
Imagen de archivo de un plato de comida del Bar Pubill
El desconocido pueblo de Barcelona donde se come muy bien: tiene 814 habitantes y un restaurante de cocina catalana
El menú diario ronda los 12-15 euros e incluye primero, segundo, postre, pan y bebida. Los fines de semana ofrecen platos más elaborados, sin pasar de los 20 euros
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A solo una hora en coche de Barcelona, escondido entre montañas y bosques, está Carme, un pequeño pueblo de la comarca de Anoia con menos de 800 habitantes. Un rincón tranquilo, auténtico y con una gastronomía que sorprende.
Aquí no hay turismo masivo ni prisas. Carme conserva el ritmo pausado de antes, con calles silenciosas, productos locales y comida de verdad. Es el sitio perfecto para desconectar y comer bien.
Comer como en casa
En Carme no encontrarás restaurantes modernos ni menús sofisticados. Pero sí algo mucho mejor: el Bar Restaurante Pubill.
Un local sencillo, de los de toda la vida, donde se cocina con cariño y se come en abundancia.

Imagen de la cuenta de Instagram del Bar Pubill
El menú diario ronda los 12-15 euros e incluye primero, segundo, postre, pan y bebida. Los fines de semana ofrecen platos más elaborados, sin pasar de los 20 euros. Todo está hecho al momento y sin florituras.
Sabores de aquí
En el Pubill mandan las recetas tradicionales y los ingredientes de proximidad. Canelones caseros, estofado de ternera, caracoles a la llauna, conejo al ajillo o bacalao con alioli.

Imagen de archivo de un plato de la cuenta de Instagram del Bar Pubill
También destacan las carnes a la brasa, servidas con guarniciones generosas. Y no falta el pan de payés, el aceite virgen extra y las verduras frescas.
Muchos de los productos vienen de la propia comarca. Eso se nota en el sabor y apoya a los productores locales.
Cómo llegar
Desde Barcelona se llega fácil. En coche, solo hay que tomar la A-2 hasta Igualada y luego seguir por la C-37 y la BV-2131. El paisaje acompaña todo el camino.
También se puede ir en transporte público. Desde Plaça Espanya, el tren de FGC va hasta Igualada. Desde allí, un bus de la línea L0220 lleva directo a Carme en unos 30 minutos.
Mucho más que buena comida
Carme también invita a pasear, respirar aire puro y disfrutar del entorno. Hay rutas de senderismo y ciclismo que salen del mismo pueblo y recorren bosques y paisajes rurales.

Imagen de archivo de la cuenta de Instagram del Bar Pubill
Todo aquí va despacio: la gente, el día, el tiempo. Y eso es parte de su encanto.
Un secreto bien guardado
Carme no suele salir en las listas de pueblos con más encanto. Pero quizás por eso gusta tanto. Es auténtico, tranquilo y acogedor. Sin filtros ni artificios.
Si buscas un lugar donde comer bien, desconectar y sentirte como en casa, Carme te espera. Y si vas al Pubill, mejor reserva. Quien lo prueba, repite.