Miércoles, 12:30 horas del mediodía. Los establecimientos de comida rápida situados alrededor de la plaza de Catalunya se van llenando poco a poco de riders de las distintas compañías de reparto que operan en Barcelona, Glovo entre ellas. Todavía no hay muchos repartidores, más bien van cayendo con cuentagotas, signo de que poco a poco se van activando los pedidos en la capital catalana entre aquellos, turistas o locales, que van a comer pronto.
El día transcurre con normalidad. La mayoría de los repartidores llega, deja en el suelo su gran mochila logotipada con el símbolo de la empresa (Stuart, JustEat, Glovo), esperan el pedido y se van. Algunos charlan brevemente mientras esperan a que el restaurante les dé el pedido a transportar al cliente. Sin embargo, existe cierta calma tensa por la huelga programada para los próximos días 14, 15, 16 y 17 de julio.
BAJA REMUNERACIÓN
Según han explicado trabajadores de Glovo a Metrópoli, el objetivo de la huelga es sencillo: "que paguen más". Y es que la situación que padecen los riders de la plataforma se ha tornado insostenible, pues ya "no llegan". La inflación y el estancamiento de las tarifas, explica CGT, han agravado la situación --ya precaria-- que sufren los repartidores. Hassan, de 28 años, ha explicado que irá a la huelga para tener mejor sueldo. De origen pakistaní, muestra a este digital como, después de hacer un reparto de 4,7 kilómetros, solo ha ganado unos 3,6 euros. Hassan lleva algo menos de dos años en España y de este empleo depende su subsistencia. "Cada vez tenemos que hacer más repartos en menos tiempo", detalla Anand (nombre ficticio) un joven de 31 años y de origen indio. El ciclista apenas tiene tiempo para parar, sale de un restaurante de comida rápida y se dirige rápido a realizar un nuevo reparto.
Una situación similar narra Asif, que enseña como ha ganado solo 0,32 euros por kilómetro. El joven de origen árabe se encuentra por la Rambla junto a Khamar, un compañero rider que explica que, con lo poco que paga la startup barcelonesa, tienen que trabajar todo el día. "Nos levantamos y empezamos a pedalear por la mañana, paramos una hora para comer y seguimos trabajando hasta que cae la noche", relata. Los dos irán a la huelga y, optimistas, creen que será masiva y que todo el mundo irá para luchar por una mejor remuneración.
ASISTENCIA
Quién no irá es Piom. El joven, de solo 22 años y origen bangladesí, entiende la motivación del parón, pero no puede participar porque los fines de semana ayuda en la tienda de su hermana. A él, la huelga le cogerá en su segundo empleo.
Se trata de un parón convocado por los mismos riders, en concreto, por la comunidad asiática de ciclistas de la plataforma -- la mayoría de ellos de origen indio, pakistaní y bangladesí -- que ha recibido difusión por parte de sindicatos como CGT. No obstante, y como suele ocurrir en la mayoría de estas protestas, no hay quórum entre la propia plantilla.
TENSIONES
Y es que la comunidad oriental, por lo menos en esta ocasión, se ha mostrado muy combativa. Su intención es parar durante los cuatro días toda actividad de la empresa como forma de presión para hacer que la empresa suba las tarifas por reparto. Ocurre que parte de la plantilla no tiene pensado participar en la huelga y temen la dureza de los posibles piquetes que pueda haber.
No sería la primera vez. En anteriores huelgas, como en la de diciembre de 2021, se produjeron enfrentamientos entre riders porque algunos de los manifestantes no dejaban sacar los pedidos de algunas de las grandes cadenas que bloquearon, como Mcdonalds, KFC o Vicio, entre otras. En algunos casos, explican, también hubo cara a cara con repartidores de otras compañías e incluso se pincharon ruedas de algunas bicis.
PIQUETES Y RENCILLAS
Se suman algunas rencillas y cierta desconfianza con algunos miembros de la comunidad latina. En este sentido, fuentes sindicales explican que la comunidad oriental tiende a ser muy movilizada pero algo "cerrada". En anteriores ocasiones no se han sumado a otras protestas, como la de 2020, convocada por personas migrantes de América del sur. Es un rechazo parcial, pues riders provenientes de estos países sí acudirán en apoyo de los compañeros orientales.
En esta ocasión, los piquetes se dan por sentados, y algunos riders ya han advertido por grupos de difusión que ellos no dejarán de trabajar, pues los envíos disminuyen en julio y el fin de semana es cuando más ingresos se pueden hacer. Ingresos, por otra parte, necesarios para personas que ganan lo suficiente para ir al día o incluso ni eso, pues gran parte de los trabajadores lo hace con una cuenta alquilada y parte del dinero va al propietario del perfil en la app.
Preguntados por este medio, desde CGT puntualizan que han apoyado la huelga "por solidaridad" con los compañeros, aunque detallan que no están de acuerdo con el "modelo de autónomo" y defienden un modelo de "contratación". Por su parte, Glovo ha rechazado emitir cualquier tipo de declaración hasta que se lleve a cabo la huelga.
LAS PETICIONES DE LOS 'RIDERS'
Entre las peticiones que los trabajadores habían formulado a la empresa se encuentra cobrar una tarifa base de dos euros, 0,5 euros por kilómetro. En los trayectos de hasta 4 kilómetros, 0,6 céntimos; un bono mínimo de 1,6 euros y 2,2 euros en casos de alta demanda.
Con todo, la mayoría de las fuentes consultadas prevé una gran movilización durante este próximo fin de semana que buscará poner en jaque a la startup barcelonesa, en lo que supone el enésimo encuentro entre empresa y trabajadores para mejorar las condiciones salariales de gente que apenas se levanta ya empieza a pedalear.