En medio del ajetreo y el bullicio de la gran ciudad, en Barcelona se encuentra un pequeño oasis escondido que cautiva a sus visitantes con su encanto rural y su ambiente tranquilo. Es el barrio de La Clota, una zona con alma de pueblo situado en el distrito de Horta-Guinardó, se destaca por sus huertos y sus casas bajas que evocan la nostalgia de tiempos pasados.

Pasear por este barrio barcelonés es hacerlo por un escenario casi rural, congelado en el tiempo, y muy diferente al de la Barcelona más conocida. Los vecinos son hijos y nietos de agricultores, de las populares lavanderas de Horta y de artesanos de toda la vida, según explica el consistorio.

Uno de los más antiguos

Con calles que serpentean entre antiguas casas de piedra y pequeñas plazas sombreadas por árboles frondosos, La Clota ofrece un escape del ritmo frenético de la ciudad. Aquí, los residentes disfrutan de una calidad de vida tranquila y conectada con la naturaleza, donde los huertos urbanos son un lugar común para cultivar.

Uno de los típicos huertos que abundan en La Clota METRÓPOLI

Situada en una hondonada entre los barrios del Carmel, la Vall d’Hebron y Horta, la Clota es uno de los núcleos de población más antiguos del distrito. Su origen se produce a partir de la llanura de Can Tarrida, una antigua masía del siglo XIII desaparecida por la apertura de la avenida del Estatut.

Ambiente rural y tranquilo

El crecimiento urbano de la Clota ha sido muy poco intenso, por lo que ha conservado su condición semirrural a causa de una circunstancia heredada del planeamiento urbanístico a mediados de los años sesenta. 

Calles estrechas y rincones apacibles METRÓPOLI

Sus habitantes tienen una gran conciencia de barrio a causa de sus características singulares, que lo han mantenido durante mucho tiempo aislado de su entorno, y la persistencia de familias de diversas generaciones. Durante muchos años han vivido con precariedad de servicios y en muchos casos en malas condiciones, pero ahora constituyen un reducto casi idílico, único en la ciudad.

En resumen, La Clota de Barcelona es mucho más que un simple barrio: es un refugio donde el tiempo parece detenerse y la vida se saborea con calma. Con sus huertos, casas bajas y sentido de comunidad, este rincón con alma de pueblo sigue siendo un tesoro oculto para aquellos que buscan un estilo de vida auténtico y conectado con la naturaleza en medio de la gran ciudad.