Óscar Martínez, gerente de la Sala Bóveda

Óscar Martínez, gerente de la Sala Bóveda GALA ESPÍN Barcelona

El pulso de la ciudad

Óscar, gestor de la histórica discoteca Bóveda de Barcelona: "Veo bastante negro el futuro del 'Triángulo Golfo'"

El gerente de la emblemática sala de rock y heavy conversa con Metrópoli acerca de la historia del local y el presente y futuro de la noche en el Triángulo Golfo y Barcelona

El ocio nocturno, contra el cierre masivo de discotecas en Barcelona: "Que se deje de prohibir y se empiece a ordenar"

Leer en Catalán
Publicada

El Triángulo Golfo de Barcelona, también llamado Marina por los asiduos debido a la cercanía de la estación de metro homónima, ha dado noches de juerga y diversión a generaciones de barceloneses durante décadas. Situada cerca del centro de la capital catalana, lleva desde su boom, en la década de los 90, albergando salas de conciertos, discotecas y bares en los que ha socializado la juventud de la ciudad.

Es en esa zona clave en la que han prosperado locales como la internacionalmente conocida Razzmatazz, pero también la emblemática Sala Bóveda. Con un estilo más de nicho, ha dado cobijo a generaciones de rockeros desde la inauguración de su primer local, en 1991.

"Bóveda nace de la mano de mi padre que, junto con unos socios, abrió lo que fue un bar musical orientado al pop-rock nacional e internacional en la calle de Pallars". Por aquel entonces, "solo había la antigua sala Celeste (ahora Razzmatazz) y el Ceferino", cuenta en una entrevista con Metrópoli Óscar Martínez, actual gestor de la Bóveda.

Aquel barrio industrial prosperó, se convirtió en una popular zona de fiesta y, unos pocos años después, eran ya ocho salas y más de 30 bares, convirtiéndose en uno de los principales polos de ocio nocturno en la ciudad.

"La marina de entonces era espectacular, se juntaba gente de todos los estamentos sociales y tribus urbanas. Era un público muy local, por lo que raro era que entre dos grupos no hubiera dos personas que no se conocieran. Era un ambiente muy sanote, yo siempre he trabajado muy a gusto aquí", relata Martínez.

La nueva Bóveda

Pero tras el boom inicial --no exento de problemas-- como trifulcas con los skinheads, llegó una recalificación de terrenos en el año 1994 por la expansión del 22@. Aquello, años después, terminó por desencadenar el cierre de la primera Bóveda, allá por 2007. "Hoy en día es un edificio de oficinas", explica.

En 2013, "junto con mi socio Edu recuperamos el proyecto" en la nave que albergó la antigua Sala Mefisto, en el 33 de la calle de Roc Boronat. Se apostó por mantener la esencia inicial, apostando por el heavy, el metal y maridándolo con aquellos grupos de rock nacional que tanto habían sonado en la calle de Pallars, como Extremoduro.

Interior de la Sala Bóveda de Barcelona

Interior de la Sala Bóveda de Barcelona GALA ESPÍN Barcelona

En estas décadas, las salas y bares han visto como la expansión urbanística les obligaba a convivir con cada vez más viviendas y, por ello, vecinos, que llegaron con la marcha de los almacenes y naves industriales.

Convivido, o no. Hoy en día, cuenta, "quedan solo tres discotecas y unos diez bares", la mitad de los cuales, adelanta a este medio, "están destinados a cerrar". En los últimos treinta años, cada local que bajaba su persiana en la zona ha supuesto una licencia menos para la urbe.

El Triángulo Golfo, en declive

Con ese panorama, plantea como "incierto" y "negro" el futuro del ocio nocturno en la zona. El céntrico distrito de Sant Martí "lleva años sin poder abrir nuevos locales, salas, discotecas o bares musicales" en lo que, para él, es "una prueba piloto" que podría extrapolarse "al resto de la ciudad".

Además, "la mitad de los bares del triángulo golfo que todavía aguantan están destinados a desaparecer, ya sea en cinco meses o en dos años", ha adelantado a este medio.

Interior de la Sala Bóveda de Barcelona

Interior de la Sala Bóveda de Barcelona GALA ESPÍN Barcelona

Tampoco cuentan con la ayuda necesaria de las administraciones. Entiende que el ruido pueda molestar, pero asegura que entre varios establecimientos llevan "más de 2 millones invertidos desde 2014 en articular a agentes cívicos. Se ha pagado también seguridad privada y patrullas de Mossos y la Guardia Urbana".

No obstante, las quejas vecinales de lo que ocurre en la zona se las llevan los propietarios. "Hemos pedido refuerzo policial, que pongan más patrullas. Nosotros solo podemos ocuparnos de lo que ocurre en los locales, en la puerta y en la acera que envuelve el establecimiento", pero "se nos ha dicho que no hay presupuesto".

Más colaboración con el Ayuntamiento

Y ¿Cómo debería ser la relación con las administraciones? Martínez hace un llamamiento a la colaboración. Los locales proporcionan "un entorno seguro" al que salir, con unos estándares de calidad, en los que "se cumplen las normas". Por su parte, el consistorio debería "hacerse cargo de la calle", ya sea con "vallados de las calles o más patrullas". 

Interior de la Sala Bóveda de Barcelona

Interior de la Sala Bóveda de Barcelona GALA ESPÍN Barcelona

Por otro lado, entiende que hay que "trabajar con la legalidad", pero se podría "moderar la presión" sobre las salas. "Una cosa es trabajar con la legalidad y otra es buscar la más mínima cosa para levantar un acta. No digo que nos den libre albedrío, pero debe ser un quid pro quo", critica.

La noche barcelonesa

Tampoco ayuda la presión fiscal. "Tenemos una socia que no vemos nunca ni invierte nada, pero va al 50%, que es Hacienda", ironiza. Los locales soportan "mucha presión por parte de las administraciones. Nos miran con lupa. A veces da la sensación de que al empresario de noche se le trata como a un delincuente", sentencia.

Y alerta: "Barcelona es una ciudad que vive de día y vive de noche. Si dejamos que la noche muera aquí, la vamos a perder para nuestros jóvenes, que dentro de los locales pueden disfrutar de un ocio controlado y con seguridad, pero también perderemos parte del turismo y empresarios de la noche, que se decantarán por otras ciudades, como Madrid o Valencia".