El Ayuntamiento de Barcelona blindará las baterías antiaéreas del Turó de la Rovira. La comisión de gobierno del pasado 10 de diciembre aprobó el proyecto ejecutivo para cerrar durante las noches el espacio patrimonial del distrito de Horta-Guinardó. Uno de los objetivos de la clausura es protegerlo y evitar que siga siendo un foco habitual de botellón. La iniciativa municipal tiene un coste de 671.565,94 euros, IVA incluido [ver aquí, punto 31]. La construcción se iniciará en verano de 2021.

A lo largo de los últimos años, las baterías antiaéreas se han convertido en un punto de fiestas hasta altas horas de la noche. Los problemas de convivencia y los actos vandálicos, con ruidos y peleas, son habituales en la zona. Los vecinos lo han denunciado en infinidad de ocasiones. Incluso se han producido robos y asaltos, lo que llevó al consistorio a anunciar que pondría más vigilancia de Guardia Urbana. Hace ya tiempo que los residentes reclamaban que los búnkeres se cierren por la noche.

UNA VALLA DE DOS METROS

Tras su aprobación por la comisión de gobierno, el proyecto estará ahora en exposición pública durante 30 días y, posteriormente, deberá recibir el visto bueno definitivo del pleno municipal. Fuentes municipales indican que el objetivo es cerrar el entorno de las baterías "para controlar la gran afluencia de visitantes, especialmente durante la noche, que provocan desperfectos en los restos arqueológicos y molestan a los vecinos en su descanso". Así, como ya se hace en otros parques y jardines de la ciudad, el acceso a los búnkeres quedará restringido de noche.

En conversación con Metrópoli Abierta, la coordinadora de la asociación de vecinos del Turó de la Rovira, Conchita Lozano, ha confirmado también el cierre de las instalaciones. "El Ayuntamiento ya nos ha informado". La clausura afectará a la zona perimetral de los búnkeres. "Será permanente, con puertas y con un horario", explica Lozano. La valla tendrá dos metros de altura con seis puertas. El Ayuntamiento creará alrededor del cierre un recorrido externo que siempre estará abierto y conectará con los distintos accesos al Turó de la Rovira.

Los búnkeres del Turó de la Rovira, llenos de grafitis / JORDI SUBIRANA 



ZONA DEGRADADA

Hace más de dos años, Metrópoli Abierta hizo un extenso reportaje sobre la degradación de las baterías antiaéreas, situadas en el barrio del Carmel. El espacio está lleno de suciedad y de grafitis. Los problemas en la zona se desmadraron cuando el emplazamiento empezó a salir en las guías turísticas y se masificaron por la presencia de grupos de jóvenes, muchos de ellos turistas. El pasado febrero, un joven cayó de los búnkeres y resultó herido.

Ni siquiera con la pandemia, la situación se calmó. El pasado marzo, con el estado de alarma ya en vigor, decenas de jóvenes llenaron las baterías antiaéreas en una fiesta sin mascarillas ni medidas de seguridad. Las aglomeraciones continuaron, de forma intermitente, varios meses. A finales de julio, el Ayuntamiento prohibió el acceso a la zona por las noches -desde las 20.00 horas- para evitar masificaciones y concentraciones de gente. "Estamos contentos. Ahora no hay problemas. Viene la policía y clausura la zona con cintas y vallas, y hay vigilancia hasta la madrugada", cuenta la coordinadora de la entidad vecinal.  

Una valla 'anticovid en los búnkeres del Carmel / AYUNTAMIENTO DE BARCELONA



Desde las filas de Ciutadans, el consejero Nico Ortiz denuncia la dejadez de la zona por parte del gobierno municipal. A modo de ejemplo, explica que el mandato pasado se puso un pivote de tráfico en la calle de Gran Vista con la plaza de la Mitja Luna para evitar la subida de vehículos que no fueran de vecinos. "Desde que lo colocaron, se estropea cada dos por tres por averías y golpes, y hay numerosos días que no funciona", advierte Ortíz. 

El Turó de la Rovira es en la actualidad un espacio gestionado por el Museu d'Història de la Ciutat (MUHBA), con algunas visitas guiadas, aunque el acceso es libre. Según explica el equipamiento municipal en la página web, en la zona se conservan los restos de las baterías antiaéreas construidas durante la Guerra Civil para defender la ciudad de los ataques de la aviación fascista. Tras la guerra, alrededor de la infraestructura se construyó el barrio de los Canons, ubicado en la zona de las barracas del Carmel, que perduró hasta el año 1990, dos años antes de los Juegos Olímpicos.

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