El 27 de enero del 2005, El Carmel, literalmente, se hundió. Un movimiento de tierras en la construcción del túnel de la L-5 del metro, ahora ya operativa, causó un socavón de 35 metros de profundidad y unos 20 de diámetro entre las calles de la Conca de Tremp, Sigüenza y el pasaje de Calafell. Un edificio y un garaje desaparecieron casi por completo. Este sábado se cumplen 13 años de aquel siniestro que, por cosas del destino, no causó ni heridos ni muertos, pero obligó a desalojar a 1.289 personas de 530 pisos y dos colegios.

José Luis Ogaya regenta ahora una tienda de electrodomésticos en la calle del Llobregós. Hace trece años, Ogaya trabajaba en el mismo sector, en un negocio situado en la calle de la Conca de Tremp, 6, justo donde se produjo el socavón. "Ese día, cuando fui a trabajar, la calle estaba acordonada. A los 10 minutos oí crujir la tienda. Aparecieron grietas de punta a punta del establecimiento. Salí corriendo y ya fuera vi como se hundía todo el suelo. Me puse a llamar a los timbres para que la gente abandonara sus casas y saliera de las tiendas", recuerda. Seguramente, José Luis salvó muchas vidas.

Dos días antes del hundimiento, un desprendimiento en el túnel obligó a desalojar la finca de la calle de Conca de Tremp, 2. Se intentó inyectar hormigón para estabilizar la zona, pero no fue suficiente para evitar la catástrofe. En total se evacuaron 84 edificios. A los pocos días, cerca de 350 vecinos pudieron volver a sus casas. Pero el 3 de febrero otro corrimiento de tierras obligó a desalojar de nuevo las fincas. La Generalitat tuvo que derribar cuatro edificios más porque quedaron muy afectados. Algunos residentes tardaron dos años en volver a sus casas.

MIEDO A PASAR POR LA CALLE

Fé Fernández sigue al frente del negocio de ropa infantil en el pasaje de Calafell. Trece años después explica que fue una de las últimas comerciantes en poder abrir. "Tardé cerca de dos años". La tienda está junto a la zona 0 del Carmel. "El primer año fue duro, pero con los tiempo me fui recuperando. Antes del accidente llevaba 30 años y ya tenía una clientela fija. Los tres primeros años después del hundimiento, la gente tenía miedo a pasar por la calle". 

La 'zona 0' del Carmel, tras el derrumbe de hace 13 años / EFE



Otro problema que trajo consigo el derrumbe fue que muchos vecinos de toda la vida abandonaron el barrio. Muchos afectados fueron realojados en otras zonas de la ciudad y otras personas, "sobre todo jóvenes, también se fueron. El socavón y la posterior crisis hicieron bajar mucho los precios de los pisos. La población ha envejecido mucho y ha venido mucha inmigración", explica la comerciante.  

El caso, además, puso sobre la mesa el cobro de comisiones ilegales por la adjudicación de la obra pública en Catalunya. “Ustedes tienen un problema, y este problema se llama 3%”, le espetó en febrero del 2005 el president de la Generalitat, Pasqual Maragall, al entonces jefe de la oposición, Artur Mas. No hace ni quince días, la antigua Convergència, ahora PDeCAT, ha sido condenada por el cobro de comisiones ilegales por el 'cas Palau'. Mas dimitió como president del PDeCAT una semana antes.

La crisis del barrio del Carmel, cuyo origen se remonta a 1875 y se transformó con la immigración de los años 50, fue un quebradero de cabeza para el gobierno municipal de Joan Clos y el tripartit de izquierdas de la Generalitat. También generó mucha desconfianza en las instituciones en plena construcción del túnel del AVE --el trazado fue modificado para evitar que pasara por debajo de la Sagrada Família-- y culminó en una comisión de investigación que puso en jaque la obra pública catalana.

Las conclusiones fueron que el hundimiento se debió, primero a una falla del terreno que no se detectó, y posteriormente a un cúmulo de errores, como la mala calidad de los materiales, fallos en los cálculos de las obras y inspecciones que no fueron lo suficientemente exhaustivas. El caso llegó a los tribunales, pero se acabó archivando tras la retiradas de las denuncias, muchas de vecinos tras cobrar las indemnizaciones. 

13 años después del siniestro, El Carmel actual no tiene nada que ver con el de entonces. El barrio ha pasado página, pero jamás podrá olvidar el hundimiento ni las cicatrices que ha dejado, tampoco lo harán la generación de periodistas que cubrió el siniestro. La cicatriz más visible es la llamada zona 0, entre las calles de la Conca de Tremp, Sigüenza y el pasaje Calafell. 

15.000 m3 DE HORMIGÓN

En el socavón se tiró cerca de 15.000 metros cúbicos de hormigón para evitar un nuevo susto y en la superficie se urbanizó un parque infantil con un suelo de arena. "Tenía que ser provisional, pero ya lleva unos 11 años y sigue sigual. No se ha hecho nada más", dice Fernández. El proyecto definitivo contemplaba una zona de verde y de juegos, un aparcamiento subterráneo, un edificio de pisos sociales y un equipamento de barrio. 13 años después del derrumbe no se ha construido nada y ni siquiera se ha bautizado el espacio.

El gerente de Horta-Guinardó, Eduard Vicente, asegura que la renovación de la zona 0 del Carmel será una realidad pronto. Vicente garantiza que ya se ha firmado un convenio con la Generalitat para levantar en el espacio un bloque de pisos para jóvenes y, posteriormente, reurbanizar y renovar el actual parque infantil como zona verde y de estancia. "Primero se tienen que levantar las viviendas y después acometener el resto de la obra. Se ha creado una comisión de seguimiento y la idea es ejecutar los trabajos entre 2020 y 2021".

