El atractivo de Badalona es indiscutible, especialmente gracias a sus residentes, pero cerca de la cuarta ciudad más poblada de Catalunya, a sólo 20 minutos en coche, hay otro municipio que también desprende encanto.
Rodeado por una zona montañosa de la cordillera de Sant Mateu, además de tener a pocos kilómetros el mar, se encuentra Alella, uno de los pueblos más representativos de la comarca del Maresme. Con algo más de 10.000 habitantes, está ubicado en un enclave natural excepcional que combina la serenidad y belleza del turismo rural con su rica historia y cultura.
Un pueblo de vinos
Este pueblo se destaca por su producción y tradición vinícola. De hecho, alberga una de las bodegas más importantes de Catalunya, Alella Vinícola Celler, que produce vinos con denominación de origen propia. Por ello, la visita a sus viñedos es imprescindible para disfrutar de recorridos guiados, catas de vino y aprender sobre el proceso de elaboración de sus productos.
Otro de los atractivos de Alella es la Iglesia de Sant Félix. Construida sobre un templo románico del cual se conservan partes del campanario, se amplió en el siglo XV y fue reformada a principios del siglo XVII, cuando se levantó la actual fachada barroca.
Entre los puntos destacados del pueblo se encuentra la Masía-Museo Can Magarola, una antigua masía fortificada, catalogada como bien cultural de interés local, que en la actualidad es la sede de la denominación de origen Alella. Anteriormente, había sido el museo municipal.
Turismo rural
Finalmente, si buscas conectar con la naturaleza, Alella es el destino perfecto. El municipio está situado en la vertiente meridional de la Cordillera Litoral. Su enclave privilegiado abre las puertas a espectaculares espacios naturales de gran valor, dando lugar a zonas forestales, agrícolas y urbanas que se mezclan en un mosaico visual en contraste con el mar de fondo y a la vez preservando y armonizando la biodiversidad.