A menos de una hora de Barcelona se encuentra el pueblo más pequeño de Catalunya. Lo conforman tan solo 27 habitantes, que viven rodeados de naturaleza, paz y tranquilidad. También está considerado como una de las villas más bonitas por su entorno natural: a escasos kilómetros se encuentra la majestuosa montaña del Pedraforca, que regala unas vistas típicas de postal.
Se trata de Gisclareny, un pequeño pueblo ubicado en la comarca del Berguedà. Ostenta el título del pueblo con menos habitantes de Catalunya: 27 residentes en total.
El pueblo más pequeño de Catalunya
Gisclareny se encuentra enclavado en un paraje natural único, rodeado de imponentes montañas y paisajes que parecen sacados de un cuento de hadas. La comarca del Berguedà es conocida por su belleza montañosa y su aire puro, ofrece a los visitantes la oportunidad de desconectar del bullicio de la vida cotidiana y sumergirse en la serenidad que solo un lugar tan especial puede brindar.
El pueblo, con sus callejuelas empedradas y casas de arquitectura tradicional, es un testimonio viviente de la historia y la cultura de la zona. Cada rincón de Gisclareny respira autenticidad, y sus escasos habitantes son custodios de un legado que se remonta a generaciones atrás.
Para aquellos aventureros que deseen descubrir este tesoro oculto, llegar a Gisclareny es tan fascinante como el destino en sí. Aunque las carreteras que conducen al pueblo son sinuosas y estrechas, cada curva ofrece vistas panorámicas impresionantes, creando una experiencia de viaje inolvidable.
Iglesia centenaria
Una vez en el pueblo, los visitantes encontrarán una atmósfera acogedora y hospitalaria. La plaza principal, con su iglesia centenaria y la sombra de los árboles frondosos, invita a relajarse y disfrutar del silencio que solo un pequeño pueblo como Gisclareny puede ofrecer.
Se erige como un testimonio de la belleza que puede encontrarse en lo pequeño, en la sencillez y en la conexión con la naturaleza. Aquellos que se aventuren a descubrir este pueblo mágico serán recompensados con una experiencia auténtica y rejuvenecedora, llevándose consigo recuerdos imborrables de un lugar que se mantiene como un secreto bien guardado en el corazón de Barcelona.