Aunque muchos le conocen por su rol de cantante en Sopa de Cabra, uno de los grupos más representativos del panorama musical catalán, Gerard Quintana nunca se ha cerrado puertas en cuanto a aspiraciones artísticas se refiere. El pasado miércoles 20 de marzo se publicaba su debut literario, una historia de ficción que tiene como protagonista a Patxi Saura, un pintor bilbaíno que desea hallar la belleza de manera obsesiva, en la que el artista se ha dejado guiar por la imaginación pero también por la experiencia.
UNA NUEVA EXPERIENCIA
El halo poético que desprende el libro ya se adivina a través de su significativo título, que según el cantante y escritor refleja: “El espacio de la vida, el marco, la pantalla, entre 'el Cel i la Terra' es el sitio donde nos ha tocado desarrollar toda nuestra existencia. Personalmente, he establecido un doble juego: es el lugar donde se refugia Patxi, ese taller en el que no hay tiempo ni relojes y en el cual las horas y las estaciones las marcan las señales del cielo, la luz y cómo esta proyecta las sombras, una especie de limbo suspendido en esa distancia entre el cielo y la tierra”. Un elemento que está muy presente a lo largo del relato es el arte y la capacidad de los personajes de interpretarlo desde diferentes prismas, generando un debate acerca del mensaje que se desprende: “Patxi lo utiliza para convertir la miseria en algo sublime en cambio, Clara lo hace desde la fotografía, para transformar las cosas y romper los límites. Creo que la fusión de las dos visiones sería lo ideal, no deben ser conceptos opuestos”.
Los protagonistas fueron creados siguiendo un patrón que el autor ha querido reivindicar y con el que dice sentirse muy identificado. Todos ellos persiguen la iniciativa de: “Cruzar los límites de su destino y de su propia libertad”. Esta postura se pone de manifiesto sobre todo en las figuras femeninas, de quienes Quintana afirma con convicción que: “Son las verdaderas heroínas, en especial Àngels y Clara. Considero que en el hombre hay una parte femenina y en la mujer una masculina, no somos absolutos”, a lo que añade que los movimientos actuales que cuestionan el patriarcado constituyen: “Un punto de esperanza que denota que estamos en un cambio de era”.
UN PROCESO LITERARIO QUE LE AYUDA A EXPRESAR SU PARTE EMOCIONAL
A medida que el lector se adentra en la narración, es casi imposible separar el amplio contexto histórico, que abarca desde la década de los cincuenta hasta los años noventa, de las múltiples referencias musicales que actúan a modo de ente omnipresente que, como confiesa Gerard: “Es un canalizador, primero te emociona y luego la racionalizas. Es muy poderoso dibujar el paisaje sonoro de cada personaje, me ayudaba a expresar sus emociones. Es muy protagonista, acompaña todo el tiempo dando pistas, por eso Patxi, Bru y Clara son melómanos”. La generación a la que pertenecen Patxi, Neus y Àngels se conecta con la de Clara y Bru mediante un entramado que gira en torno a un secreto, que será clave de cara al desenlace del libro. El autor defiende que: “Es mejor ser transparente, aunque duela, porque ese acto de confianza vencerá a la posible decepción. El secreto va ligado al engaño y estamos muy acostumbrados a él en el mundo donde vivimos y eso se debe cambiar. Es la tragedia de alguno de los personajes; la soledad ante el secreto puede hacerte prisionero de tus mentiras”.
El salto al formato novelístico ha supuesto un reto para el artista, un desafío que: “Es excitante, engancha y también es obsesivo. Llegas a ese punto de abandonar la realidad para construir tu propia realidad”, cosa que ha permitido que los personajes se conviertan en sus grandes amigos. Lo ha afrontado desde el terreno de lo conocido, decidido a seguir en esa línea en próximos proyectos, donde esta faceta tendrá continuidad: “He empezado escribiendo sobre las cosas que sé, y veo que tendré que hacer dos o tres viajes para poder escribir la segunda novela”. El hilo conductor de Entre el Cel i la Terra es sin duda el amor y el importante papel que este sentimiento ejerce sobre las personas, sin embargo, echando la vista atrás, Quintana no imaginaba decantarse por dicha temática: “Seguramente es de lo más transgresor que hay, el amor es revolucionario y subversivo, pero me ha costado darme cuenta, por esa idea de que para un hombre mostrar sus sentimientos era transmitir vulnerabilidad. Me he sorprendido a mí mismo. Quizá es que soy un romántico, creo en el romanticismo como un acto de valor”.
UN PROCESO DE CREACIÓN LENTO Y TRABAJADO
El laborioso proceso creativo trajo consigo un trabajo que se prolongó durante meses, en los que el autor se trasladó a aquellos escenarios en los que viven los protagonistas, porque, según explica, tras contar con una estructura bien definida y perfilar a los personajes a partir de la atmósfera que habitan: “Necesito empaparme de las sensaciones, de los sitios. En este libro he utilizado ambas cosas, entornos que me son familiares pero también pasé algunos días en el taller de un pintor que sus hijos conservan tal y como él lo dejó. Estuve allí tomando notas o simplemente viendo como cambiaba la luz, sintiendo aquel lugar como propio. Necesito compartir las experiencias de los personajes para entenderlos y poder explicar lo que les pasa”.
Poniendo el foco en la época actual, Gerard reflexiona sobre qué actitud adoptaría el protagonista si viviera su juventud en el año 2019: “Quizá sería rapero. A veces lo pienso precisamente porque le gusta mucho la música, aunque hay un momento en el que renuncia a cierta música por una cuestión emocional, pero él busca la verdad, una verdad que a veces es incapaz de afrontar. Yo mismo, si ahora fuera adolescente, en vez de abrazar el rock quizá abrazaría el rap, por el hecho de que parte de la base y dice las cosas de la forma más cruda y cruel, a veces tanto que aquellos que son perseguidos como músicos la mayoría son raperos”.
El futuro se presenta muy prometedor para el artista, que asegura que seguirá explotando su vena polifacética: “La vida nos hace creer que debemos cerrarnos en una etiqueta pero creo que podemos ser muchas cosas a la vez. Estamos trabajando con Sopa de Cabra para publicar un nuevo disco a finales de este año o principios del que viene, hace unos años que estoy atrapado por la fotografía, y también hago conciertos con un proyecto llamado Intocables, en el que recupero canciones prohibidas, con una mirada muy amplia hacia la música francesa o de Sudamérica, con Víctor Jara o gente de aquí como Pi de la Serra, Ovidi Montllor o Albert Pla, además de Neil Young, Lou Reed, etc; seguramente seguiré haciéndolo esta primavera, verano y principios de otoño y estoy trabajando ya en la segunda novela. Pienso que todo se puede hacer a la vez, no hay que negar una parte para asumir otra”.