Victor Parrado combina su faceta de showman y cómico con la de presentador de eventos. El buenrollismo que transmite y la cercanía con su público le han convertido en uno de los monologuistas preferidos del panorama nacional. Grandes multinacionales han confiado en él para crear eventos de empresa memorables y ha conseguido permanecer más de un año en cartelera, con una nota de 9,6 en Atrápalo, con su show El Peliculero. BMagazine habla con él sobre el sector del humor, los límites de la comedia, las críticas y la cultura en Barcelona.
¿Cómo empezó tu carrera como cómico?
En 2012 me partí la pierna, ese mismo mes rompí con mi pareja y a raíz del accidente quisieron echarme del trabajo. Todo se me juntó, estuve siete meses de baja con el ligamento roto, pero en medio de ese mal momento hubo algo que me hizo feliz. Me dedicaba a hacer reír a la gente en la clínica Quirón, mientras hacía rehabilitación, fue allí donde descubrí que me llenaba la comedia.
Al regresar a mi trabajo como comercial me lo comencé a plantear en serio. Veía que lo que estaba haciendo no me hacía feliz, por eso me apunté a un curso de monólogos para formarme como hobby hasta que me lancé.
Hay muchas personas que se quieren dedicar a la comedia, pero tan solo unos pocos consiguen triunfar. ¿Fue fácil en tu caso?
Siempre he pensado que lo peor que me podía pasar era que no funcionara y tener que volver a mi trabajo, así que no me creaba mucho temor. La verdad es que el de la comedia es un mundo complicado, pero no más que vender seguros en un polígono industrial, por eso nunca he sentido que me fuera difícil.
Cuando te dedicas a algo que te gusta te cuesta menos levantarte, las horas se te pasan más rápido y todo lo que haces es para ti, así que es un aliciente. También considero que los conocimientos como comercial me han ayudado mucho a darme a conocer, a saberme mover y publicitarme.
¿En qué momento te diste cuenta de que le gustabas a la audiencia?
Durante toda mi carrera he tenido la sensación de conectar muy bien con el público. Pero creo que fue al año de hacer bolos cuando me di cuenta de que había gente que me seguía, fue entonces cuando vi que podía tener futuro en la comedia.
Otro momento que me hizo verlo fue cuando me enfrenté al escenario en solitario, al separarme de mi compañero de dúo, y vi que tenía buen recibimiento también en solitario.
¿Qué ha de tener un cómico para meterse al público en el bolsillo?
Hay tantos cómicos como tipos de comedia. Algunos son más distantes, trabajan más el texto y desde allí impactan. Yo juego mucho a interactuar con la audiencia, a crear esa cercanía desde el minuto uno.
También creo que es una clave de éxito salir del estereotipo del semidiós, es decir el cómico en el escenario y el público en las butacas, nunca me ha gustado. Me encanta que la gente me vea como un tipo normal que se dedica a algo que les puede parecer difícil.
¿Cuáles son los referentes que te han hecho ser el showman que eres hoy en día?
Creo que es importante admirar a mucha gente distinta. Me fijo en todo tipo de cómicos, incluso en los que no tienen nada que ver conmigo. Berto Romero, por ejemplo: me resulta muy inteligente; me gusta la empatía que tiene Dani Rovira; el todoterreno de Goyo Jiménez, que lo toca todo y todo lo hace muy bien.
Sin embargo también hay gente que no es famosa y que admiro: Gabriel Garceso, el compañero con el que empecé, es el mejor cómico que he conocido porque actúa igual para tres personas que para 300. Sale con el mismo ímpetu, las mismas ganas y no le come el ego.
A parte de cómico eres presentador de eventos. ¿Pretendes ser un artista 360?
Hago muchos eventos porque leo ese idioma, ese código, y para mí son retos. Vengo del mundo de la empresa, he estado 12 años ejerciendo como comercial, es allí donde vi que la gente está muy amargada y necesita reír.
Para mí es un desafío que la gente se vaya mejor después de verme. Me gusta tocar muchas partituras: maestro de ceremonias, monólogos de empresa, charlas motivacionales, teatro, etc. Todo en lo que yo pueda aprender me enriquece, es algo personal.
También considero que es un nicho en el que los cómicos no suelen meterse mucho, ya que el público no viene a verte a ti. Requiere otro tipo de actuación y a mí, por suerte, se me da bien.
¿Cómo llevas las críticas?
