Núria Parlon Gil (Santa Coloma de Gramenet, 1974) es enérgica. Habla rápido, mueve las manos, y con ellas defiende un discurso que tiene interiorizado, que ha trabajado con intensidad, y que difunde en el seno de su propio partido, el PSC, como secretaria de políticas de seguridad. Es alcaldesa desde 2009, y gobierna con mayoría absoluta en la localidad desde 2015. En su despacho, sobrio, destaca la fotografía de Charles Chaplin con un niño. Es el póster de The Kid, la película muda de 1921. Y en ese espacio, en el Ayuntamiento, Parlón se explaya sobre las políticas que aplica en la localidad, con una idea que refleja en varias ocasiones en esta entrevista con Metrópoli: “Sin seguridad no hay democracia”. Asegura que se siente “muy cómoda en el PSC con Salvador Illa”, donde cada dirigente, cada responsable, tiene un papel concreto y definido. Y Parlon, en la familia socialista, en todo el área metropolitana, ha logrado ser un referente: todos los alcaldes hablan ahora de seguridad, no se esconden y dan cara, con un mensaje también claro: “La izquierda debe tener respuestas sobre una cuestión que preocupa mucho al ciudadano”. Esta vez, Parlón, tendrá como adversario a un político conocido y popular, el republicano Gabriel Rufián, pero la alcaldesa de Santa Coloma cree que no tendrá una incidencia electoral. “Se le nota que viene forzado”, señala.
Santa Coloma de Gramenet forma parte del cinturón rojo metropolitano con un gobierno socialista al frente desde hace muchos años. ¿Cómo encara estas elecciones?
Las elecciones de mayo de 2023 las encaramos con mucha fuerza, energía y vitalidad. Que lleve tantos años al frente del gobierno no es algo banal ni surge de un optimismo naif: es el resultado del trabajo hecho. Creo que hemos transformado la ciudad y esa imagen estereotipada y menospreciada de Santa Coloma ha cambiado. Justamente en el reconocimiento de los Premis Ciutat que organizamos el pasado martes se pudo ver el transformador magma social que tenemos, que garantiza derechos, una buena convivencia, reconoce la pluralidad y diversidad y no se olvida de los orígenes de las entidades. El gobierno socialista ha contribuido de forma clara a generar un clima de consenso y participación. Tenemos muchos proyectos que ayudarán a mejorar la realidad de los colomenses.
En relación a los datos del paro que se han publicado recientemente, el Centre de Formació Marie Curie es uno de estos grandes proyectos.
Es una de nuestras grandes apuestas a nivel municipal para apoyar la ocupabilidad de las personas con una formación competitiva en nuevos sectores profesionales. La Ciba también irá en la misma línea y pondrá en marcha un pull de formación en profesiones steam, en nuevas tecnologías. Un elemento clave de esta formación es lo que haremos con Factoría F5 con una formación específica para que las mujeres puedan ser competitivas en este ámbito. Además, crearemos un espacio de atracción de proyectos empresariales mixtos que tengan como finalidad la ocupación de mujeres. Tanto el Marie Curie como la Ciba son dos pulmones de la ciudad que nos ayudarán a superar una de las principales dificultades que Santa Coloma todavía tiene: mejorar las condiciones ocupacionales de la población para que el nivel de renta sea mayor. La mejor política social que se puede hacer es generar empleo, especialmente para los colectivos más necesitados: jóvenes, mujeres y mayores de 45 años.
Otra gran cuestión que afecta a poblaciones del Área Metropolitana de Barcelona (AMB) es la vivienda. ¿Qué se ha hecho y qué considera que hay que hacer en colaboración con otras administraciones?
Este es el gran reto. La vivienda es un derecho que hay que garantizar. Tenemos un modelo de administración pública complejo en España en el que se hace difícil saber las competencias de cada organismo, pero la de la vivienda, aquí en Catalunya, es de la Generalitat. En Santa Coloma hemos complementado esa competencia: por una parte, hemos trabajado en las políticas de rehabilitación de edificios para mejorar las viviendas que no eran adecuadas. El parque de viviendas está envejecido y es importante mejorar este aspecto. Por otra parte, hemos aprobado un nuevo plan que nos ha permitido duplicar la previsión de viviendas en la ciudad para proporcionar el acceso. Por ejemplo, en aquellos barrios donde, por la orografía, no hay tantos pisos, se facilita que los locales en desuso tengan cédula de habitabilidad para destinarlos a colectivos determinados.
