Uno de los principales atractivos turísticos de España es, sin duda, la gastronomía. Millones de personas viajan cada año a nuestro país con el objetivo, además de disfrutar del clima y la oferta cultural, de degustar las infinitas posibilidades que ofrece el país para enamorar al paladar.
Y es que España ofrece una amplia gama de sabores, texturas y sensaciones que encuentran su origen en el crisol de culturas que han convivido en la Península Ibérica a lo largo de la historia. No obstante, hay algo que destaca, un tipo de comida que atrae por excelencia por su variedad, versatilidad y, por supuesto, su sabor: las tapas.
La ciudad de Barcelona se ha erigido a lo largo de los años en pionera no solo en la preparación de estas pequeñas raciones de lo más variopintas sino que a base de giros se ha llegado a convertir algo tan sencillo como las patatas bravas en alta cocina.
LAS PATATAS BRAVAS
Las patatas bravas son una de las tapas más icónicas de toda España. Simples y sencillas, cualquiera puede hacerlas. El plato no es más que patatas troceadas en formas irregulares a las que se les añaden dos salsas, la primera, una salsa suave que suele ser mayonesa. En Cataluña, no obstante, se le suele poner alioli.
Por otro lado está la salsa brava. Aquí cada restaurante tiene su propia receta. Algunos se contentan con mezclar mayonesa y ketchup para hacer una salsa rosa básica. Pero las bravas son, efectivamente, bravas porque tienen que picar. En este sentido, es muy común ver también salsas a base de tomate mezcladas con pimentón, guindilla o pimiento choricero, aunque otros restaurantes se atreven con el chile chipotle u otros tipos de picante.
Como cada maestrillo tiene su librillo, no es extraño ver innovaciones muy llamativas de esta tapa. Por eso, a continuación te presentamos algunas de las bravas más locas (y ricas) que puedes comer por Barcelona y alrededores.
1. EL INFORMAL
Prepárate para pringarte porque, en El Informal, vas a mancharte las manos. Estas patatas bravas no se comen con tenedor, sino con las manos. Las patatas bravas tampoco están hechas con la receta tradicional, sino que son una amalgama de láminas finas de patata presionadas y compactadas, lo que hace que la parte crujiente de la misma sea muy superior a las de la receta tradicional. Cortadas en forma alargada y rectangular, la sensación será la de coger una patata frita común, algo más grande, pero con una fritura espectacular que podrás untar a placer con las salsas.
Sobre éstas, tanto la blanca como la roja están hechas con mucho mimo. Olvídate de la mayonesa y el picante al uso, pues en este caso, la salsa blanca es un alioli casero de ajos asados, lo que añade matices al sabor a la vez que rebaja la fuerza del ajo. La salsa roja, por su parte, sencilla pero elegante, parte de la base de un sofrito casero de cebolla y tomate al que se le añade pimentón ahumado y el componente picante, que probablemente sea guindilla o cayena.
Dirección: paseo de Colón, 8 (Ciutat Vella).
Precio: 8,50 euros por ración.
2. LA PATATA
Habitualmente, las patatas bravas se consumen en trozos poligonales de relativamente pequeño tamaño. Este no es el caso. Aquí se come la patata entera. En el restaurante La Patata cogen patatas de pequeño tamaño, las lavan y directamente a la freidora. La sensación en boca recuerda de alguna manera a la de un plato típicamente catalán, las patatas al caliu, en lo que es la parte cocida o central del tubérculo.
De alguna manera, no obstante, consiguen que la piel de la patata quede extremadamente crujiente sin haberla rebozado con harina o maizena antes de enviarla a la freidora (un recurso que suele utilizarse para dar una sensación más crujiente a las patatas).
La receta de la salsa es un alioli con un toque secreto. Ahora bien, sea lo que sea, es apta para los adictos a la pimienta. Además, no lleva tomate.
Dirección: carrer de Ramoneda, 40 (Cornellà de Llobregat).
Precio: 1 euro (por patata).
