Cuando se habla de excelencia es complicado dar con alguien que lo consiga. El mundo entero ha podido experimentar en los últimos años el nacimiento de una generación de artistas que trabajan en un ámbito, pero que tocan muchos más para que sus lanzamientos sean espectaculares y tengan una proyección mucho mayor.
Eso es lo que pasa con Santi Ortiz, un joven barman que conquista Barcelona realizando los cócteles más alucinantes. Este artista de los líquidos –y de las figuras de hielo– destaca por no quedarse en lo básico. En su coctelería, 33 by Santi Ortiz, propone "una experiencia 360 para sorprender a los más exigentes".
TODO TIPO DE DETALLES
Ortiz pertenece a la promoción de artistas que entiende que no basta con dar algo correcto a su clientela, sino que hay que esforzarse en todos los detalles para que salgan maravillados tras vivir algo único. Sus cócteles son algo de otro mundo: las combinaciones más sorprendentes con los ingredientes más inusuales, una cristalería pensada para cada tipo de cóctel, aromas que están a la altura de los sabores y unos hielos picados a mano y con formas de todo tipo que hacen que sus bebidas brillen con luz propia entre todas las demás.
Este coctelero lleva más de 10 años detrás de una barra, diseñador gráfico y de moda como profesión, se inició en el mundillo de una forma espontánea: "Me cansé de estar delante de un ordenador todo el día, de vez en cuando trabajaba en discotecas para sacarme algún extra. Tuve la suerte de estar dos años en la Ibiza, donde conocí a mi maestro, un japonés con el que viví y aprendí muchísimo", cuenta a BMagazine.
UNA EXPERIENCIA CONSOLIDADA
Tras pasar varios años aprendiendo, este artista del s.XXI –tatuado hasta la saciedad y con un estilo hipster que muchos envidiarían– fue a trabajar a los mejores clubes de Nueva York: "Fue de casualidad. Yo iba de vacaciones y me ofrecieron un extra en el bar de un amigo, decidí dejarlo todo e irme dos años allí. En Nueva York fue cuando empecé mi carrera como bartender y me di cuenta de que era mi mundo". Pero una cosa le llevó a la otra y terminó volviendo a Barcelona –tras aprender de los mejores en Ámsterdam y París– con muchas ganas de aplicar todo lo que había aprendido en un proyecto suyo, a su medida, a su gusto.
UN LOCAL CLANDESTINO EN SANT ANTONI
Junto a sus socios decidió apostar por un espacio pequeño –sin muchas pretensiones– pero con un estilo auténtico y un aire clandestino: un cubículo de pocos metros cuadrados en el que solo caben 15 personas y que tiempo atrás fue una carpintería. "Yo quería un lugar pequeño para dar un servicio de calidad con un estilo japonés que jamás perdiese la intimidad", "Barcelona tiene mil sitios de ocio nocturno que desembocan en la fiesta, yo pretendía conseguir un espacio que tirase a coctelería clásica pero sin esa seriedad", describe el bartender.
La experiencia de visitar 33 by Santi Ortiz es todo un mundo, esta coctelería está escondida dentro del restaurante Cuba de Janeiro, en la avenida de Mistral, 33, y su clientela ha de pasar por un pasillo secreto –al más puro estilo club de gángsters de los años 20– para llegar al idílico lugar que define como speakeasy.
"CREAR TODO UN AMBIENTE A TRAVÉS DE UN CÓCTEL"
Sus paredes verde botella, las columnas de obra vista y el mobiliario de terciopelo en tonos ocre hacen que cualquiera centre la atención en su auténtica barra iluminada. Esta, plagada de todo tipo de artilugios destinados para preparar los mejores cócteles de la ciudad, blinda una estantería cargada de botellas de alcohol de todos los colores, formas y sabores.
En el interior de este pequeño espacio en el que ocurre magia de vez en cuando, Santi Ortiz sonríe a su clientela y les dedica una atención especial. La música, el clima, el trato y la iluminación están estudiados al detalle: "La magia de crear todo un ambiente a través de un cóctel, aquí no solo hacemos una bebida, creamos un recuerdo que te puede quedar para toda la vida". Este mago de la coctelera hace que todo esté hecho a medida para que sus clientes tengan una experiencia 360 en la que no falte ni un solo detalle.
EXPERIENCIA CON EL PÚBLICO BARCELONÉS
El público barcelonés ha entendido el concepto y lo ha valorado: "Cuando abrí el local a mucha gente le chocaba que algunos tragos fueran largos y otros cortos. Pero comprendieron que es vivir la experiencia, quizás ese más corto tiene una presentación extravagante, un aroma diferente, algo que le haga tener un toque distintivo", asegura Ortiz.
"La cultura barcelonesa es de cerveza o vino", confirma el barman, por eso asegura que "la gente tiene ganas de conocer nuevas bebidas y aprender sobre este sector". En cuanto a su competencia directa, Santi Ortiz afirma que el trato es inmejorable: "He aprendido mucho de la gente del sector en Barcelona, hemos creado una familia que se apoya y se respeta".