¿Cree que la Generalitat debe asumir mejor sus competencias?
No puede ser que la Generalitat deniegue ayudas, que son fundamentales, a un montón de gente porque se han quedado sin presupuesto. No nos pueden denegar la posibilidad de tener una política efectiva de vivienda. Podemos comprar pisos por tanteo y retracto y lo hacemos. También damos terrenos al Institut Català del Sòl (INCASOL) y al Instituto Metropolitano de Promoción de Suelo y Gestión Patrimonial (IMPSOL). Por otra parte, tenemos una promoción de 36 viviendas y, en el marco de la estrategia del Besòs, nuestra ciudad tendrá más de 1.400 viviendas nuevas. No hay que olvidarse tampoco de conciliar la libertad de los propietarios para alquilar sus pisos con una regulación de los precios del alquiler para que no se cometan abusos. Es un trabajo de las diferentes administraciones.
Cuantas más viviendas, parece que hay un problema que crece en paralelo: el de la okupación.
La okupación afecta de manera muy sangrante a toda Catalunya. Los últimos datos dicen que ha disminuido porque hay medidas más estrictas para combatirla, pero seguimos teniendo un problema. No puedo entender que una concejal de ERC, que tiene las competencias a día de hoy en el gobierno, diga que ella, como madre, se plantearía okupar una vivienda. Me parece una dejadez de funciones escandalosa porque la okupación no es una solución. Tampoco hay okupaciones buenas y malas: no se deben dar. De las que no generan problemas, nadie se entera, pero la mayoría están ligadas a actividades ilícitas y a comportamientos incívicos que los vecinos no tienen que aguantar. Los alcaldes socialistas trasladamos en su momento nuestra preocupación a Salvador Illa y él adoptó una posición clara. En Santa Coloma hemos sido pioneros: desde noviembre, con el apoyo de los juzgados, podemos actuar como administración para mantener una buena convivencia. En Mataró también se hace. En la medida de nuestras competencias daremos respuesta, pero me reafirmo en que la falta viviendas no justifica que se okupe. Entonces, si se justifica, el mensaje que damos a la ciudadanía que es responsable y paga impuestos y alquiler no es el correcto.
¿Cómo valora la seguridad en Santa Coloma?
Aquí pasa lo mismo que con la vivienda. La política de seguridad es competencia de la Generalitat y de los Mossos d'Esquadra, pero es cierto que en las grandes ciudades se ha hecho un esfuerzo porque las policías locales puedan complementar parte de esta labor. En Santa Coloma hay una muy buena coordinación con Policía Nacional, Guardia Civil y Mossos d'Esquadra. Incluso en los momentos en los que hemos ido más cortos de efectivos se ha podido dar una respuesta adecuada a la actividad delictiva en clave de seguridad ciudadana. Luego están las percepciones, que es cómo de seguro te sientes tú en tu barrio. Esto lleva a un clima de inseguridad que se tiene que trabajar con otras medidas como la mediación comunitaria, en la que también hemos sido pioneros. Yo, como alcaldesa, me comprometí a intentar acabar este mandato con 140 policías en la plantilla local. En 2019 teníamos 88.
¿Cómo ha mejorado la Policía Local?
Hemos mejorado su capacidad de actuación. En situaciones de conflicto en los que una patrulla es insuficiente o se da una pelea en una plaza pública interviene la USIR, la unidad especializada para dar una respuesta adecuada a conflictos de estas características. Muchas noches hay que dar gracias de los cinco coches de Policía Local que tenemos porque la comisaría de mossos está en cuadro. Con el conseller Miquel Buch conseguimos 13 mossos más y, a día de hoy, no queda ninguno de ellos. Nos han dejado en un momento en el que las problemáticas han evolucionado y son distintas y más complejas que hace años. La apuesta que hemos hecho es que la seguridad es un bien público. Sin seguridad no hay democracia y no se puede ejercer la libertad de cada vecino. Seguiremos ahondando en ello porque si no, solo tendrá seguridad aquel que se la pueda pagar. Hay que ponerla al mismo nivel que otras políticas públicas como la sanidad o la educación.
