La pérdida de la sede de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) para Barcelona ha desencadenado un agrio y duro intercambio de golpes entre todos los partidos políticos, que se han reprochado los unos a los otros ser los máximos responsable de la hecatombe. Mientras los partidos del bloque constitucionalista -a todos los niveles- han culpado del desastre a la inestabilidad política generada por el proceso independentista, el bloque soberanista ha puesto en el disparadero a Rajoy y la aplicación del 155. Colau no ha salido indemne de la trifulca y también ha recibido puyas de la oposición municipal por no haberse volcado del todo con la candidatura.
Vía twiter, vía nota de prensa o vía declaraciones a los medios, ningún político relevante se ha quedado en silencio tras la derrota del medicamento. Ni a nivel nacional, ni autonómico ni tampoco en clave municipal. Más bien, al contrario. Excepto con algunan excepción, unos y otros han arrojado críticas y culpas a la cara del contrincante sin ningún tipo de rubor ni medida. Pero en el fondo, los ataques de uno y otro color político no han dejado de ser las dos caras de una misma moneda. “Barcelona era técnicamente la mejor candidatura”, en eso han coincidido todos, pero la inestabilidad política catalana generada por el proceso independentista -desde todos sus ángulos, perspectivas y consecuencias- han dado al traste con las opciones barcelonesas.
Las primeras culpas se han lanzado desde el Gobierno del Estado y desde el bloque constitucionalista. Como era obvio, la elegida para estrenar la palestra de los reproches ha sido la ministra de Sanidad, Dolors Montserrat (PP), que no se ha mordido la lengua y ha considerado la derrota barcelonesa como “un daño directo” provocado por el independentismo. El líder de Ciudadanos (Cs), Albert Rivera, ha dado una vuelta más de tuerca y, a través de un tuit, se ha mostrado contundente: “Qué rabia que el golpe separatista nos deje a los barceloneses y a España sin esta sede europea. Paremos esta ruina”.
EMPOBRECIMIENTO DEL TERRITORIO
La respuesta desde el independentismo no se ha hecho esperar, liderada por el expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont. Como en un partido de tenis -pero desde Bélgica- Puigdemont ha devuelto el golpe con un violento revés ajustado a la línea del artículo 155 ,al que ahora también hay que atribuir “el empobrecimiento del territorio”: “Hasta el 1-O Barcelona era la favorita. Con violencia, retroceso democrático y el 155, el Estado ha sentenciado”. El exconseller de Salut, Antoni Comín, le ha seguido la estela y ha afirmado que "la candidatura del EMA sucumbió el 1-O bajo las porras del ministro Zoido y del Gobierno Español.
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau (BeC), ha optado por hacer a la vez de red y de árbitro en este simbólico intercambio de raquetazos y ha repartido para los dos lados a la vez que intentaba poner paz. “Ni la DUI (declaración unilateral de independencia) ni el 155 han ayudado" a la candidatura de Barcelona y que "menos ayudará que ahora unos acusen a otros". No obstante, ha tenido referencias elegantes para sus compañeros de candidatura a sus compañeros de candidatura: Dolors Montserrat, el ex conseller Comín; al ex teniente de alcalde, Jaume Collboni (PSC), y a todos los equipos que han trabajado juntos, a los que ha agradecido "el trabajo realizado".
También los socialistas han intentado mantener la compostura, sin hacer leña del árbol caído. El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez ha definido el descarte de Barcelona para sede del medicamento como "una decisión desafortunada" porque la candidatura "estaba a la altura". Collboni, que hasta una semana formaba parte del gobierno municipal de Barcelona y era el máximo representante del ayuntamiento en la candidatura, se ha mostrado cauto y políticamente correcto, hasta con la alcaldesa. "Hemos luchado hasta el final para llevar la EMA a Barcelona", ha dicho Collboni, para quien ha sido difícil hacer frente a las circunstancias del momento". En opinón del edil del PSC, la candidatura de Barcelona era "excelente" y ha celebrado la unidad mostrada, pese a la situación política, por el Estado, la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona: "Hemos demostrado que en momentos difíciles es posible trabajar juntos".
SIN HACER LEÑA
Casi igual de moderado se ha manifestado el Presidente del Grupo Municipal Demòcrata, Xavier Trias. El exalcalde ha atribuido el mal resultado de la candidatura a “la falta de liderazgo del Gobierno del Estado y del Ayuntamiento” y a la vez ha reconocido que a la ciudad le “ha perjudicado la imagen de conflicto en la calle y de Estado autoritario incapaz de ofrecer soluciones políticas desde el diálogo dada al mundo desde el 1-O”
Los otros grupos municipales del consistorio barcelonés no han tenido tantos miramientos. Desde las filas naranjas, la presidenta del Grupo Municipal de Cs, Carina Mejías, ha incluido a Colau en el grupo de los responsables de la pérdida de la sede: “El apoyo de Colau a la aventura rupturista de Puigdemont ha acabado con todas las opciones que Barcelona”. Para Mejías, la alcaldesa ha tenido una segunda dosis de responsabilidad en la pérdida de la EMA por su “desinterés y falta de implicación” con el proyecto.
El presidente del Grupo Municipal de ERC, Albert Bosch tampoco se ha arrugado y ha señalado directamente al presidente Mariano Rajoy del fracaso, porque es “el único responsable” del fracaso. Por contra, en este continuo toma y daca, el líder del Grupo Municipal Popular, Alberto Fernández Diaz, ha atribuido la derrota al “despropósito independentista” que con sus “errores y divisiones ha sido el mejor aliado de nuestros adversarios”. La CUP se ha limitado a preguntarse “si valía la pena vender la salud pública con tal de alojar una agencia de la UE”.