El verano de 2025 quedará en la memoria como uno de los más extremos. España registró una de las temporadas estivales más cálidas de su historia y sufrió olas de calor prolongadas que avivaron incendios violentos y desplazamientos masivos de población.
La agencia meteorológica estatal (AEMET) confirmaba anomalías térmicas récord y una sucesión de episodios que, según expertos, evidencian el signo del cambio climático sobre el terreno.
A escala europea y estatal, el recuento de hectáreas arrasadas y el número de fuegos alimentaron la advertencia científica de que los llamados fuegos "de sexta generación" son cada vez más probables en condiciones climáticas como las de este año.
Un bombero de la Generalitat combate un incendio forestal en Catalunya
A nivel regional, la consellera de Interior y Seguridad Pública de la Generalitat, Núria Parlon, advirtió de un "nuevo paradigma de riesgo" que afronta Catalunya.
Este verano se registraron 2.168 incendios, un 62,6% más que en 2024, según los datos recogidos durante la campaña forestal entre el 1 de junio y el 15 de septiembre.
El riesgo estructural de Collserola
En medio de este escenario, el Parque Natural de Collserola — con 8.200 hectáreas que tocan la ciudad, con 16.000 residentes en su interior y un 60% de propiedad privada— se definió como un terreno con riesgo aumentado.
Sotobosques densos, parcelas abandonadas de cultivo y árboles muertos por la sequía formaban un cóctel combustible que podía convertir una chispa en tragedia.
Según Raimon Roda, ingeniero agrónomo y director-gerente del Consorci del Parc Natural de la Serra de Collserola, "a pesar del riesgo, no hubo muchos conatos. Y cuando los hubo, actuamos rápido". Una frase con la que resume a Metrópoli tanto el alivio momentáneo como la inquietud sobre un potencial porvenir.
Un termómetro de Sant Adrià de Besòs, a 40 grados este sábado
El responsable del parque subraya que el riesgo de incendio lo miden los agentes rurales, que trasladan al Consorci la información diaria sobre la evolución del terreno.
Impacto de la sequía
La sequía, explica, tuvo varios impactos. Tras una primavera de lluvias, el bosque experimentó un rebrote de hierbas y material ligero que, con la primera ola de calor de junio, se secó con rapidez.
"Por tanto, había mucho material de este tipo, seco", detalla. Sin embargo, puntualiza que durante buena parte del verano las masas boscosas mantuvieron cierta humedad.
Lo habitual, continúa, es que por la mañana la humedad del bosque sea relativamente elevada, se pierda por la tarde y se recupere durante la noche. Pero las olas de calor rompían este ciclo: "cuando hay olas de calor, la recuperación nocturna puede no darse, y eso provoca humedades muy bajas".
Foto de archivo de Collserola
Equilibrio de humedad y diversidad del parque
Pese a ello, asegura que Collserola mantuvo este verano un equilibrio aceptable de humedad, algo que redujo el riesgo en comparación con otras zonas de Catalunya.
Roda también describe la diversidad del parque: "La vertiente de Barcelona es prácticamente todo pino blanco, con mucha hierba y matorral, mientras que la zona del Vallès es más encinar, más frondosa y húmeda".
Esa diferencia de ecosistemas determina también la estrategia preventiva. "Es verdad que en Collserola hay diversas casuísticas, incluso en temas de prevención de incendio. La cosa es que hay mucho herbazal", comenta.
Mapa del Pla Alfa de loa Agents Rurals de la Generalitat a 19 de septiembre de 2025
A ello se suma el hecho de que el riesgo varía según el municipio. Los planes Alfa —el sistema que marca el nivel de alerta— muestran contrastes notables.
"En la zona del Llobregat, el 72% de los días de este verano estuvieron en nivel cero, sin riesgo. En cambio, en municipios como El Papiol, el nivel cero solo ha sido el 13% de los días", ejemplifica.
En función de la posición y la orientación del terreno, la vulnerabilidad cambia radicalmente dentro de una misma sierra.
Balance del verano: luces y sombras
La campaña de prevención evitó que se produjeran grandes incendios dentro del Parc Natural, pero las cifras muestran un ligero repunte respecto al año anterior.
Raimon Roda lo explica con detalle: "Desde el comienzo de año ha habido 14 puntos de ignición y se ha quemado en total menos de una hectárea".
Un camión de los Bombers de Barcelona circula por Collserola / AYUNTAMIENTO DE BARCELONA
Se trata de un aumento respecto al verano pasado —"es el doble que el año pasado"—, pero que sigue siendo una cifra reducida si se compara con el riesgo real del parque y con lo que sucede en otros bosques de Catalunya.
A un paso del gran incendio urbano
El riesgo en Collserola no se limita a incendios forestales. Su cercanía a núcleos urbanos convierte cualquier conato en un problema que puede afectar a la ciudad.
Roda advierte: "Estamos hablando de incendios forestales que se extienden a incendios urbanos. Y aquí está el reto. Recuerda a lo que pasó en Los Ángeles: allí empezó un fuego forestal, pero luego el problema dejó de ser forestal y afectó a la zona urbana".
Un incendio de grandes dimensiones podría tener consecuencias mucho más allá de la superficie quemada.
Incendio en Collserola / BOMBERS DE BARCELONA
"No" a la propuesta de Sirera
Roda recibe con escepticismo la propuesta de Daniel Sirera (PP) de instalar cañones de agua para "rociar" Collserola
Según explica: "No es la primera vez que oímos hablar de estas medidas, y suelen ser muy puntuales, para espacios y situaciones concretas. No son extrapolables a todo el macizo, porque la vegetación no es homogénea: en algunas zonas hay solo hierba, y aplicar agua de esa manera carece de sentido".
Entrevista a Daniel Sirera
Además, añade que la logística limita su viabilidad: "Hay que decidir qué agua usar, de dónde sacarla, qué infraestructura desplegar… Puede tener sentido en un parque urbano o muy pegado a la ciudad, pero no de forma generalizada".
Además, recuerda que Collserola cuenta con sistemas de vigilancia avanzados: cámaras y torres con personal, de los más completos de Catalunya.
Gestionar Collserola en plena área metropolitana
El Consorci de Collserola, integrado por la Generalitat, la Diputació de Barcelona, el Àrea Metropolitana y los nueve municipios que lo integran (y rodean), debe coordinarse además con propietarios privados, ADF (Agrupacions de Defensa Forestal), cuerpos de seguridad y servicios de emergencias.
Esa multiplicidad de actores hace compleja cualquier actuación, pero también multiplica la capacidad de respuesta.
Panorámica de Barcelona desde Collserola
Espacio natural protegido
Con este escenario, Roda subraya la importancia de reconocer a Collserola como un espacio natural protegido dentro de un área metropolitana.
No se trata solo de un lugar de ocio —para correr o pasear—, sino de un ecosistema que cumple un rol ambiental y social clave: regulación del clima local, hábitat de biodiversidad y pulmón verde para Barcelona y los municipios cercanos.
"El titular de que los barceloneses están más expuestos a incendios por vivir cerca de Collserola es cierto, pero debemos ver este espacio también en todas sus dimensiones, no solo como fuente de problemas", concluye Roda.
