"Todo empezó como una broma". La activista, ingeniera y ahora okupa de la estación de tren de Sant Feliu de Llobregat, Andrea J. Meseguer, aún no se cree hasta donde ha llegado la situación. "No pensaba que esto se alargaría tanto", explica a Metrópoli. Su único objetivo siempre ha sido hablar con Adif, propietaria y encargada de soterrar la histórica estación del municipio. "Si consigo presentarles mi propuesta, entonces abandonaré el edificio", asegura Meseguer, que denuncia que el gobierno municipal anterior —formado por Lídia Muñoz (comunes) con Oriol Bossa (Esquerra)— nunca haya tenido en cuenta la opinión ciudadana sobre si derrumbar o no uno de los edificios más antiguos de España.
BROMA ENTRE AMIGOS
"La idea de okupar la estación surgió como una broma entre amigos, que me contaron por experiencias propias lo fácil que es", relata Andrea, que optó por ello cuando una noche se acercó hasta el lugar y comprobó que las puertas estaban abiertas. "Aquí es fácil entrar", pensó. Esto ocurrió en mayo, pero como no quería que coincidiera con las elecciones municipales para que no se politizara la situación, esperó hasta la noche de Sant Joan para instalarse.
Nadie se enteró en una jornada donde las autoridades tienen el ojo puesto en las hogueras y los fuegos artificiales propios de ese día. Pasadas 48 horas, la estación era suya. "Los amigos y la familia siempre me han apoyado, aunque les preocupa lo que pueda pasarme", cuenta Meseguer, haciendo referencia a las agresiones tanto físicas como verbales que ha sufrido desde que okupó.
TRES AGRESIONES
Desde que se ha instalado en la estación, Meseguer ha sufrido tres agresiones: la primera, dos días después de okuparla, cuando se hizo pública su historia. Los operarios de Adif, que en esos momentos estaban trabajando en las obras de la estación, entraron para echarle de allí a la fuerza: "Me empujaron, me tiraron del pelo, me insultaron e incluso agarraron una barra de hierro para agredirme. Gracias mis gritos, la gente de fuera se asomó a ver qué pasaba y se marcharon".
Después, en dos ocasiones diferentes, ha tenido problemas con gente que no comparte su reivindicación: "Un día un hombre quiso entrar. Empezó a empujarnos y a robarnos nuestras cosas. Con un amigo mío que en esos momentos estaba allí llegaron a las manos". Tras estos episodios, Andrea decidió dormir puntualmente en la estación y acompañada.
El objetivo de Meseguer es entablar una conversación con Adif, pero para ello recalca la importancia de contar con el apoyo del gobierno municipal, con el que ha intentado hablar en varias ocasiones. "El Ayuntamiento siempre me ha dado la espalda", explica. Para conseguirlo, inició una recogida de firmas para presentar una moción, que contó con los votos en contra del gobierno municipal, la abstención de los comunes y Esquerra y los votos a favor de PP y Vox. "Me han asegurado que en cuánto me echen tiran abajo la estación", afirma Meseguer.
PROCESO JUDICIAL
Adif, propietaria del edificio, ha denunciado la okupación ilegal de la estación y ha abierto un proceso judicial. "Nunca ha sido mi voluntad detener las obras, es más, creo que significa una gran transformación urbanística para Sant Feliu. Solo quiero que se me escuche". La lucha de Meseguer por mantener una de las estaciones más antiguas de España no es algo reciente. La activista e ingeniera de profesión lleva años poniendo en valor el edificio y abogando por unas obras que conserven las instalaciones.
Ahora la estación se ha convertido en un espacio social reivindicativo en el que se organizan conferencias y actividades relacionadas con su pasado y valor histórico. Aunque este mes de agosto han parado la actividad, de cara a septiembre quiere retomar su objetivo: que Adif considere la opción de mantener el edificio principal de la estación, que durante más de 170 años ha dado servicio al municipio. Solo así abandonará: "No me voy a rendir".
REIVINDICACIÓN HISTÓRICA
El soterramiento de las vías de la estación de tren de Sant Feliu es una de las reivindicaciones vecinales más antiguas del municipio. Pese a su alto valor patrimonial, con los años la supresión de su paso a nivel se ha convertido en una necesidad para sus vecinos, que desde hace décadas tienen dividida la ciudad en dos, además de suponer un peligro para ellos.
En 2018, el estado español decidió desencajar el proyecto. El presupuesto del soterramiento de las vías sobrepasa los 100 millones de euros, a los que hay que añadir los casi 10 millones que costará soterrar la antigua estación. Es uno de los proyectos más complejos de la historia ferroviaria española que el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, a través de Adif, espera acabar en un plazo de cuatro años.
En noviembre de 2021, se celebró en el municipio una votación para decidir el futuro de la estación. Los vecinos pudieron escoger entre tres opciones diferentes, pero en ninguna de ellas se planteaba la alternativa de mantener el edificio. Más de 38.000 personas fueron llamadas a votar, pero solo participaron 6.299 habitantes, un 16,22% del censo total.
La opción ganadora fue la de integrar un espacio de memoria del edificio original en la nueva estación con 4.559 votos, ante los 1.651 de hacer una réplica del edificio original en un emplazamiento diferente al actual. Las obras, que se iniciaron en junio de 2021, supondrán una transformación urbana trascendental para la capital de la comarca del Baix Llobregat.