La “chapuza urbanística” del gobierno de Ada Colau enfureció a los vecinos de Gràcia. Tal como avanzó este medio, el gobierno de los comuns pretendía construir un bloque (de cuatro plantas y con 18 apartamentos) destinado a vivienda social en el interior de una isla de edificios.
Pero el movimiento vecinal ha demostrado una vez más que la unión hace la fuerza. “La oposición nos ha escuchado”, explica Josep Maria Artigal, de la plataforma Salvem L'Illa, a Metrópoli Abierta, tras cuatro meses de intensa lucha. “Hemos logrado paralizar la chapuza y el proyecto se debatirá en el próximo mandato sin prisas electorales y con consenso”, celebra.
UN EDIFICIO CON GRAVES AFECTACIONES
El edificio iba a colocarse en medio de la isla: como un pegote. Iba a afectar a las calles Astúries, Àngel y Travessia Sant Antoni. Y para construirlo tendrían que haber talado un platanero centenario, expropiar un centro infantil, un centro de meditación y solares de particulares. También implicaría menos luz y ventilación para los vecinos que viven ahí actualmente.
Desde el principio, los vecinos no se quedaron quietos. Bajo el lema “Protejamos el interior de la isla, paremos la chapuza urbanística” salieron a recoger firmas. Rápidamente, consiguieron más de mil, con nombres, apellidos y DNI. También se manifestaron en reiteradas ocasiones para expresar su disconformidad con la propuesta y lamentar el pasotismo del regidor del distrito, Eloi Badia.
LOS 'COMUNS' NO SABÍAN NADA
El mismo regidor confesó que su partido no sabía que en la isla había un árbol, ni un centro infantil, ni un centro de meditación. Por eso querían remediarlo. Días más tarde, en los comuns se hizo el silencio. Luego se vieron obligados a frenar –de momento– su (¿descabellado?) proyecto.
En plena carrera por ganar las elecciones, Barcelona en Comú está buscando puntos vacíos sobre los que construir: en su campaña electoral había prometido con ahínco 4.000 pisos de alquiler asequible, pero todo apunta a que terminará el mandato con apenas 800.