De izquierda a derecha: Bellido, Sola y Sánchez, en el barrio de la Salud de Badalona / GUILLEM ANDRÉS

De izquierda a derecha: Bellido, Sola y Sánchez, en el barrio de la Salud de Badalona / GUILLEM ANDRÉS

Gran Barcelona

En Badalona: "Somos el oído y la vista de la Guardia Urbana"

Rosalía, Maria y Maria José patrullan por la ciudad solucionando pequeños conflictos en la vía pública

14 marzo, 2020 00:00

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Los chalecos de color amarillo fluorescente son visibles a lo lejos. Paseando por el centro de Badalona, la agente cívica María Sola devuelve el saludo a varias vecinas y comerciantes. Tras dos meses patrullando por el distrito IV, su cara es conocida. Hoy, Rosalía Sánchez y María José Bellido le ayudan a peinar el territorio con más densidad de población de la ciudad. Su misión: resolver los pequeños conflictos que encuentren en la calle.

Los 20 agentes cívicos que pasean actualmente por la cuarta ciudad de Cataluña refuerzan la tarea policial de la Guardia Urbana, pero en ningún caso sustituyen sus funciones. "No nos podemos meter en temas de drogas. Si vemos algo, avisamos a la urbana", explica Bellido. Nada más empezar el patrullaje, Sola identifica unos restos de runa que podrían estar mal colocados y captura una foto con su móvil. Durante dos horas, esta operación se repetirá una decena de ocasiones.

TALLERES ILEGALES

El turno de trabajo arranca a las 14.00 horas y finaliza a las 21.00 horas. Siete horas de paseo y varios kilómetros de contacto con el vecindario y comerciantes de Badalona. "Los vecinos nos cuentan sus inquietudes, dificultades y preocupaciones. Nos hacen sentir útiles e intentamos ser cercanos con ellos", señala Bellido (63 años), que disfruta del contacto diario con la gente. 

María Sola fotografía un viejo colchón y una caja abandonados en la calle frente al mercado de la Salud / G.A

María Sola fotografía un viejo colchón y una caja abandonados en la calle frente al mercado de la Salud / G.A



Sola ha detectado en las últimas semanas varios talleres ilegales que trabajan con las persianas bajadas. "Después de tantas horas en la calle vas abriendo el campo de lo que ves. Somos los oídos y la vista de la Guardia Urbana", describe esta mujer de 58 años, los mismos que Sánchez. El miércoles, esta mujer avisó a la policía de dos posibles talleres ilícitos en los barrios de La Salut, Sant Joan de Llefià, Sant Mori de Llefià y Sant Antoni de Llefià.

El trabajo de los agentes cívicos está supervisado por la Urbana con quién se reúnen al inicio y final de cada turno. Al final de la jornada, trasladan las incidencias del día. Estos informes sirven a la policía local para poder iniciar alguna investigación. Recientemente, han informado sobre el consumo de marihuana constante en un bar que molesta a los residentes. También han detectado numerosos coches abandonados. Otra función que lleva a cabo estas agentes es la regulación del tráfico en la salida de los colegios. 

UNA SOLUCIÓN AL PARO

La crisis económica arrolló la tienda de Bellido hace más de cuatro años, tiempo que ha permanecido en el paro. El cuerpo de agentes cívicos le ha permitido conseguir un trabajo durante un año. "Me gustaría seguir. Trabajar en el ámbito de la mediación, solucionar conflictos. Me gusta escuchar, poder ayudar", resume. Sánchez y Bellido también desearían seguir con su trabajo una vez termine el contrato de un año. 

Rosalía, María y María José patrullando por el barrio de La Salud / GUILLEM ANDRÉS

Rosalía, María y María José patrullando por el barrio de La Salud / GUILLEM ANDRÉS



El Ayuntamiento de Badalona arrancó el programa de agentes cívicos en febrero de 2019 con 15 profesionales. Según el consistorio, su papel es el de detectar "conductas y actitudes incívicas", comunicarlo a la policía y aportar información general al ciudadano. El incivismo con los animales domésticos ocupa gran parte de su trabajo a diario. "Lo que más me ha impactado es la suciedad que dejan los propietarios de los perros", comenta Sánchez. Los agentes reparten dos folletos informativos sobre razas de perros potencialmente peligrosos y la ordenanza sobre tenencia de animales domésticos.

'NOS SENTIMOS MUY RESPALDADAS'

En el antiguo matadero, las agentes se topan con dos jóvenes inhalando cola en una bolsa de plástico. Los chavales, muy colocados, escuchan música con el móvil con gestos descoordinados. Las tres mujeres pasan por el lado y se alejan del lugar. Segundos después, avisan al contacto asignado de la urbana para informar de lo sucedido. La respuesta de la policía, aseguran, es rápida y siempre acuden en cuestión de minutos al lugar indicado. "Nos sentimos muy respaldadas", explica Sola.

María José Bellido (izquirda) y Rosalía Sánchez (derecha) con unas palas para regular el tráfico / GUILLEM ANDRÉS

María José Bellido (izquirda) y Rosalía Sánchez (derecha) con unas palas para regular el tráfico / GUILLEM ANDRÉS



El barrio de Sant Roc registra un número de incidencias muy superior al resto. Es uno de las principales destinos de los drogadictos en toda el Área Metropolitana de Barcelona (AMB). En sus calles, las barbacoas al aire libre son constantes. Bellido afirma que, por el momento, ningún agente cívico ha tenido jamás un problema por la reacción de los vecinos. "Les hablamos con muy buen rollo y una sonrisa. Muy poca gente te lo reprocha. Generalmente, la población es agradecida y el trabajo es gratificante", concluye esta mujer.

MENORES EXTRANJEROS

Estas agentes cívicas visitaron el centro de menores del municipio para conocer a los jóvenes extranjeros sin referentes familiares que viven allí hasta los 18 años. "Mucha gente culpa estos chicos cuando hay problemas y decidimos conocerlos, ver qué hacen en su día a día", explica Sánchez. Tras conocer a los chicos y chicas, esta mujer traslada a los vecinos que los menores "llevan una vida normal" y que viven como cualquier otro joven. 

Las personas mayores son el colectivo que más agradece el trabajo de estas patrullas ciudadanas. "El hecho de pasear por las calles y saludar a la gente crea cierta tranquilidad. Estamos para crear sensación de seguridad", observa Bellido. En barrios como Sant Roc, Llefià y la Salud, con una diversidad cultural más acentuada que en el resto de la ciudad, trabajan para cohesionar a sus vecinos. "Intentamos que todo el mundo sea un poco vecino, que sean responsables y se ayuden entre sí", señala Sola.