Estación de metro de El Carmel, inaugurada en verano del 2010 / ÁLVARO VENTURA



Al margen de este emplazamiento que ha estado más de una década abandonado, las Administraciones se volcaron con el Carmel. Las mejoras en equipamientos, urbanismo y, sobre todo, la llegada del metro, que se produjo el verano del 2010, transformaron la zona. "El metro cambió el barrio. Ha unido el Carmel con Barcelona”, explica Antonio González, exvocal de urbanismo y uno de los fundadores de la asociación de vecinos del Carmel. "Antes para ir al Hospital del Vall d'Hebron había que coger varias combinaciones de transporte. Ahora vas directo", añade. La llegada del metro al Carmel también fue un alivio para el que por aquel entonces era el conseller de Obras Públicas, Joaquim Nadal. "Me he quitado una espina de encima", dijo en la inauguración. 

UNOS 400 MILLONES

Los costes económicos del Carmel para las Administraciones fueron elevadísimos. Es otra de las cicatrices del accidente. La ampliación de la L-5 se presupuestó en 94 millones y acabó costando 320 millones a la Generalitat. Los gastos del Govern fueron para rehacer el proyecto del metro, realojos, derribos, rehabilitación de toda la zona afectada e indemnizaciones. Unos 66 millones se pagaron en indemnizaciones entrel el Govern y las aseguradoras. El Carmel fue declarada Área Extraordinaria de Rehabilitación Integral y, además de las inversiones de la Generalitat, el Ayuntamiento puso otros 70 millones, y el Estado, 16. En total, el derrumbe costó más de 400 millones.

"El Carmel, ahora, se parece a cualquier otro barrio”, añade González, de la asociación de vecinos. Antes del socavón, el abandono era importante. Además de la llegada del metro, entre los proyectos más importantes que se han llevado a cabo en el Carmel desde 2005 figuran rehabilitaciones de edificios (con la instalación de ascensores donde fue posible), pavimentación de calles y aceras, la urbanización de la plaza de Pastrana, la construcción de un aparcamiento subterráneo en la plaza de Salvador Allende y mejoras de accesibilidad, como la construcción de escaleras mecánicas  y ascensores en algunas calles (aunque algunos están más tiempo parados que en funcionamiento). El Carmel es un barrio construido en una montaña y las cuestas son importantes.

Con la memoria intacta, González enumera algunos proyectos del barrio que llevan tiempo paralizados, como la prolongación de la calle del Llobregós, la construcción de una acera de 1 km de la calle del Santuari y la creación del Parc dels Tres Turons, “paralizado por la crisis”. González olvida la segunda parte del plan de regeneración urbanística que quería impulsar el gobierno de Jordi Hereu en 2009. El plan preveía actuaciones en casi 400 viviendas y una inversión de 80 millones, pero la crisis lo paralizó.

Trece años después del socavón, los problemas que afectan al Carmel son los propios de otros barrios de la ciudad. Uno de ellos es la masificación turística de las baterias antiaéreas del Turó de la Rovira. Los vecinos se quejan del incivismo y la suciedad. Incluso se han celebrado fiestas ilegales. En junio, Metrópoli Abierta advirtió de la convocatoria de uno estos macrobotellones nocturnos. Según el Ayuntamiento se ha creado una mesa de trabajo de la que forman parte las entidades del barrio y la Guàrdia Urbana, aunque no está previsto limitar el acceso ni cobrar entrada. Sí que se han colocado lavabos para reducir los orines en el espacio público y pivotes hidráulicos para limitar el acceso de los turismos, explica el gerente.

INCIVISMO EN LA PLAZA PASTRANA

Otro foco de conflicto es la plaza de Pastrana. Hace trece años, el espacio estaba patas arribas, porque allí se encontraba el pozo de ataque de la tuneladora que construía la L-5 del metro. Con el hundimiento, la plaza siguió sin vida dos años más, aunque muchos de los comercios, si bien se resintieron notablemente, no cerraron. "Apenas se podía pasar. La valla que rodeba la plaza casi tocaba la puerta de la farmacia", recuerda Enric Padró Alcoverro, responsable del comercio.

Actualmente, la plaza es un punto de invicismo nocturno, con botellones, ruido y orines en la calle. El problema ya hace al menos dos años que dura y se intensifica los fines de semana y con la llegada del verano. El gerente de Horta-Guinardó afirma que se hace un seguimiento del problema, pero niega que ahora la situación sea grave. "Puede haber alguna situación puntual. El problema apareció en 2016, pero se ha ido revirtiendo la situación".

Clientes en el mercado del barrio del Carmel, que pronto será reformado / ÁLVARO VENTURA



La calle del Llobregós es el epicentro del barrio. La vía, muy empinada, concentra la vida comercial, con numerosas tiendas y el mercado del Carmel. El equipamiento está pendiente de una reforma que está previsto iniciar este febrero, si no se producen retrasos. En este caso, "la reforma no será intregral sino parcial", explica la comerciante Maite Villalba. La inversión será de unos 500.000 euros.

El objetivo es dotar el edificio de una zona especial de reciclaje, construir unos nuevos muelles de carga y descarga y unos almacenes, "y hacer un lavado de cara de la fachada exterior", agrega Villalba. También se aprovecharán los trabajos para reducir un 50% el número de comercios. El mercado únicamente cerrará un mes, pero no está claro si será el verano de este año o en 2019, afirma la comerciante.

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