Imagen de archivo de la cuenta de Instagram del Bar Pubill
El desconocido pueblo a una hora de Barcelona donde se come muy bien: solo tiene 800 habitantes
Sus calles silenciosas y su ritmo tranquilo lo convierten en un refugio perfecto para quienes buscan desconectar
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A menos de una hora de Barcelona, entre bosques y montañas de la comarca de Anoia, se encuentra Carme, un pequeño pueblo de menos de 800 habitantes que parece detenido en el tiempo.
Sus calles silenciosas y su ritmo tranquilo lo convierten en un refugio perfecto para quienes buscan desconectar.
Imagen de archivo de un plato de comida del Bar Pubill
En Carme no hay restaurantes modernos ni cartas sofisticadas, pero sí cocina auténtica y abundante en el Bar Restaurante Pubill, un local tradicional donde cada plato se prepara con dedicación.
Recetas elaboradas a buen precio
El menú diario cuesta entre 12 y 15 euros e incluye primero, segundo, postre, pan y bebida, mientras que los fines de semana se pueden probar recetas más elaboradas por menos de 20 euros.
Las recetas del Pubill son fieles a la tradición: canelones caseros, estofado de ternera, caracoles a la llauna, conejo al ajillo o bacalao con alioli.
Imagen de archivo de un plato de la cuenta de Instagram del Bar Pubill
Las carnes a la brasa, acompañadas de guarniciones generosas, y los productos locales, como el pan de payés y las verduras frescas, completan la experiencia. Muchos ingredientes provienen de productores cercanos, algo que se nota en cada bocado.
Cómo llegar
Llegar a Carme es sencillo: en coche, basta con seguir la A-2 hasta Igualada y luego la C-37 y BV-2131. También se puede combinar tren y autobús desde Barcelona, con un trayecto total de unas dos horas.
Más allá de la gastronomía, Carme ofrece rutas de senderismo y ciclismo que permiten explorar su entorno natural, respirar aire puro y disfrutar de la calma que caracteriza al lugar.
No aparece en las listas de pueblos más turísticos, pero precisamente esa autenticidad es su mayor atractivo.
Si buscas un sitio donde comer bien, pasear y desconectar, Carme y el Pubill son una apuesta segura. Y en el restaurante, conviene reservar: quienes lo visitan, repiten.