Estafas casi perfectas: tramitar la venta de un piso, formalizar los contratos a través de diferentes empresas inmobiliarias "fantasma" y, tras conseguir que sus víctimas realicen los primeros ingresos, desaparecer. Así actúa Vanesa B y lo lleva haciendo desde hace, por lo menos, dos años. Las denuncias por sus engaños ascienden a una cifra que ha hecho que los Mossos d'Esquadra investiguen a la sospechosa como parte de una "agrupación criminal", según han explicado varios afectados a Metrópoli.
Su modus operandi es similar en todos los casos pero cambia de cómplices, vías de contacto y ubicación. Siempre utiliza importantes portales para anunciarse y hay un dato que llama la atención: Vanesa B mantiene su identidad en todas las actuaciones. Ha cambiado de aspecto entre estafas pero nunca ha dejado de ser reconocible. "Lo tiene estudiado a la perfección. Ha sabido cómo actuar para conseguir el dinero y librarse de consecuencias inmediatas", explican los abogados de una de las víctimas de la estafadora. "Ahora solo queda esperar a que haya juicio y sentencia", añade. Varias víctimas se han puesto en contacto con este medio y aseguran que las estafas se han realizado con pisos de todo el Área Metropolitana de Barcelona (AMB).
Uno de los principales casos de estafa es el de V.C. y J.M.R., a quien Vanesa logró apropiarse de la reserva y las arras engañando también a los vendedores del piso. Eva Alcalde, abogada penalista de la pareja afectada, ha asegurado a Metrópoli que han iniciado un procedimiento penal contra ella y que están "a la espera" de una cita en los próximos días para la "vista de solicitud de prisión provisional" para Vanesa.
MÁS DE 43.000 EUROS
Otra de las afectadas es Marina (nombre ficticio) que, en conversación con Metrópoli, explica que quería comprar un piso en Terrassa y que Vanesa B. logró estafarle cerca de 10.000 euros. Además, asegura que mantiene contacto con una mujer que "llegó a perder 43.000 euros". "En mi caso, una vez confirmé mi interés, logró que ingresara la paga y señal (unos 5.000 euros) y otros 5.000 euros tras cerrar el contrato de arras con la propiedad", cuenta la afectada. La otra víctima, por su parte, llegó más lejos en el proceso y llegó a ingresar las arras a la inmobiliaria, que en esa ocasión se hacía llamar Fincas Pinés.
Cuando la chica confirmó que quería comprar el inmueble, no recibió ningún contrato de reserva, por lo que ella lo gestionó y se lo envió vía email a la inmobiliaria para la que supuestamente trabajaba la estafadora (Group House). Desde la empresa modificaron el contrato para incluir el número de cuenta donde realizar la paga y señal. No obstante, el CIF no concuerda con la empresa, sino que corresponde a Administradores Finques La Clau SL, en Sant Cugat: se trata, de nuevo, de otra organización "fantasma", con la que también operó la chantajista. Según asegura Marina, en las arras y en la reserva aparecen CIF distintos, lo que demuestran que utilizaban "referencias falsas e inexistentes".
CONTRATO DE ARRAS
La víctima empezó los trámites de compra de piso con el ingreso de la reserva el 30 de septiembre de 2021 y detectó que se trataba de una estafa en febrero de 2022. Antes de firmar el contrato de arras, la afectada contactó con un abogado para cerciorar que todo estaba en orden. Tras darse cuenta que en el pacto no firmaba uno de los propietarios, desde Group House –fantasma– lo cambiaron y Marina recibió el contrato de arras firmado por Cristina G –como representante de la inmobiliaria– el 19 de octubre.
Cristina G es, según las víctimas, una de las cómplices con las que ha trabajado Vanesa.
El 2 de noviembre Marina se personó en un despacho de la calle de Francesc Macià en Sant Boi de Llobregat para firmar el contrato de arras, donde se encontró con Cristina. Tras cerrar el acuerdo, la afectada ingresó 5.000 euros en el mismo número de cuenta donde realizó la reserva del piso.
FECHA DE COMPRAVENTA
Según explica Marina, Vanesa le ofreció las llaves del piso el mismo día en el que firmó el contrato para avanzar las reformas que tenía pensadas y ella declinó la oferta. El día 11 de noviembre un tasador –contratado por la víctima– acudió al piso para continuar con los trámites.
Pasado este trámite y durante diciembre de 2021 el contacto con la acusada fue mínimo. La fecha de firma de la compraventa se estipuló, como máximo –según el contrato– para el 15 de enero del 2022. A lo largo de este mes, cada vez que la perjudicada contactaba con la timadora, ésta evitaba las conversaciones argumentando que estaba "enferma" o "de vacaciones". Además, durante este tiempo la chica recibió un email en el que se informaba de un cambio de número de contacto.
CONTACTO FALSO DE LA PROPIEDAD
Pasada la fecha estipulada para la venta, durante todo enero y febrero, la víctima recibió cambios de fecha constantes para firmar la compraventa. Delante de las evasivas, la denunciante solicitó el contacto de la propietaria del piso para ponerse en contacto directamente con ella en caso de necesitarlo.
El 17 de febrero de 2022 Marina recibió una llamada de una gestora (Elnar Asociados) informando, en nombre de Vanesa, de que se anulaba la última cita de compraventa estipulada. Tras la llamada, Marina se puso en contacto con la supuesta propietaria, M.H, que también dio respuestas evasivas para no tener la cita y formalizar la compraventa. En ese momento las sospechas de estafa de Marina aumentaron y, tras investigar por su cuenta, encontró el número real de la propietaria.
