De El Prat a Argentina y Uruguay: el pollo Pota Blava, la joya avícola que conquistó el mundo
- El Ayuntamiento organiza la Feria Avícola que sirve para promocionar una raza única y que se ha recibido el distintivo de Indicación Geográfica Protegida (IGP) de la UE
- Regresa la famosa Feria Avícola de El Prat este fin de semana: detalles y programación
El Prat de Llobregat vuelve a convertirse en el epicentro de la avicultura catalana. El municipio acoge la tradicional Fira Avícola, que se celebra de forma ininterrumpida desde 1975 y que reivindica una raza de pollo única que se ha criado en el Delta del Llobregat: el Pota Blava.
Conocido por sus características patas de color azul pizarra, su plumaje leonado y su carne de sabor intenso, este pollo ha sido considerado uno de los más exclusivos de España. Criado de manera sostenible y al aire libre, bajo estrictas normativas de bienestar animal, el Pota Blava está reconocido con la Indicación Geográfica Protegida (IGP) de la UE, que avala su origen y la calidad de su carne.
Un crecimiento único
De El Prat de Llobregat a Argentina y Uruguay
Esta especie tiene una larga historia que se remonta al siglo XVI, cuando ya era una pieza clave en las masías del Delta. No obstante, no fue hasta finales del siglo XIX y principios del XX cuando la raza empezó a ser reconocida oficialmente gracias a los esfuerzos de pioneros de la avicultura como Salvador Castelló, que fijó las características que hoy definen al pollo de la raza Prat.
La buena calidad de la carne, su capacidad ponedora y su aspecto físico ayudaron a la expansión del Pota Blava. Rápidamente se extendió hacia las Baleares y el resto de la península. Además, llamó la atención de países más cercanos como Bélgica, Francia o Alemania.
Grandes crisis
La popularidad de la raza Prat ha sufrido una trayectoria de subidas y bajadas. Pese a tratarse del gran producto que define e identifica la gastronomía del municipio, el Pota Blava también ha pasado por épocas de crisis en las que se puso en riesgo su supervivencia como raza única.
Es el caso, en especial, de la década de los años 1960-1970. Tras su popularización por todo el mundo, el cierre de la Granja Avícola Prat tras la muerte del fundador, Josep Colominas en 1961, inició el declive de la raza, que vio como se ponía en riesgo su supervivencia. Solo los pequeños agricultores la mantuvieron viva en sus patios privados o terrenos para proveerse de un producto de primera calidad.
No fue hasta mediados de la década de 1970 cuando se puso de relieve la necesidad de salvar la raza identitaria del territorio local de la auténtica desaparición. El 14 de diciembre de 1975 el consistorio organizó el "Segundo Concurso Exposición de raza catalana de El Prat" con el objetivo de hacer posible su continuidad, al menos, en el cultivo familiar.
Ese primer intento tras años de olvido resultó ser todo un éxito. El año siguiente ya se celebró una feria con identidad propia que presentaba un cartel y una programación especial. Desde entonces, la feria se ha celebrado de forma ininterrumpida hasta este año, cuando se celebra la 51ª edición.
Riesgos de futuro
La supervivencia de este animal único tiene tres amenazas claras: la estacionalidad del consumo, el relevo generacional de los criadores y el tipo de producción. Eso sí, desde la Granja Torres lo tienen claro: "Mientras sigamos vivos, el Pota Blava seguirá existiendo".
Tal como reflejan las fechas en las que se celebra esta feria, la carne del Pota Blava se ha consumido tradicionalmente los días más señalados de las festividades navideñas. Esto le ha convertido en un producto estacional que se consume en ocasiones especiales.
Solución para garantizar el relevo generacional
Como toda actividad ganadera, el sector también pasa por un momento de envejecimiento de sus profesionales. La Asociación de Criadores hace años que reclama una solución para poder garantizar un relevo generacional que trabaje por el futuro de esta raza.
Asimismo, la forma de criarlo es una de sus ventajas, pero a la vez uno de los riesgos. El proceso desde que nacen hasta que se matan es mucho más largo que los famosos pollos de supermercado: se crían durante un mínimo de 90 días y con una alimentación basada en un 65% de cereales, sin engorde excesivo ni aceleradores del crecimiento.
Para promocionar este emblema de la comunidad local, el Ayuntamiento de El Prat de Llobregat ha creado una fundación para preservar el Pota Blava. Verá la luz en esta feria, que llega a la 51ª edición. La inversión inicial es de 30.000 euros y el objetivo es implicar a más jóvenes que tomen el relevo de los productores más mayores.