Siempre digo que la aceptación es un trabajo diario. No podemos pretender gustar a todo el mundo y debemos aceptar que hay gente que necesita proyectar su odio en los demás. Algunos lo hacen a través del fútbol, otros cuando están conduciendo, y otros a través de las redes sociales. En mi caso cuando es una crítica constructiva la llevo bien, pero si es una mala depende del día en el que me pille me puede hacer más daño o menos.
Somos personas y nos afectan las críticas, todavía más cuando le pones mimo y dedicación a lo que haces, pero estamos expuestos y nos tenemos que preparar emocionalmente para entender que hagas lo que hagas vas a decepcionar a alguien. Lo importante es ver que has generado un impacto.
¿Hace falta más comedia en el mundo en el que vivimos?
Uf, totalmente. La comedia deberían darla en las farmacias y en los hospitales. No sabemos reírnos de nosotros mismos, y por tanto no sabemos reírnos de la vida.
El destino es muy caprichoso y nos aporta retos de crecimiento que la gente suele acoger de forma negativa. Hay que trabajar mucho más el ego, hay que ser mucho más consciente, y para mí el humor es esencial para poder llevar la vida de una forma más liviana.
Estamos en un momento en el que depende de qué temas es mejor no tocarlos. ¿Hay algún aspecto del que prefieras no reírte?
Es la pregunta del millón. La mayoría de cómicos te dirán que no hay límites en el humor, pero yo considero que debe de haber un punto medio. Para mí hay temas que directamente no me hacen gracia, por eso no puedo hacer un chiste sobre ellos.
Pero creo que hay otros factores que entran en juego. Más que hablar sobre un tema u otro es ver desde dónde lo estás haciendo: somos un país al que todavía le cuesta entender el humor negro. También depende de cómo reciba el mensaje la gente, por eso hay que cuidar el material y la forma en la que se transmite.
Yo paso de pies puntillas por según que temas. Me gusta hablar de relaciones, de las emociones, de cosas que puedan tocar para que cuando salga el público reflexione y sienta que no todo va tan mal ahí afuera. Luego la audiencia es soberana y decide a quién comprar, ha de haber de todo.
Tu compañero de profesión Toni Moog protagonizó una de las polémicas del verano ironizando sobre la situación de inseguridad de Barcelona. ¿Consideras que todo vale?
Toni desde siempre ha sido una persona que no ha tenido filtros, lo habla todo. El que lo conoce un poquito sabe que es una bellísima persona. Estamos en un mundo en el que la gente tiene la piel muy fina para todo. Las redes sociales son un caldo de cultivo de los ofendiditos, yo ya intento no entrar.
El no tiene pelos en la lengua, le ha ido bien así. No sé que dijo sobre lo que pasaba en Barcelona, pero supongo que no deja de ser una opinión. Pedimos tolerancia pero respetamos muy poco, eso es porque somos un país al que le encanta el conflicto.
¿Cómo es el público de Barcelona, responde de forma diferente que el de otras ciudades?
Sí, totalmente. Aquí somos más contemplativos, puede ser que nos lo estemos pasando muy bien, pero no lo demostramos tanto. ¿También hay momentos no? Aquí me han reído mucho y en Madrid también, pero la manera de interactuar es distinta. En Barcelona me cuesta mucho interactuar, hay mucho miedo al ridículo, pero como yo voy de un rollo súper respetuoso la gente se suelta.
También es verdad que aquí la gente es muy crítica a nivel positivo, tiene mucho paladar teatral, por eso se dice que el que hace reír en Cataluña hace reír en cualquier sitio. Es como una prueba de fuego.
¿Qué supone para ti el cierre de varias salas de teatro míticas en Barcelona como el Club Capitol o La Vilella?
La ciudad ha perdido mucho, no nos engañemos. El Molino en su día cerró, vuelven a haber rumores, el teatre Apolo, la sala Muntaner, el Alexandra, sin duda me da mucha tristeza. El tema del Capitol, al ser una propiedad privada, desconozco los intereses del dueño, pero si que creo que se están cuidando poco los teatros de Barcelona.
Cada vez más artistas se están yendo a Madrid a buscarse el futuro, yo de hecho también lo estoy haciendo porque cada vez la respuesta es menor. Culturalmente es diferente, la Gran Vía de Madrid siempre está llena de espectáculos, viene gente de toda España a ver teatro, y aquí no se porque no ocurre.
No lo entiendo, siempre ha gustado mucho la comedia y el teatro, en su momento el Paral·lel era una gran vía llena de cultura. Ojalá alguien pudiera intervenir y hacerlo de otra manera porque creo que hay mucho talento, debería fomentarse más.