3. LA MUNDANA
En el restaurante La Mundana encontramos, de nuevo, bastones de patata. No obstante, no es de estilo hipercrujiente y laminado como en El Informal, sino que es todo una masa de patata cocinada con la técnica del 'Deep Fry' o, lo que es lo mismo, sumergido en aceite hasta dejar la masa suave por dentro, como un puré de patata y crujiente por fuera. Lo del puré de patata de no es casualidad, y es que las patatas se fríen no en aceite, sino en mantequilla.
Los bastones de patatas se decoran con sus dos salsas. Esta vez, cambian las tornas, pues la salsa oscura, que es una especie de alioli mezclado con tinta de calamar (lo que le da el intenso color azabache), resulta ser la suave, mientras que la clarita salsa anaranjada es la brava. Aunque no podemos asegurar ninguno de los ingredientes que la componen, no podemos dejar de recomendarla.
Las dos salsas aparecen colocadas de forma intercalada y con manga pastelera sobre los bastones de patata, por lo que puedes elegir si mezclas las salsas o bien si prefieres degustar dos tipos distintos de este grasiento pero pecaminoso bocado. Una espolvoreada con pimentón final para añadir profundidad a la tapa y listo. ¡A disfrutar!
Dirección: calle de Vallespir, 93 (Sants - Montjuïc).
Precio: 7,50 euros.
4. HIDALGO
¿Te gusta el pastel de patata? Si la respuesta es que sí, te gustará la propuesta gastronómica del restaurante Hidalgo para las patatas bravas. Para empezar, las patatas no están sumergidas en aceite, sino que están cortadas en gajos, montadas como su fuera una torre o pastel y terminadas al horno. En plato donde se sirven tiene el fondo cubierto por un aceite de pimentón. Las patatas, como su fueran un cupcake, están coronadas por una salsa alioli con una textura muy especial, que recuerda a una especie de mousse.
Este alioli tiene espolvoreada por encima gotitas de la salsa picante o brava.
Dirección: calle de Balmes, 396 (Sarrià - Sant Gervasi).
Precio: 4,75 euros.
5. PAN & OLI
De las bravas más raras que vas a encontrar en tu vida. Cuidado: raro no significa malo en absoluto. De hecho, muy probablemente te enamores de la propuesta que el restaurante Pan & Oli tiene para las patatas bravas. Prepárate y coge la cuchara, el cubierto que vas a necesitar para comerte estas patatas.
Y es que en este local las patatas no se fríen, sino que se confitan durante horas hasta que queda un delicioso puré de patata confitada y se sirve en una copa.
La salsa está compuesta por ajo, guindilla y pimentón. Sobre la copa, unas esterificaciones de vinagre coronan la tapa, añadiéndole esa acidez que tan bien combina con los alimentos grasos y que ayuda a cortar lo empapuzante de su sabor.
Dirección: calle de Galileu, 30 (Sants - Montjuïc).
Precio: De 2,50 a 5,50 euros.
'BONUS TRACK': LA MARIMORENA
Si no tienes inconveniente en coger el coche para vivir esta experiencia gastronómica, déjate caer por Sant Boi de Llobregat. Este restaurante tenía otro local abierto en Barcelona, pero cerró, por lo que tendrás que ir al original para disfrutar de la propuesta más loca que leerás en este artículo.
Para empezar, no son patatas bravas como tal, sino que es un gofre de patata. Crujiente por fuera, blandito por dentro, el plato circular es un único gofre que puede repartirse en varias porciones como si de una pizza se tratase. Ahora bien, el verdadero éxito de esta ración está en sus salsas. Aquí no hay el típico alioli o mayonesa y la salsa brava, aquí hay ni más ni menos que siete salsas que cubren todos los huecos del gofre.
Por un lado, tienes dos tipo de alioli: uno ahumado y otro elaborado con ajo negro. Por otro lado, una mayonesa de kimchi que, junto con la mostaza y el tomate picante, aportan las notas de acidez al plato. La parte dulce la encontrarás en la salsa barbacoa casera. Todos los ingredientes del plato se han cocinado con productos de proximidad.
Dirección: ronda de Sant Ramon, 151 (Sant Boi de Llobregat).
Precio: 8,50 euros.