Operación Baetulo: Así combaten los Mossos d'Esquadra la delincuencia mientras Badalona duerme
La comisaría del barrio de Pomar cumple 20 años y, por primera vez desde su inauguración, lo hace abriendo sus puertas a Metrópoli
6 mayo, 2023 00:00Noticias relacionadas
No se mueven con el dedo permanentemente posado en el gatillo de la pistola ni prueban la droga incautada con el dedo meñique para determinar su pureza. Tampoco manipulan el arma libremente por los pasillos de la comisaría y no se desplazan sin antes avisar a todo su pelotón o, en este caso, a su 'escamot'. La realidad de los Mossos d'Esquadra se aleja de cualquier relato de ficción, de esos que copan a menudo la gran pantalla: persecuciones in extremis que arriesgan la propia seguridad de los agentes, peleas que se desbordan y pueden acarrear graves consecuencias, búsqueda apresurada de fugitivos y, cada vez más, falta de respeto y autoridad hacia los agentes de la policía catalana.
Los Mossos d'Esquadra celebran 20 años de presencia policial en Badalona, uno de los municipios más calientes de toda Catalunya. Por primera vez desde que comenzaron a patrullar las calles del municipio, los agentes abren las puertas de la comisaría, situada en el barrio de Pomar, a un medio de comunicación: Metrópoli sale a la calle con ellos mientras la ciudad duerme.
GRUPO DE 'ESCAMOTS'
Se prevé que el turno sea intenso. Un viernes noche, Badalona cobra vida en todos los sentidos y este no es una excepción: poco más de una hora antes de que comience el briefing de las 22:00 horas, los ánimos se han caldeado en el barrio de Sant Roc. El robo de un pollo asado ha provocado una brutal pelea que se ha saldado con un herido por navajazo y cuatro detenidos. Y no es todo. Los agentes de la tarde han realizado en este cambio de turno la 'entrada' de un detenido por violencia de género. Un total de cinco apresados que dan la bienvenida a los agentes nocturnos.
El sargento Marc estará al mando en este servicio. Sobre él recaerá la distribución de los agentes y la seguridad, tanto la de la ciudadanía como la de los suyos. A la vez que detalla a este digital cada paso, el mosso organiza mentalmente los 'escamots' o patrullas que cubrirán las calles, entre ellos uno de paisano. Una vez el cap de torn ha dispuesto a sus agentes, empieza el ajetreo: los ya uniformados policías se dirigen a por el material. En el trayecto, una de las áreas de la comisaría más transitadas es la llamada 'zona fría': situada justo enfrente de los casilleros que almacenan las pistolas de cada guardia, el cubículo, que no es más que un pequeño rincón, está recubierto de un material especial en el que no rebotan las balas en el caso de que se escapara alguna mientras los agentes manipulan su arma reglamentaria. Toda precaución es poca.
OKUPACIÓN
Los coches salen de comisaría en una dirección distinta. La idea es cubrir el máximo terreno posible, algo complejo en la cuarta ciudad más poblada de Catalunya. Si los ánimos están tranquilos, cada 'escamot' realiza la tarea de prevención: patrulla por las calles y vigila que no se produzcan incidentes destacados. Sin embargo, esta noche la calma se rompe rápido. Ni media hora después, el sargento Marc y su compañero tienen que acudir a un servicio en la calle de Pere Martell, en el barrio de Sistrells. Se trata de una okupación de un local por parte de un grupo de personas, una de ellas con un requerimiento judicial. Es decir, asuntos pendientes.
Cuando el apoyo llega al lugar, los vecinos más curiosos ya se han congregado en la calle. Contra la pared hay un hombre y sentado en el suelo, otro. El dueño del bajo, que ha acudido a su propiedad tras recibir el aviso, también se encuentra ahí y explica a este medio lo sucedido. Al parecer, no es la primera vez que los hombres invaden el espacio, por lo que se produce la primera detención del turno.
CACHEO MINUCIOSO
El traslado de un detenido a dependencias policiales es rápido. A las 23:04 horas, los agentes cachean cuidadosamente al arrestado, al que casualmente encuentran una bolsa de droga. Un "pollo", como se le conoce coloquialmente. Tras ello, se le toman las huellas en un sistema mucho más modernizado y completamente digital al que los espectadores de las películas de acción están acostumbrados a ver.
Tras estos pasos, que los agentes realizan de manera casi automática, el hombre coge una colchoneta y una manta, dispuesto a pasar la noche en las celdas de la comisaría. También se le proporcionará la cena: un bocadillo, una bebida y un café.
