La tercera ciudad más poblada de Catalunya durante el día, un municipio en las sombras durante la noche. Poco queda del barullo habitual de la que era la antigua Égara romana cuando cae el sol. La iluminación de la calle apenas deja entrever los grupos desperdigados que ocupan bancos y parques, aunque no hace falta luz para distinguir que no son muy amigables.
Terrassa cuenta con ciertos distritos y barrios conflictivos. Clara muestra de ello son las verjas que cortan el acceso a muchas calles o patios interiores entre edificios: se instalaron hace un año para evitar que los delincuentes pudiesen huir fácilmente de la policía municipal. La medida facilita el trabajo al cuerpo de policía local, pero no corta, ni de lejos, los problemas derivados del tráfico de drogas o las conflictivas bandas.
OKUPAS Y TIROTEOS
Una calle: la de Periodista Grané. La vía separa los barrios de Sant Pere Nord y Égara y es el punto más grande de venta de droga de toda Terrassa. A pocos metros, un edificio actualmente okupado supone una cruz para los vecinos. "Primero vinieron gitanos y ahora ya hay de todo", explican a Metrópoli. En su interior, la actividad ilícita predominante es precisamente la del trapicheo de drogas, lo que provoca tensiones entre distintos grupos.
La zona, de hecho, ha sido el escenario de diversos tiroteos a lo largo de los años. En septiembre de 2016 hubo una pelea con armas de fuego que dejó varios heridos, algunos menores. En diciembre del mismo año y en el mismo barrio, un hombre disparó a otro en un bar, supuestamente por un asunto pendiente por drogas.
BANDAS LATINAS
Según confirman fuentes policiales, en Terrassa predominan las bandas latinas. Sin ir más lejos, el último suceso grave lo protagonizó hace unas semanas un hombre de origen dominicano, "el Julio", que intentó secuestrar a una menor de 16 años. A Julio lo detuvieron los Mossos en un bar latino, también en Sant Pere, gracias a la activa colaboración de la madre de la víctima.
Sin embargo, los individuos que por la noche copan las calles y plazas de la zona son de origen magrebí o marroquí. "Son los que tienen todos los bares de por aquí", explican fuentes vecinales. Negocios que cierran persiana en cuanto ven un coche patrulla de la policía municipal.
LA OTRA FLORIDA
Una decena de hombres se concentran en la plaza del Pagès. Este pequeño gueto es un punto caliente de Ca N'Anglada, tal vez el barrio más conocido de Terrassa y no precisamente por buenas noticias. Los rostros de los que merodean por la zona están tapados por las capuchas que llevan puestas. Desafiantes, forman una línea y controlan la entrada a la ubicación.
El espacio recuerda a los bloques de la Florida de L'Hospitalet. De hecho, hay fans del rapero Morad: sus canciones se escuchan a través de las ventanas abiertas de algunos pisos. La policía, como es previsible, no es bienvenida. Piedras, petardos y algún cohete explosivo han ido a parar a los agentes que se han visto obligados a acudir alguna noche, explican algunos agentes a este medio.
El peligro es tal, que en abril de 2021 el Ayuntamiento de Terrassa y el Departament d'Interior de la Generalitat acordaron reforzar la presencia de efectivos de los Mossos con la Brimo y los ARRO. También se propuso la instalación de cámaras de videovigilancia en "zonas sensibles" de la ciudad, aunque la iniciativa no se ha materializado.
NAVAJAS Y DROGAS
Durante el recorrido nocturno, aparecen hombres con carros de supermercado que se dirigen a las fuentes públicas para llenar garrafas de agua. Algunos reposan en los bancos, aparentemente tranquilos.
"Les requisamos muchas veces drogas o incluso navajas", comentan fuentes policiales, que durante los patrullajes convencionales lidian con estos delincuentes, muchos de ellos afectados por una moda reciente: la inhalación de goma.
POLÍGONO
La zona de los polígonos recuerda al Chinatown de Badalona, pero quien ocupa las naves industriales es, en esta ocasión, la comunidad marroquí. La policía advierte: "Hay cuatro locales de shisha y los fines de semana son escenario de muchas peleas".
Se trata del espacio de ocio del municipio donde acuden decenas de personas, especialmente los viernes y los sábados. Sin embargo, lo apartado de la zona y la escasa iluminación propician los atracos y también las agresiones.
GUARDIA URBANA EN LUCHA
La situación de la policía municipal ha mejorado a lo largo de los años, pero el cuerpo continúa en lucha por sus jornadas laborales. Según han explicado, los funcionarios tienen una revindicación histórica de rebajar la jornada laboral a las 35 horas semanales. No obstante, el Ayuntamiento siempre se ha negado a hacerlo.
Dicha situación, denuncian, no ha cambiado a pesar de que la subida salarial planteada no será suficiente para equiparar el aumento de la inflación. También explican que, tras el acuerdo entre el Gobierno de España y los sindicatos, ahora se ha abierto una puerta a reducir la jornada laboral a las 35 horas.
NEGATIVA DEL AYUNTAMIENTO
Con todo, aseguran que, año tras año, los sindicatos han recibido un no por respuesta del Ayuntamiento municipal, que se excusaba en que no se podía hacer por una cuestión de normativa. Ahora, se enfrentan al silencio de la institución.
En este sentido, denuncian que la intención del consistorio de Terrassa es aprobar las condiciones laborales para 2023 sin contar con la aprobación ni la negociación con ningún sindicato.
Desde el sindicato no se explican por qué el Ayuntamiento ha optado por este silencio o esta negativa "ahora que son jefes" cuando el "responsable político de RR.HH es Isaac Albert, de ERC, partido que leyó un manifiesto a favor de la jornada laboral de 35 horas", explican. Y añaden que algo similar ocurre con el alcalde, Jordi Ballart, quien "hace unos años inició una lucha por la conciliación laboral y familiar" y sin embargo, ahora "ha evitado pronunciarse sobre el tema".
DENUNCIA DEL SINDICATO
En julio de 2020, el sindicato mayoritario en la policía municipal, el SPL-CME, denunció en Fiscalía la desaparición de multas: el caso fue que dos personas decidieron animar el confinamiento al vecindario en el 2019. A pesar de la buena intención, lo cierto es que la práctica estaba prohibida por el decreto de alarma.
Agentes de la policía local denunciaron a los vecinos, pero el cuerpo descubrió tiempo más tarde que no se estaban tramitando. El entonces regidor de seguridad, Xavier Fernández Rivero, justificó el "malentendido" asegurando que había sido un "descuido". En marzo de 2022, el concejal del partido Tot per Terrassa (el partido del alcalde, Jordi Ballart) presentó su dimisión supuestamente por motivos personales.