Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, invitó a Felipe VI como atleta, y no como Rey, a los actos conmemorativos del XXV aniversario de los Juegos de 1992 que se celebró el pasado 25 de julio.
El ofrecimiento de Colau sorprendió y molestó en la Casa Real. Según ha podido saber Metrópoli Abierta, la respuesta fue contundente: “Su Majestad descansará en su residencia oficial de Barcelona”.
El Rey Felipe, entonces (1992) Príncipe de Asturias, fue el abanderado español en los Juegos de Barcelona. Obtuvo, además, un diploma olímpico por el sexto puesto que ocupó en la clase Soling de vela. Amante de los deportes y, presuntamente, seguidor del Atlético de Madrid, también es un gran aficionado al squash y al esquí.
La celebración de las Bodas de Plata de los Juegos Olímpicos fue muy controvertida. El gobierno que lidera Colau descartó el Estadi Olímpic Lluís Companys como escenario de la fiesta y se decantó por un acto popular en la plaza de Catalunya. Colau, según fuentes próximas a la alcaldesa, quiso minimizar su coste económico y evitar un posible fiasco.
ANIMADVERSIÓN
Antiguos responsables del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de Barcelona denunciaron la apatía de Colau y Barcelona en Comú. Jordi Vallverdú, vicepresidente de la Diputación en 1992 y miembro del Comité Ejecutivo de la candidatura olímpica, explicó a este medio que “las discusiones internas generaron muchas dudas en el gobierno municipal”. Otras fuentes criticaron que “Colau y sus concejales sienten animadversión por los grandes eventos”.
Mucho más rotundo que Vallverdú se mostró Fermín Cacho. En conversación con este medio, el campeón (medalla de oro) de los 1.500 metros cargó duramente contra la alcaldesa de Barcelona: “Colau frena los homenajes a Barcelona 92”.
Cacho, asimismo, lamentó que Colau “retirara el busto de Samaranch del Ayuntamiento cuando ganó las elecciones” y pidió un reconocimiento para el expresidente del COI: “No podemos negar su pasado como dirigente deportivo durante el franquismo, pero Barcelona le debe mucho. Lo hizo de 10 por su ciudad”. Otros deportistas de elite, en privado, también expresaron su malestar con la alcaldesa de Barcelona.
MÁS RECONOCIMIENTO
Los festejos del XXV aniversario de los Juegos motivaron algunos capítulos muy tensos en el gobierno municipal que entonces formaban Barcelona en Comú y el PSC. Los concejales y antiguos dirigentes socialistas pedían un mayor reconocimiento para el evento que ha dado mayor proyección internacional a Barcelona y que lideró el exalcalde Pasqual Maragall.
A principios de julio (tres semanas antes del 25 de julio), fuentes municipales consultadas por este medio explicaron que el Ayuntamiento todavía no había cerrado “el programa de actos, la ceremonia central ni había cursado invitaciones”. Las mismas fuentes aseguraron que habían invitado a Cacho, pero incluyeron un matiz muy interesante en su afirmación: “Le llamamos para un homenaje a los atletas en el Serrahima, pero creo que no le pagábamos el viaje ni la estancia”.
Otro hecho que demuestra el desinterés municipal por los Juegos Olímpicos es el deterioro de la plaza dels Campions, en la Vila Olímpica, donde malviven, rotas y dañadas, 257 placas con el nombre los campeones de Barcelona'92 y una decena de huellas de deportistas de leyenda.
La ambigüedad marca la obra de Colau, cuya gestión no sólo es cuestionada por muchos empresarios y autónomos sino también por muchos votantes de Barcelona en Comú que hace 25 años disfrutaron con los Juegos que cambiaron la historia de la ciudad. La ilusión colectiva del 92 no impregnó a la alcaldesa.