AMENAZA CON NAVAJA
A las 23:20 horas, 16 minutos después del traslado del detenido, el sargento vuelve a las calles. Esta vez el destino es la calle Liszt, fronteriza con el municipio de Santa Coloma de Gramenet. Los mossos han recibido un aviso ciudadano sobre un hombre encapuchado que estaría amenazando, presuntamente, a la gente con una navaja. Marc lo explica: "Primero irá la patrulla de paisano para ver si detectan algún movimiento". Mientras los 'fura', que es como se conoce a los agentes camuflados, vigilan el binomio del sargento que espera en otra calle algo más apartada.
Minutos después, tras no recibir novedades, el vehículo policial logotipado comienza a circular con las luces encendidas, en modo "prioritario": "Así, quien haya visto al hombre sabrá que estamos por aquí y podrá acercarse a nosotros". Sin embargo, todo queda en una falsa alarma.
DETENCIÓN IN EXTREMIS
El momento más tenso de la noche llega a la medianoche. El 'escamot' del sargento se ha desplazado hasta Sant Roc, el punto más vibrante de todo el municipio. Pero el incidente no se producirá en las calles del famoso barrio, sino todo lo contrario. Una comunicación por radio de la patrulla de paisano hace saltar las alarmas. Los 'fura' han localizado una pelea en el Centre: dos jóvenes enfrentados se agreden el uno al otro. Cuando una de las policías los requiere, los chicos, lejos de cesar el conflicto, aumentan su agresividad. El servicio se está descontrolando y la compañera pide ayuda.
Un trayecto que se recorre a toda velocidad. Marc y su compañero aprietan el acelerador, encienden las luces y activan la sirena. La situación es preocupante, tanto que los de paisano temen por su integridad física y así lo comunican al resto del equipo. Mientras el coche vuela, la agente avisa: "¡Ha salido corriendo!". Uno de los implicados en la disputa ha desobedecido gravemente a los agentes y ha huido a toda prisa.
Cuando varias patrullas llegan al lugar de los hechos, en Pompeu Fabra, el fugado ya está reducido en el suelo. El otro espera contra la pared. Este último será denunciado por la ley de protección de seguridad ciudadana, "por falta de respeto", detalla el sargento, "que es más grave que una desobediencia leve".
INCENDIO DE CONTENEDORES
La ciudad bulle bien entrada la madrugada. Algo que tampoco es "lo más habitual", bromean algunos agentes de la sala. En tres horas de turno, los Mossos d'Esquadra han detenido a nueve personas. Sin embargo, la informal conversación en comisaría tras la persecución del joven, que también sirve para relajar tensiones, finaliza por la entrada de otro servicio. Este incidente sí que está, por desgracia, más visto: un grupo de jóvenes ha quemado varios contenedores en la calle de la Independència.
Cuando la patrulla llega al lugar, los Bomberos ya están extinguiendo el incendio. Además, un agente de la Guardia Urbana que ha cortado la calle les indica a los mossos que los presuntos autores, un grupo de encapuchados ha huido y podría encontrarse todavía rondando la zona.
IDENTIFICACIÓN
Comienza la búsqueda. Los guardias hacen una rápida batida por la zona. Dan el alto e identifican a cada chico que coincida con las características de los potenciales pirómanos. Algunos reaccionan con tranquilidad mientras los agentes inspeccionan sus documentos de identidad y revisan posibles antecedentes. Otros, en cambio, cambian el rumbo cuando avistan de lejos la patrulla. Los policías salen detrás de estos últimos que, finalmente, no tienen nada que ver con el incendio provocado, pero tampoco se libran: solo uno de ellos acumula siete antecedentes por robo con violencia.
El cerco se amplía, pero no será hasta horas más tarde que los agentes lograrán localizar a los autores del incívico acto. Respiran, eso sí, algo más aliviados: a partir de las 02:00 horas la delincuencia parece entrar en punto muerto.
CONTROL DE TRÁFICO
El broche final lo pone un control de tráfico que la policía catalana realiza con frecuencia a la salida de la C-31, en Sant Roc. Los mossos registran los vehículos en busca de sustancias estupefacientes. Algunos de los agentes apostados en los laterales se encargan de dilucidar los gestos de los conductores, que decantarán la balanza hacia un lado o a otro.
Una casualidad pone la nota cómica al dispositivo de esta noche: uno de los conductores requeridos es un opositor a mosso. El joven Mohamed les explica a los agentes que al día siguiente se examinará de las pruebas teóricas. Si el chico aprobó o no el examen, es algo que este medio desconoce.