En este sentido, usted ha arrastrado un poco a los alcaldes metropolitanos: "La seguridad es de izquierdas y no se la puedes dar a la derecha", viene a decir.
La seguridad no es ni de izquierdas ni de derechas. Siempre ha habido un tabú y parece que si no se habla de ello, es porque todo va bien. No news, good news. Pero en el momento en el que vivimos, de globalización, donde se ha sofisticado la delincuencia y hay tanto movimiento en las redes sociales, hay que dar cuenta de lo que se hace. La gente quiere sentirse segura y es un error por parte de la izquierda defender un modelo de seguridad que solo es punitivo y de control. Nosotros hemos desarrollado la policía de proximidad y el briefing ciudadano. La furgoneta se pone en la calle y los agentes escuchan los problemas de la gente. Esto generaba reticencias en un principio, pero ahora nos está dando una información sobre la ciudad importantísima. La ciudadanía confía en una policía próxima y cercana. La izquierda tiene que defender un modelo progresista y eficaz y para mí es gratificante, como responsable de seguridad del PSC, ver que el resto de alcaldes y alcaldesas lo hacen.
¿Cómo se puede justificar la actuación de la Generalitat en temas de seguridad? ¿No tiene más efectivos y peca de ineficacia o hay un criterio político que no interesa reflejar?
Me gustaría pensar que esto último no es así porque entonces estaríamos hablando de un problema mayor. La Generalitat ha tenido las mismas dificultades que las del ámbito local, pero nosotros hemos hecho los deberes. Sacar promociones de agentes es complejo porque requiere recursos, dinero, y de una formación que se dilata en el tiempo. Me parece bien que las últimas promociones se hayan concentrado en Barcelona, pero no hay que olvidarse del resto de municipios. Por suerte, tenemos una buena coordinación y hemos intentado resolver los problemas, como las jubilaciones anticipadas, porque creemos que la seguridad va a ser una política clave en los próximos años, aunque lo ha sido siempre. Me gustaría que nuestra ciudad tuviese los efectivos que se merece, pero estoy muy orgullosa de poder decir que hemos afrontado noches difíciles, con reducciones de jornadas, permisos, bajas, jubilaciones y, aún así, hemos estado en el límite de la cobertura que debe tener una ciudad de 120.000 habitantes.
¿La llegada de un candidato en ERC como Gabriel Rufián puede complicar el mandato socialista?
Sinceramente, creo que no nos afectará especialmente. Es una estrategia de ERC, que ahora tiene una crisis de identidad. El partido siempre ha tenido dos almas: una constructiva con Pere Aragonès, que entiende que el procés ha entrado en una vía muerta y confía en una mesa de diálogo, y la otra que continúa anclada. Gabriel Rufián, que ahora ya no tiene a Joan Tardà al lado, está un poco en tierra de nadie. Es un candidato popular que se forja para jugar a eso: el 'charnego' indepe que da caña y es el azote. Aterriza en la política municipal con esas formas, pero al mismo tiempo tiene unas contradicciones que lo convierten en un mal candidato: todavía gobernaban con JuntsxCat y llamaba "tarado" a Carles Puigdemont, por ejemplo. Votaba en contra de la reforma laboral e insultaba a Joan Coscubiela. Esto en la política local no sirve. A mí me da la sensación de que viene forzado. Él mismo ha dicho que viene porque Oriol Junqueras se lo pidió, además de que no va a dejar el Congreso de los Diputados. Hombre, pues muy motivado no viene. Su estrategia de desprestigio, insultos y degradaciones al adversario no es buena. No se puede estar en misa y repicando: dices que el PSOE es el demonio, pero pactas los presupuestos. Hay que tener un poco más de consistencia.
En unas declaraciones, Rufián ha asegurado que el PSC no le cede locales para hacer sus mítines.
Eso es mentira y no es algo opinable. No hay ninguna instancia en la que se pida la cesión de un espacio para un mítin suyo. Lo que hay es una consulta informal de un concejal de su equipo que pregunta si podían grabar un programa de una televisión privada en el teatro. Se miran fechas, no son compatibles y se le dice que no verbalmente, ni siquiera por escrito. Se les han concedido todos los espacios. La mentira en política no es buena porque te resta más que te suma. La estrategia del advenedizo que viene aquí e insulta el trabajo de los demás no es creíble y menos cuando su discurso, hace poco, era que en Santa Coloma no ganaba el PSC, sino que ganaba Núria Parlon. Además, quiero saber si cuando me llama cacique también opina lo mismo de Dionís Guiteras, que lleva gobernando en Moià los mismos años y sería, por tanto, según su visión, tan cacique como yo.
