hacen los caracoles de pan exactamente iguales que los que comprábamos en casa cuando era pequeña", explica una vecina, que lamenta el cierre y que ha aprovechado la ocasión para agradecer "el pan bueno de cada día", al Forn Giralt. La clave del éxito es que "hacen el pan como se ha hecho siempre y eso la gente lo nota".
BAJA LA PERSIANA
Rosa Maria asegura que trabajar en un horno es duro, pero que echará de menos levantarse pronto y tratar con los clientes. "El comercio de proximidad es lo que da vida al barrio", concluye. Desgraciadamente, esta no ha sido la única panadería que se ha visto obligada a cerrar en Barcelona. Hace un par de meses, el local Bopan también bajó la persiana en contra de su voluntad, al no llegar a un acuerdo con el propietario.