Una persona mayor sentada en un banco en una imagen de Canva

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Gran Barcelona

Anne, la británica "obligada" a vender su casa de Mataró tras más de 10 años: "Los turistas se están cargando la costa"

Llegó en busca de sol y tranquilidad, pero ahora critica la masificación turística que sufre la capital catalana y los municipios cercanos

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La costa barcelonesa, destino habitual para miles de turistas cada verano, está dejando de ser un refugio para algunos de los extranjeros que en su día la eligieron como hogar.

Anne Trust, una británica jubilada de 75 años, ha decidido vender su vivienda en Mataró, donde se instaló en 2012 tras enviudar, harta del turismo masivo, el encarecimiento de la vida y la pérdida de calidad de vida que dice haber experimentado en los últimos años.

La turista relata que era un paraíso a su llegada. Tenía tranquilidad, clima suave y una comunidad pequeña. Ahora, en verano, lamenta que "todo son excursionistas ruidosos y clientes de bares que vienen de la ciudad”, lamenta Trust en declaraciones al medio británico The i Paper.

Playa Mataró

Playa Mataró Wikipedia

La villa duplica su precio

La jubilada, que compró una villa con jardín, piscina y tres habitaciones por 200.000 euros, asegura que el turismo ha cambiado por completo la dinámica del barrio.

Asegura que el valor de su vivienda es un reflejo de ese cambio. “Hoy, mi casa vale más del doble, casi 500.000 euros, lo que demuestra cuánto han subido los precios de la vivienda y de la vida en general”, sostiene.

Aunque reconoce que sigue siendo más barato que vivir en Reino Unido, matiza: “Depende de tu estilo de vida y tus gustos. Hay viviendas a precios asequibles por todo el país si te tomas el tiempo de buscarlo”.

Turismo, ruido y precios disparados

Anne no solo pone el foco en la especulación inmobiliaria. Asegura que los servicios cotidianos también se han encarecido notablemente desde su llegada. El coste de comer en restaurantes o hacer la compra se ha casi duplicado en los últimos 11 años.

Cuando legó a Mataró, comer fuera, explica, le costaba 20 euros por persona. "Ahora son casi 40 euros sin contar el vino”, señala.

Playa de Mataró en una imagen de archivo durante un día soleado

Playa de Mataró en una imagen de archivo durante un día soleado Booking

Su relato se suma al creciente malestar de una parte de la población —local y extranjera residente— que denuncia la saturación turística en municipios costeros cercanos a Barcelona.

Si bien Mataró no es un núcleo tan masificado como la capital catalana o poblaciones como Sitges, su proximidad a la ciudad y sus buenas conexiones la han convertido en una opción muy atractiva para visitantes ocasionales, especialmente en verano y fines de semana.

Trust apunta directamente al modelo turístico y su impacto: “El área de Barcelona es demasiado cara y los turistas están arruinando la costa aunque esté a kilómetros de la ciudad”.

Y añade: “Quiero un lugar cerca de la montaña, mucho verde, pocos extranjeros y, con suerte, ningún británico cerca”.

Varios turistas con maletas en el centro de Barcelona

Varios turistas con maletas en el centro de Barcelona EUROPA PRESS

Un nuevo destino: Extremadura

Frente al bullicio de la costa, Anne ya tiene un destino en mente: Extremadura. Lo descubrió en un viaje reciente y asegura haberse enamorado de Cáceres y Badajoz, donde los precios aún permiten soñar con una vida tranquila y espaciosa.

“No busco apurar la venta”, aclara. “No quiero perder dinero o verme forzada a bajar el precio. Estoy segura de que con la mitad del dinero que consiga podré comprarme una bonita casa en Extremadura”, añade.

Según explica, ha visto propiedades “de 300 metros cuadrados con cuatro habitaciones por 250.000 euros”, y asegura que “con 400.000 euros, menos de lo que cuesta mi casa en Mataró, podría tener una mansión de 600 metros cuadrados con piscina y ocho habitaciones”.

Mientras tanto, Anne espera a un comprador dispuesto a pagar lo que considera justo por su villa en la costa catalana. Con las maletas aún por hacer, no duda en cerrar su testimonio con una frase que resume su desencanto: “Los turistas están arruinando la costa”.