¿Cree lo mismo del nuevo candidato por el PP, Miguel Jurado?
La de Jurado es una decisión que no ha sentado del todo bien a la ejecutiva local, porque dimitieron prácticamente todos sus miembros, pero es un movimiento propio de los partidos en campaña. No sé lo que pasará, pero a diferencia del tono de Rufián, el de Miguel es un tono educado. Como mínimo no nos insulta ni nos degrada. Sí que creo que tendría que haber un cierto arraigo de los candidatos al territorio, pero creo que adopta unas posiciones correctas.
Usted ha dicho en alguna ocasión que Illa ha cerrado las heridas que había en el PSC. ¿Qué ha pasado?
Yo ahora mismo considero que tenemos un buen líder para proponer un cambio en Catalunya, de maneras de hacer y para reivindicar el papel que Catalunya ha tenido siempre como motor en España. Salvador Illa va a jugar un papel clave. Yo estoy muy cómoda en el partido con las funciones que me encargó, que son las de seguridad ciudadana y estoy muy bien, en un momento muy plácido. Mejor que nunca.
Hay voces que apuntan que falta un gobierno metropolitano mucho más efectivo o que la Generalitat tuviera como prioridad el área metropolitana.
El AMB, en este último mandato, ha hecho esfuerzos por crear un espacio de autoridad que ayude a compensar los desequilibrios naturales entre Barcelona y el resto de municipios. Parece que el Besòs ha quedado en segunda línea, pero esto se está subsanando. La Generalitat entró en el Consorci del Besòs, por ejemplo, junto con el AMB y se ha disuelto el Consell Comarcal porque se consideraba que duplicaba funciones. Esto último nos ha dado muchísimo trabajo, incluso a veces de reconocimiento de facturas porque nadie se hacía cargo. Dicho esto, el Besòs es un territorio de oportunidades, pero no podemos negar que tenemos unas debilidades implícitas que se han de resolver con una mirada de discriminación positiva. Esto quiere decir recursos para acabar con el barraquismo que se da lamentablemente en la frontera con Montcada y acabar con los indicadores de vulnerabilidad tanto en Santa Coloma como en Badalona y Sant Adrià. Que no solo se ponga el foco en el proyecto de las Tres Chimeneas. La infraestructura del río es un espacio privilegiado, tenemos el campus de la alimentación en Torribera, el campus de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) en Sant Adrià, el pull sanitario con Can Ruti y la Guttmann en Badalona... pero hay unos problemas graves de infraestructuras que hay que solucionar.
¿Sería preciso una figura destacada de un alcalde metropolitano, quizás?
Tenemos un parlamento metropolitano de alcaldes y nos tiene que servir para hacer políticas que nos ayuden a optimizar recursos y programar y definir estrategias de transformación. El AMB es fundamental y ha ayudado al Ayuntamiento a llevar a cabo proyectos. A partir del modelo de rehabilitación que hicimos en Santa Coloma, se extrapoló al AMB en el marco de espacio de vivienda. El bicing metropolitano, que servirá para mejorar la movilidad, también viene del AMB. Es más que una repartidora como algunos han querido decir, pero creo que en el futuro se han falcado las piezas clave para que sea ese parlamento metropolitano que ayude a resolver las singularidades de cada territorio. El AMB y la Diputació de Barcelona ya no son las financiadoras donde no llegaba la Generalitat y esto, en parte, es gracias a la determinación de Núria Marín como su presidenta.
¿Hasta qué punto beneficiaría a los alcaldes metropolitanos que Jaume Collboni sea el alcalde de Barcelona?
Que los socialistas podamos volver a gobernar Barcelona es fundamental para culminar esta estrategia de transformación de Catalunya de nuevo en el conjunto de España como motor. Creo que estas elecciones serán ajustadas, pero tenemos posibilidades de tener la alcaldía. En la misma línea, pienso que Maria Eugènia Gay puede aportar mucho a la candidatura de Jaume, sin ninguna duda.