En el centro de Santa Coloma de Gramenet, un edificio se ha vuelto tristemente célebre en los últimos dos años. No hay trabajador o vecino que no conozca el número 42 del paseo de Llorenç Serra. Sus 12 viviendas están okupadas. El foco del conflicto se ubica en la segunda planta, donde un grupo de hombres de entre 20 y 30 años se ha "adueñado" del barrio Riu Nord, en palabras de los vecinos que denuncian tráfico de drogas, robos continuados en los comercios, amenazas, agresiones y peleas entre ellos. El relato describe un pequeño polvorín que ha alterado la tranquilidad del centro del municipio 118.821 habitantes.
El origen del problema se encuentra a muy pocos metros del ayuntamiento, en esta céntrica avenida trufada de bares y negocios. La mala conservación de las ventanas, con alguna persiana rota, describe la ligera degradación del inmueble. El portal está abierto y por él entra una mujer y un matrimonio. Los bajos, propiedad del ayuntamiento, están tapiados con cemento.
UN VECINO: "HAN GANADO TERRENO"
El bar de abajo fue una de las primeras víctima del reguero de robos violentos que en las últimas semanas se han recrudecido. Hace seis meses asaltaron el almacén y se llevaron botellas de licor por valor de 600 euros aprovechando que su patio conectaba con el del negocio. Tras el atraco siguieron visitando el bar, eso sí, como clientes. Sus largas estancias en la terraza bebiendo cerveza y fumando porros ahuyentan a la clientela que ha bajado en picado, según cuenta un empleado.
Diferentes jóvenes relacionados con este inmueble han robado, al menos, en tres supermercados, una frutería y en una panadería. El martes, uno de ellos cometió el último atraco cuando se llevó varias botellas de alcohol de una conocida cadena de supermercados. Un vigilante de seguridad lo interceptó y el ladrón lo amenazó un cuchillo. Terminó detenido, según comentan varios vecinos. "Empezaron vendiendo drogas, han ido ganando terreno y llega un momento en que los mismos Mossos d'Esquadra no pueden hacer nada. Los detienen y cuando salen se ríen de ellos en su cara", explica Francisco S.A.
513 FIRMAS PARA DESALOJAR EL EDIFICIO
Cansado de la sensación creciente de inseguridad, este vecino unió fuerzas con Isabel, otra vecina, para movilizar al barrio. Quieren entregar una montaña de firmas (de momento tienen 513) para pedir formalmente al ayuntamiento que tapie el edificio y desaloje a sus inquilinos. "Llegaron antes de la pandemia, pero tras el confinamiento se han desmadrado. Se han hecho mayores aquí y son los amos del barrio", cuenta Isabel, a quien este julio amenazaron por regar sus plantas en el balcón a las once de la noche.
El ayuntamiento del PSC asegura que conoce la "problemática", pero evita hacer declaraciones. Fuentes municipales argumentan que "la cuestión está bajo investigación policial". Desde la oposición, Ciudadanos ha hecho un seguimiento estrecho del caso, entrevistando con vecinos y trabajadores afectados. El portavoz del grupo y diputado del Parlament, Dimas Gragera, denuncia la "inacción del gobierno de Núria Parlon" y subraya la importancia de "defender la seguridad como un derecho básico". "Si perdemos este barrio perdemos la ciudad", avisa Miguel Padilla, uno de los cuatro concejales del partido.
EL CONFLICTO LLEGA AL PARLAMENT
El conflicto llegó al Parlament este 6 de octubre con una preguntada registrada por el partido naranja dirigida al Departamento de Interior. En la petición, el diputado Matías Alonso reclama medidas para terminar con los "diversos robos, agresiones y peleas tumultuarias protagonizadas por individuos que están okupando ese edificio". El texto también solicita medidas para terminar con el fenómeno de la okupación en Cataluña.
Si alguien conoce la actividad delictiva de este grupo es el dueño y los empleados de una frutería ubicada enfrente del edificio señalado. Desde el 19 de junio han presentado cinco denuncias a los Mossos d'Esquadra. El historial es largo: robos con violencia de día, robos con fuerza nocturnos, lanzamientos de piedras y objetos al personal y amenazas. En uno de los robos, el 11 de septiembre, se llevaron las llaves de la furgoneta del dueño. El 25 de septiembre el vehículo desapareció. Los responsables del local afirman convencidos que los ladrones y alborotadores viven en el edificio denunciado.
ROBO DE 7.000 EUROS EN UNA FRUTERÍA
El propietario de la frutería describe, resignado, los desperfectos y productos sustraídos durante las visitas indeseables. Una televisión rota, grietas en las vitrinas de la entrada, dos cajas registradoras vaciadas y dos impresoras robadas. En una ocasión se llevaron 7.000 euros guardados en un sobre. Las imágenes a las que ha tenido acceso Metrópoli muestran algunos de estos robos, cometidos a cara descubierta. El 9 de septiembre uno de los supuestos ladrones sacó un cuchillo a un policía que quiso detenerlo. El dueño declaró a los Mossos que teme por su vida y ha pedido medidas cautelares a un juez.
PELEASS Y ARMAS BLANCAS
Muchos recuerdan el incidente del pasado 16 de agosto cuando un joven se refugió en una panadería para evitar ser linchado por un grupito. Como otras tantas veces sacaron algún que otro cuchillo y amenazaron al perseguido. La trabajadora de la tienda, de unos 50 años, palideció y tuvo que ser atendida por una ambulancia al sufrir un ataque de ansiedad. Ese mismo día, un sábado, agredieron a dos personas mayores que les recriminaron alguna actitud y los lanzaron al suelo. Fueron atendidos por otra ambulancia.
Nadie tiene claro la identidad del propietario del edificio que perteneció a un matrimonio mayor. Los vecinos cuentan que lo compró un banco y se rumorea que, en algún momento indeterminado, todos los ocupantes ilegales de las viviendas recibieron 4.600 euros para abandonar el edificio. Esta redacción no ha podido confirmar esta circunstancia. Lo cierto es que se trata de un bloque "conflictivo", como confirman fuentes policiales. Las okupaciones se remontan al inicio de la pandemia y los pinchazos de luz y agua son generalizados.
UNA EMPLEADA: "ESTO ES MEJOR QUE NETFLIX"
"Esta gente debe marcharse de aquí", insiste Isabel, que describe la suciedad lanzada por la ventana y que cae sobre una protección del edificio.También son constantes la música a altas horas de la noche y las peleas con muebles volando entre los pisos. "Escuchas peleas y conversaciones que te hacen temblar", comenta Isabel. Los que menudean invitan a los que no lo hacen para sacarse dinero fácil en un bucle tóxico. "Esto es mejor que Neflix", resume con sorna una trabajadora de una tienda cercana.