Dispositivo policial en La Mina tras el tiroteo del martes, 7 de enero Barcelona
Una familia de La Mina denuncia a otra por acoso, amenazas y agresiones físicas
Una pelea el pasado 4 de julio dejó a un hombre con una brecha en la cabeza en un conflicto vecinal que arrastra años de tensión
Lo que pasó: Un herido en una pelea en el barrio de La Mina de Sant Adrià
Un conflicto vecinal enquistado desde hace años estalló el pasado 4 de julio en un violento ataque en el barrio de La Mina.
Según ha podido saber Metrópoli, una de las familias implicadas ha denunciado a la otra por acoso continuado, amenazas de muerte y agresiones físicas.
Dispositivo en La Mina de Sant Adrià de Besòs
Fuentes cercanas al entorno de ambas partes aseguran que los enfrentamientos se remontan al menos a 2014, y que en todo este tiempo se han producido distintos episodios de violencia.
La situación, sin embargo, alcanzó un punto crítico el pasado 4 de julio, cuando miembros de la familia de los Flores atacaron presuntamente a un padre y a su hijo mientras regresaban a casa tras recoger chatarra.
Golpes con barra de hierro
Ese mismo día, este medio informó de una pelea en la zona, a la que acudieron varias patrullas de los Mossos d’Esquadra. Sin embargo, el cuerpo policial no ofreció entonces detalles sobre el origen de la intervención.
Semanas después, las fuentes consultadas han querido aportar contexto. En el altercado participaron decenas de personas y uno de los implicados --el padre de familia-- resultó herido con una brecha en la cabeza provocada, según testigos, por una barra de hierro. “Siempre van armados”, denuncian las fuentes, en relación a la familia atacante.
"Nos hacen la vida imposible"
Se trata, según los mismos testimonios, de la segunda agresión física que sufre esta familia. Aseguran que viven bajo amenazas constantes, son perseguidos y sufren un hostigamiento diario. Desde el 4 de julio, apenas salen de casa por miedo.
Dispositivo policial en La Mina tras el tiroteo del martes, 7 de enero Barcelona
Ambas familias residen a escasos metros: los denunciantes en la calle Llevant y los agresores, en la calle Mart.
“Lo que hay detrás es una pugna por el control del piso”, apuntan fuentes policiales. “Quieren expulsarlos para usar la vivienda como punto de cultivo y distribución de drogas y armas”.
Sin margen para la mediación
La comunidad gitana del barrio está al tanto del conflicto. De hecho, intentaron ejercer de mediadores.
Sin embargo, según explican desde el entorno vecinal, cuando los hechos llegan a sede judicial o se convierten en denuncia formal ante la policía, los mediadores se retiran del proceso.
Un sinvivir
Ahora, las víctimas aseguran sentirse completamente desamparadas. Viven bajo constantes amenazas de muerte, una situación que se ha agravado desde que presentaron la denuncia.
El miedo sostenido ha desencadenado crisis nerviosas, episodios depresivos e incluso la pérdida de empleo por parte de algunos miembros de la familia.