La "escopeta siempre cargada". Una tensión constante y la alarma puesta. Es como describen algunos vecinos del barrio de Sant Cosme de El Prat de Llobregat su día a día, especialmente el de aquellos pequeños propietarios de negocios. Los que no tienen la suerte, como ellos mismos indican, de ser "amigos" de la "gente adecuada".

"Ya los veo venir de lejos y depende de la pinta que traigan, los dejo pasar o no". Es la voz de Bea, un nombre ficticio de una comerciante del barrio que prefiere mantenerse en el anonimato. La mujer vive atemorizada, aunque admite a Metrópoli que la espiral de violencia ha disminuido si lo compara con los dos primeros años de apertura del negocio. 

Barrio de Sant Cosme en El Prat / METRÓPOLI

RITUAL DE "BIENVENIDA"

"Los dos primeros años fueron terribles", rememora Bea. La narración de los hechos recuerda a una especie de rito de iniciación: "Me pinchaban las ruedas del coche, me lo rayaban. En cosa de dos meses nos robaron hasta una decena de veces". Sin embargo, la mujer no encontró el apoyo necesario en los negocios vecinos cuando acudió a los más veteranos a pedir ayuda: "Todos me decían que era algo normal y que pasaría cuando ya llevase algo más de tiempo por aquí".

Las predicciones se cumplieron. Los ataques al negocio de Bea se redujeron, pero la sensación de inseguridad no se ha ido del todo: "No tengo miedo a algo físico, pero las malas palabras, el tono, la manera en la que se dirigen a mí y a mis trabajadores... Eso pesa mucho", asegura la mujer, que cuenta en voz baja su experiencia en un despacho del interior de su tienda a la vez que vigila quién entra y sale.

SEGURIDAD CON FECHA DE CADUCIDAD

La propietaria también ha explicado que, a raíz de estos violentos episodios, se reunió con los Mossos d'Esquadra y la Policía Local de El Prat: "Fueron bastante atentos y me proporcionaron una vigilancia extra", reconoce Bea. Diversos coches patrullas se turnaban para dejarse ver más frecuentemente por la calle de su tienda, lo que pareció disuadir a los ladrones y delincuentes. 

Sin embargo, la medida de protección duró poco, "un mes o poco más". Una vigilancia adicional limitada que el Ayuntamiento, contactado por este medio, no echa en falta, ya que "hay un contacto habitual de la policía de proximidad con los representantes del tejido comercial y las visitas a comercios de la ciudad y del barrio". El consistorio asegura que la policía "vela" para que los hechos que Bea narra en esta pieza "no se repitan".

El barrio de Sant Cosme, uno de los más conflictivos de El Prat / METRÓPOLI

"NADIE QUIERE SER UN CHIVATO"

Algunos nombres se repiten en las conversaciones que este medio mantiene con distintos comerciantes de Sant Cosme. "Siempre son los mismos", aseguran. Personas, delincuentes, más que conocidas en esta zona de El Prat, algunos habitantes en las famosas "casas blancas". Un vox populi que no traspasa las fronteras del barrio: "Todos sabemos quiénes son, pero ahí se queda. Nadie quiere ser un chivato", explica Bea, a la que le costó entrar en esta dinámica de la omertá o ley del silencio, aunque ahora ya forme parte.

El tráfico de drogas es el delito que más destacan las fuentes policiales no oficiales consultadas para este artículo: "Las plantaciones y el menudeo es lo que más destaca aquí", aseveran. No tanto la presencia de drogadictos como hace años, aunque estos también ocasionan problemas: "Hemos recibido algún aviso porque se enfadan cuando en las farmacias les niegan jeringuillas", explican los agentes.

PROBLEMAS RACISTAS

El servicio de Prevenció i Gestió de Confictes de Convivència de Sant Cosme niega rotundamente que haya una problemática específica de robos o amenazas en ningún establecimiento del barrio. Fuentes municipales remiten a los datos de las actuaciones policiales del 2022: "La Policía Local de El Prat realizó 1.911 actuaciones en la zona". Además, aluden a una app de seguridad ciudadana que el 90% de los comerciantes usan a través de su teléfono móvil y permite conectar los establecimientos con comisaría para avisar de cualquier problema de forma "discreta, directa e inmediata".

El único problema reciente que el equipo de Lluís Mijoler reconoce es acoso racista a una tienda de "conveniencia" que regenta una persona de origen marroquí, aunque aseguran que el conflicto ya se ha atajado.

PERCEPCIONES DISTINTAS

El gobierno municipal insiste en negar los problemas de inseguridad de Sant Cosme y defiende a capa y espada la "alta presencia policial" de la zona. Con todo, este medio ya se ha hecho eco de los ataques que han sufrido algunos repartidores de Amazon y también ambulancias del SEM, a las que han robado material en diversos servicios.

Además, un sector de la policía califica el barrio como "territorio comanche" y aseguran que las patrullas fijas que se destinaban a Sant Cosme hace años desaparecieron en 2016.

 

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