"No han desterrado a nadie, los han mandado de vacaciones de verano". Las palabras del tío Manuel, uno de los ancianos gitanos más conocidos del barrio de Sant Roc de Badalona, sobre el supuesto ostracismo al que su comunidad ha condenado a tres de los agresores sexuales del Centre Comercial Màgic han levantado ampollas en toda la ciudad.
Fuentes vecinales y policiales han reaccionado con escepticismo al "anuncio" del patriarca (palabra que él mismo rechaza y atribuye a los "payos"): aseguran que no se ha mandado a los jóvenes a ningún exilio ni se los ha apartado de sus familiares, como sugiere el tío. En la misma línea, otras fuentes de la comunidad gitana reiteran lo dicho a Metrópoli hace meses: la radical decisión no se aplica en casos como las violaciones grupales de Badalona porque las menores agredidas "no son gitanas" y tampoco se trata de un conflicto o una grave ofensa entre familias de la etnia.
UN "BLANQUEO EN TODA REGLA"
Manuel Cortés admitía en una entrevista con El Periódico formar parte de una familia de más de 300 miembros. También se la conoce por otro apodo, uno que infunde un "respeto" que repele a los vecinos de Sant Roc de tratar determinados temas. "Nadie puede creerse lo que ha dicho", han explicado algunos reticentes residentes de una de las zonas más castigadas del barrio. "La ley gitana no se aplica en estos casos. No hay conflicto entre ellos y tampoco hacen nada para disuadir a sus niños de que dejen de ir violando por ahí", han sentenciado.
El hombre comunicaba a la prensa que tres de los agresores marcharían este verano a Tarragona con una tía. Que volverían en septiembre. "Vacaciones pagadas en la playa", se han quejado algunos vecinos. "El auténtico castigo no es ese. Se intentan blanquear y hacer ver que condenan lo ocurrido y en realidad les da igual".
UN DESTIERRO MASIVO
Los vecinos rememoran el éxodo masivo de decenas de personas en el 2016. Un asesinato obligó a una buena parte de Sant Roc a tener que huir del barrio. "Aquello sí que fue un destierro. La sangre se paga con sangre y lo saben, por eso se fueron". Entre los exiliados estaba Manuel Cortés. "Él también tuvo que irse porque la cosa le tocaba de cerca", explican los que vivían y siguen viviendo en la zona. Meses después, las familias volvieron: un paso habitual en este tipo de conflictos que se da cuando se ha llegado a un acuerdo entre las partes o cuando la disputa se ha enfriado lo suficiente.
Sin embargo, nadie busca ni ha puesto en alerta a los autores de los abusos sexuales. Más bien al contrario. Familiares y amigos cercanos a los niños amenazaron de muerte al hermano de una de las víctimas, de origen africano. La presión fue tanta que la niña, junto con sus padres y hermanos, tuvo que abandonar Badalona.
"NO HAY UN PATRIARCA"
Fuentes cercanas a los Cortés, que prefieren mantener el anonimato, niegan el poder del jefe del clan: "Él no es el patriarca respetado que ha querido parecer", aseguran. "Aquí no hay una figura que mande por encima del resto. Cada uno mira por lo suyo. Son muchas familias las que viven en la zona". Una población, la de Sant Roc, que superaría los 12.000 habitantes.
El propio barrio está dividido: "Hay dos Sant Rocs separados por el puente de la C-31. Los de un lado critican a los del otro y están todos a la espera de que se cometa algún error para saltar", explican. "Los que son de aquí son más racistas que los que vienen de fuera", aseguran.
VUELTA EN SEPTIEMBRE
Más que castigo, algunos residentes opinan que la marcha de los tres jóvenes a Tarragona es una medida de protección: "Así los alejan del foco mediático un tiempo. En septiembre ya estará todo más calmado". No será la vuelta al cole: "Los niños no van a clase, eso les da igual".
Los vecinos del barrio dudan que los autores de los abusos reflexionen durante estos meses de lo que hicieron: "Seguirán actuando igual porque lo que falta es educación", zanjan.