La calle Marià Labèrnia lleva hasta la cima del Turó de la Rovira, donde descansan el recuerdo de las baterías antiaéreas y, luego, de las barracas. Más abajo, antes de llegar al balcón con una de las mejores vistas de Barcelona, en las calles Mühlberg, Turó de la Rovira y alrededores, se formó entre los años 50 y 70 una improvisada urbanización que acabo por dar forma de barrio. Casas grandes y pequeñas, con y sin jardín, con ínfulas y humildes se mezclan en un batiburrillo de estilos.

Detalle de la cruz en la calle Marià Labèrnia que homenajea a Gaudí / INMA SANTOS



Y ahí, en esa amalgama curiosa, en el número 7 de la calle Marià Labèrnia, destaca un edificio curioso, construido según los datos del catastro en 1989, que imita claramente el estilo y las técnicas gaudininanas. El zócalo de la fachada tiene una forma ondulada y está decorado con un trencadís a base de piezas de cerámica esmaltada de forma irregular, en colores gris claro y oscuro, azul y marrón. El perímetro del tejado está decorado con una faja que alterna tramos de color azul y amarillo y el centro es blanco con una faja ondulada reseguida de rojo. Aunque lo que más llama la atención ya a lo lejos es la cruz que corona la casa, revestida con piezas de color blanco.

Sin duda, un homenaje particular a Gaudí de autor desconocido.

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