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Dos amigos de la infancia deciden abrir un negocio. Una pizzería. A pesar de haber estudiado carreras totalmente diferentes al mundo hostelero. Con tan solo 24 años. Y en pleno barrio de La Salut de Badalona.

Aleix y Saray no lo tuvieron nada fácil. Traductor él, y educadora infantil ella, se lo jugaron todo a una carta: abrir 'Pizzalona', el negocio que se ha convertido en el centro de sus vidas. Los jóvenes cuentan a Metrópoli su experiencia, de la que cambiarían cosas tras cuatro años de haberse "curtido", pero de la que no se arrepienten.

Aleix y Saray, los dueños de 'Pizzalona' Luis Miguel Añón

Sin ningún tipo de apoyo

Estos vecinos de toda la vida de Badalona se sacaron solos las castañas del fuego. Ambos trabajaron en hostelería el tiempo justo para pagarse las carreras universitarias y darse cuenta de que no querían estar toda la vida al servicio de nadie. "Con un jefe que tuviera una mala semana" o con "ideas que no podíamos llevar a cabo porque la empresa no era nuestra", explican en conversación con este medio.

Así que un día, "a lo loco", dieron el paso. Pero les llevó tiempo. Mucho. "Estuvimos meses y meses informándonos, asesorándonos como podíamos, pasando horas delante del ordenador, visitando mil sitios webs...", recuerdan. Lo peor del proceso, sin duda, el nulo apoyo. Y ya no solo de las administraciones, sino de la gente: "Te sientes solo y desamparado, no hay apoyo moral", lamentan Aleix y Saray.

Interior de 'Pizzalona', en La Salut Luis Miguel Añón

Emprender, una odisea

Que emprender en España es una odisea es algo de lo que se habla mucho. Pero estos jóvenes lo vivieron en primera persona. "Nadie nos hacía caso. Endesa tardó meses en venir a activarnos el horno trifásico porque necesitábamos más potencia de luz. La compañía de teléfono también tardó lo suyo en activarnos la línea", ejemplifican.

Una serie de trabas que no les impidió inaugurar su primer "zulo", como ellos mismos lo llaman. Un local que no llegaba a los 40 metros cuadrados y donde trabajaban "con todo junto": "En el mismo espacio teníamos el horno, las neveras, los congeladores... No teníamos hueco ni para secar los platos".

Camisetas de 'Pizzalona' Luis Miguel Añón

Solo entregaban pizzas a domicilio o a recoger allí mismo. De hecho, ambos hacían las veces de repartidores: "Venían mi padre y mi tío con el coche e íbamos todos a entregar las pizzas", dice Saray, entre risas.

Mudanza de local

Fueron cuatro años intensos. Perdieron algunas amistades por el camino porque su vida pasó a ser el negocio --aunque quien no lo entiende, no puede considerarse amigo--. Sus días libres tampoco coinciden con los de sus amistades. Y los fines de semana son los de más trabajo.

Tampoco la comunidad de vecinos se lo puso fácil por aquel entonces. "Se quejaban porque el edificio olía a pizza, decían". La acogida en ese sentido no fue nada buena, pero no consiguieron echarlos ni derrumbarlos. "También tenemos que decir que tenemos clientes muy bonitos que nos han apoyado mucho", dice Saray.

Gracias a ese empeño, pudieron conseguir este segundo local en la avenida del Marquès de Sant Mori. Un espacio que tuvieron que mantener haciendo malabares: "Hemos tardado más de un año en abrirlo. A la vez, no hemos dejado de trabajar en el otro". Dos alquileres, el doble de gestiones y el doble también, de estrés.

Exterior de 'Pizzalona' Luis Miguel Añón

"Abrazos colectivos"

Si hay algún momento de esos que se les haya grabado en la retina es sin duda el de los "abrazos colectivos". Lo explican: "Había días en los que trabajábamos 16 horas o más. O días en los que todo iba mal, que se estropeaba algo o que recibíamos muchas quejas".

Así que solo les salía llorar. Y lo hacían abrazados en grupo, con el resto de la plantilla que han podido contratar tras años de esfuerzo.

Un apoyo, el que se dan entre ellos, que les ha faltado todo este tiempo, tanto en el plano económico, como en el mental: "Ojalá no tuviera que ser una pelea constante cada vez que queremos hacer algún trámite o innovar de alguna manera", lamenta Aleix.

Las pizzas de temporada

Ahora, el negocio va viento en popa. Solo les falta una terraza para amenizar las noches de verano. Pero, sin duda, las pizzas causan furor. Elaboradas artesanalmente --con la masa conseguida a base de mucha prueba y error--, 'Pizzalona' destaca por sus productos de gran calidad. Y también por su originalidad: "La gente nos pregunta por las pizzas de temporada. Hemos sacado de canelones, de calçots, de croquetas... Son todo un éxito", aseguran Aleix y Saray.

Carteles de 'Pizzalona' Luis Miguel Añón

Lo que más viralizó su restaurante, eso sí, fueron las 'guaupizzas'. Ya en su día, Saray explicó a este medio que se habían asesorado con una nutricionista para elaborarlas "lo más sanas posibles". Y así son: la masa es integral, no llevan queso y cuentan con kéfir, pollo y ternera.

Un producto que sigue arrasando: hace poco se celebró en 'Pizzalona' el primer cumpleaños perruno donde los comensales disfrutaron de unas de las pizzas más sabrosas y cocinadas con más esfuerzo y cariño de toda Badalona.