Las pequeñas embarcaciones de motor que forman parte del paisaje de la playa de El Prat de Llobregat deberán buscar otro sitio donde reposar. El ayuntamiento gobernado por Lluís Mijoler (El Prat en Comú) ha notificado oficialmente a los 150 socios del Centre Municipal de Vela (CMV) que el espacio debe quedar libre antes del 15 de abril. Una cuenta atrás que indigna a los afectados, que llevan más de 40 años guardando los barcos en la arena de la zona.
El consistorio, junto con la Federació Catalana de Vela, alega motivos de seguridad, pero los propietarios no lo tienen tan claro: piden un informe técnico riguroso donde se justifique la necesidad de trasladar sus embarcaciones.
Recesión de la playa
El gobierno municipal, preguntado al respecto por Metrópoli, hace alusión a la recesión de la playa que cada año afecta de manera más destructiva al litoral: "Afecta gravemente al litoral del Delta del Llobregat, donde además se tiene que hacer anualmente una aportación de arena como medida compensatoria por los efectos de la ampliación del puerto, que afectó a las corrientes marinas".
Un efecto que ya ha tenido consecuencias visibles, según el consistorio: "Buena parte de la arena que había en torno al CMV del Prat ha desaparecido. Al lado estaba antes la playa de la Ricarda que se tuvo que trasladar hace un par de años al otro extremo de la de El Prat", ejemplifica el ayuntamiento.
Sin servicio de grúa
A pesar de que los propietarios de las embarcaciones son conscientes de esta problemática, se muestran en desacuerdo con las pocas explicaciones que el gobierno municipal les ha proporcionado: "Nos mandaron un simple correo electrónico. Les hemos dado opciones y no nos han respondido ni nos ofrecen ningún espacio alternativo". Dicen que no pueden guardarse "el barquito en el bolsillo y meterlo en casa".
Sin embargo, los socios tampoco pueden sacar a la mar sus embarcaciones: antes lo podían hacer a mano o con un remolque, pero ahora esta operación requiere el servicio de una grúa. "Asumen graves riesgos para los trabajadores y usuarios del centro", asegura el gobierno. Lo contradicen los afectados: "En 40 años no ha habido nunca ningún accidente".
Rocas en la orilla
La preocupante recesión de la zona de costa hace que en la orilla del mar se amontonen ahora piedras. El ayuntamiento ya intentó construir una rampa de hormigón para facilitar la entrada y salida de embarcaciones, pero dirigirlas hacia las rocas podría dañarlas. Una posible solución que está fuera de servicio actualmente.
El problema, sin embargo, solo afecta a los barcos a motor porque los de vela son más manejables. Por ello, el CMV ha replanteado sus actividades ante la situación y apuesta por el windsurf o la vela ligera.
Un 80% de jubilados
Detrás de las 80 embarcaciones, aproximadamente, afectadas por esta decisión municipal se encuentra un grupo de socios que ha formado su vida alrededor del club: "Un 80% son jubilados a los que les gusta salir a pescar. Se levantan por la mañana y vienen aquí, esta es su vida".
Un problema que perjudica sobre todo a la gente mayor: "Los jóvenes nos buscamos la vida. Algunos nos hemos ido a Vilanova o a Barcelona". El resto, pende de un hilo.