RESIDÍA EN EL PISO
En ese momento la historia dio un giro: Marina descubrió que Vanesa era inquilina del piso que pretendía venderle y que llevaba cinco meses sin pagarle el alquiler a M.H. y que "estaba denunciada por ello". Además, la propietaria le explicó que vivía en Cantabria y le confirmó que el piso era de su propiedad pero que no tenía el piso en venta. Fue entonces cuando la chica se dio cuenta de que había sido víctima de una estafa y Vanesa rompió todas las vías de comunicación con ella.
DIFERENTES EMPRESAS
La estafadora empezó su trayectoria con una empresa llamada Fincas Bermúdez, ubicada en Terrassa, y, hasta la fecha, ha operado bajo tres nombres más: Group House, Fincas La Clau S.L y Fincas Pinés. Metrópoli se ha puesto en contacto con varios clientes del que fue el primer negocio de Vanesa y sus testimonios coinciden en que era "todo un engaño".
La delincuente llegó a anunciar esta primera inmobiliaria como un concepto "transformador" de la venta de pisos, utilizando su propia imagen para hacer promoción de la empresa. Actualmente no consta con página web y la dirección que publicitan en Internet no es real: supuestamente se ubicaba en el número 87 del paseo del 22 de Julio de la localidad. Diego, que fue uno de sus clientes hace un año, explica que también llegó a darle la reserva para un piso y, a partir de ahí "dejaron de contestar" a sus llamadas. Después de insistir –llegando a hacer "más de 20 llamadas diarias para recuperar la fianza"–, desde la empresa alegaron que "no podían venderle el piso porque la dueña era racista y él era de origen latino". En su caso, amenazó a la empresa con denunciarles y, después de una "larga espera", logró que le devolviesen la fianza.
En Fincas Bermúdez también constan casos de estafa en alquiler de pisos. Es el caso de Adrián, que asegura que le hicieron la reserva del piso, le retuvieron el dinero y, pasado un mes, le dijeron "que la vivienda no se podía alquilar con excusas".
EVITÓ LA ESTAFA
En el caso de Marina la estafadora residía en el piso que intentó comprar. No obstante, en la mayoría de casos como el de Juan o Edgar (nombres ficticios), Vanesa actuaba como intermediaria como en cualquier operación inmobiliaria habitual.
Juan estuvo a punto de perder 2.000 euros pero consiguió recuperarlos al tenderle una trampa a la timadora. Según informa el afectado a este medio, Vanesa le explicó que trabajaba para Fincas Pinés, como en el caso de la chica que llegó a perder 43.000 euros. Juan explica que desde un principio tuvo "ligeras sospechas" sobre ella por el valor de las prendas que llevaba siempre, demostrando un estatus social muy alto.
'MODUS OPERANDI'
Juan contactó con Vanesa a través de un portal inmobiliario, igual que en el resto de casos. "Era un anuncio típico y concertamos una cita a través de la web" explica. Después de hacer la visita de la casa –de la que la acusada no tenía las llaves con los propietarios dentro--, les garantizó "una rebaja de 20.000 o 30.000 euros" respecto al precio inicial. "Nos decía que podía llegar a ese precio y que lo negociaría con los propietarios" cuenta el afectado.
La víctima explica que antes de dar la paga y señal –que Vanesa les exigió para poder negociar el precio– investigaron y no encontraron ninguna página web ni referencia a Fincas Pinés. Entonces, el día en el que habían acordado la firma, le preguntaron por qué no había rastro de su supuesta empresa. "Nos explicó que se estaba mudando de oficina, que era una empresa nueva y que la página estaba en construcción", dice Juan. "Nos llegó a pasar un prototipo de la web que, la verdad, parecía bastante falso, pero al final nos convenció", añade.
COWORKING
Tras estas primeras sospechas, quedaron en la supuesta oficina de Fincas Pinés, ubicada en la calle de Muntaner de Barcelona y le dieron 2.000 euros de paga y señal. A Juan le sorprendió que en la supuesta sede de la inmobiliaria, que se encontraba en un coworking, no había ni ningún rótulo de inmobiliaria ni ninguna referencia a su número de API.
Tras firmar el contrato, en el que aparecía el nombre, apellidos y DNI de Vanesa, encontraron referencias a sus estafas en varios foros de Internet. Según relata Juan, la farsante le garantizó que el día después de que él le diese la paga y señal había quedado con los propietarios para negociar la propuesta. El afectado, como tenía el contacto de los dueños, decidió llamarlos para contrastarlo y descubrió que era falso.
CONFIESA LA ESTAFA
Fue entonces cuando Juan informó a los propietarios que sospechaba que todo se trataba de una estafa y decidió tenderle una trampa a Vanesa. "Le dije que estaba muy interesado y que aumentaba mi oferta", explica. "Para volver a citarme con ella le dije que le daría más dinero de señal y ella aceptó encantada pidiéndome 5.000 euros", añade.
Volvieron a citarse en la oficina de la calle de Muntaner y él le dijo que "lo sabía todo" y que le devolviese los 2.000 euros. "Al verse entre la espada y la pared me los dio", explica. Entonces, llamaron a los Mossos e identificaron a la mujer, a la que inmediatamente "relacionaron con otros casos similares".
Al cierre de este artículo Metrópoli no ha podido contar con el testimonio de la acusada, Vanesa B. No obstante, su presunto abogado ha asegurado a este medio que desde su despacho se encargan de la defensa de la estafadora en todas las denuncias que le constan.