Fracaso de las medidas de contención del Ayuntamiento para limitar las fiestas y los botellones en los búnkeres de Barcelona. La policía municipal acudió el pasado domingo a las antiguas baterías antiaéreas, ahora reconvertidas en miradores, y comenzó a multar a todos los que estaban consumiendo bebidas alcohólicas. Ante la gran cantidad de personas que se encontraban en el reducido espacio, el cuerpo policial optó por desalojarlo por cuestiones de seguridad.
Los búnkeres se han convertido, en los últimos años, en la pesadilla de los vecinos de calles como Gran Vista, Marià Lavèrnia, Mühlberg o Dr. Bové, entre otras. El ruido, las fiestas, la suciedad y la degradación han transformado la que era una de las zonas más tranquilas de la capital catalana en un hervidero de turistas ávidos de ocio. La masiva presencia de jóvenes que acuden todos los días y a cualquier hora ha deteriorado el espacio a pasos agigantados.
El desalojo de más de un millar de turistas el pasado domingo no fue sino la punta del iceberg de los problemas de los vecinos pues, a medida que abandonaban el recinto, se dispersaban por las calles aledañas, los parques y todo el Turó de la Rovira, donde continuaron con los botellones. Así lo atestiguan los propios habitantes del barrio, que denuncian que tienen que ser ellos mismos los que están saliendo a limpiar el monte.
Como puede comprobarse en las imágenes y vídeos que han facilitado a Metrópoli, el Turó de la Rovira ha quedado absolutamente destrozado. La suciedad y los restos de bolsas, plásticos, latas, botellas y papeles se extienden por todo el monte barcelonés. El hombre que se ha dedicado a limpiar la zona ha salido con dos bolsas de basura, se las ha llevado llenas y, según explica en un vídeo difundido, "hubiera necesitado un camión".
"La Guardia Urbana son los mejores. Se están implicando con nosotros, aportando ideas, haciendo patrullas y controlando el tráfico, pero llegan donde llegan" lamenta un vecino del barrio en conversación con este medio. "Ha quedado demostrado, como ya veníamos advirtiendo, que las medidas del Ayuntamiento para controlar la masificación turística en la zona son más que insuficientes", asegura. Y es que al final, trabajar con "parches", es decir, calle a calle, y no dar una solución consensuada que afecte a toda la zona, solo contribuye a que el problema se expanda y se disemine. Explica también que han entrado en contacto con otras asociaciones vecinales de Barcelona para hacer puntos en común y unir fuerzas para incrementar la presión sobre el ejecutivo municipal.
La del Turó de la Rovira era una zona particularmente tranquila hasta que los búnkeres comenzaron a aparecer como reclamo en las guías turísticas. Lo que hace unos años era un lugar más bien de citas y de picnics se ha hecho intransitable y, poco a poco, han comenzado a proliferar fiestas, que pueden ocurrir cualquier día y a cualquier hora. Es también habitual que estas se alarguen hasta entrada la madrugada y que cuenten con DJ y grandes equipos de música pese a ser ilegales. Para los vecinos, que lidian con la música, los gritos de gente borracha, las peleas y el vandalismo, dormir se ha convertido en una quimera. El panorama cuando amanece es también desolador, pues las calles y el monte aparecen llenos de basura.
El hartazgo de esta constante ha llevado a los vecinos en declararse en pie de guerra contra el consistorio y, más concretamente, contra la concejal del distrito, Rosa Alarcón. Tan es así que la semana pasada boicotearon un Consell de Barri en el que ella participaba y pedían su dimisión. La regidora, por su parte, asegura que el Ejecutivo municipal está estudiando maneras de solucionar el problema. Sin embargo, pide esperar a que el vallado y las patrullas surjan efecto, a la vez que se trabaja en incentivar un turismo cultural y debilitar la imagen del rincón barcelonés como punto estratégico para el turismo de borrachera. Se trata de medidas "a largo plazo", explicaba a este medio la representante municipal, porque no hay "soluciones mágicas" que terminen con el problema.