Barcelona se ha vuelto a quedar sin presupuestos. Y lo ha hecho de uñas y con las espadas en alto. El plenario municipal ha rechazado la propuesta de cuentas generales de la alcaldesa Ada Colau para el 2018 con el voto en contra de Ciutadans, PSC, PP y CUP a pesar de la abstención del Grupo Demòcrata (PDeCAT) y de ERC y del único voto favorable de Barcelona en Comú (BeC). Tal vez porque se conocía de antemano el resultado de las votaciones, la alta tensión que ha presidido debate presupuestario ha transformado la sala de plenos en un campo de tiro dialéctico donde todos disparaban contra todos.
La votación de los presupuestos ha sido la crónica de una muerte anunciada. El único interés estaba en ver cómo se escenificaban la soledad de Colau y la incompatibilidad de caracteres, como cantaba Sabina, del resto de grupos de la oposición, que (evidentemente) no han desaprovechado la ocasión para sacar trapos sucios y descalificar a diestro y siniestro. Y en este sentido, la discusión del presupuesto no ha defraudado porque ha generado intervenciones subidas de tono y ataques despiadados a cara descubierta, por todos los flancos.
Pero políticamente y con un análisis puramente resultadista, el debate ha sido estéril. Podría reducirse a “un paripé, una escenificación de un cambio de alianzas de BeC (independentistas en lugar de socialistas). No habido un debate de presupuestos serio como tampoco ha habido una auténtica negociación”, la ha clavado el presidente del Grupo Municipal del PSC, Jaume Collboni.
Como era de esperar, los laureles al más enfadado y más bronco de todos se los ha llevado el primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello (BeC), quien ha utilizado un tono muy agresivo durante todas sus intervenciones. Siempre a la defensiva, contra Collboni y contra Ciutadans, pero también contra la edil de la CUP, Eulàlia Reguant, a la que se ha dirigido con mucha vehemencia. En su berrinche, Pisarello ha castigado a Collboni por poner en duda las bonanzas del presupuesto colauita: “No nos dé lecciones desde la izquierda. No engañe a la gente”.
INTERCAMBIO DE GOLPES BAJOS
La respuesta de Collboni ha sido otro golpe bajo. “No se preocupe, señor Pisarello, que a lecciones de populismo no le ganaré”, le ha dejado caer. Y al unísono le ha recriminado que ha “recuperado el lenguaje podemita justo cuando pacta con el PDeCAT”. Y esgrimiendo una fina ironía le ha recordado que con esa actitud chulesca, el teniente de alcalde “en vez de tender la mano (al diálogo) está repartiendo estopa”.
La intervención de la portavoz demócrata, Sònia Recasens, también ha sido contundente. Como no ha quedado satisfecha con denunciar “la soledad” y el “aislamiento” en los que está atrapada la alcaldesa, la edil del PDeCAT ha reprendido por megafonía a Ada Colau por su actitud pasota durante todas las intervenciones de los grupos. “Escuche el debate porque la veo muy sonriente y solo está pendiente del móvil. Póngase a gobernar”, le ha recriminado Recasens.
La portavoz del Grupo Municipal de Ciutadans (Cs), Carina Mejías ha dirigido a la alcaldesa y a Pisarello una retahíla de descalificaciones con cabeza nuclear: “Son arrogantes, humillan a los aliados, desprecian a sus contrincantes y traicionan a sus votantes. Tienen tics autoritarios y van a condenar a Barcelona a la parálisis ,arrojándose a los brazos independentistas del partido del 3% y sus socios republicanos”. Ahí es nada.
PREMIO DE CONSOLACIÓN
ERC también ha zurrado de lo lindo al gobierno de Colau. “Por su incapacidad para lograr consensos" y por no haber sido capaz de conseguir pactos "con quien hubiera hecho falta", ha subrayado el presidente de los republicanos, Jaume Bosch. El republicano a restregado a los comunes que "ni siquiera han conseguido convencer a la CUP ni al PSC”. Pero sus más ácidos dislates se las ha guardado para su nuevo archienemigo (Ciutadans,) a quienes ha acusado de “estar llevando el 155 al pleno”, por negarse a votar lo mismo que el bloque independentistas. Mejías se la ha devuelto con un revés de esos de punto, set y partido. Sin cortarse un pelo ha definido a ERC como “el socio chollo del PDeCAT. Siempre se quedan con el premio de consolación”, en relación a sus resultados electorales del 21-D .
El presidente del Grupo Municipal popular, Alberto Fernández, ha ofrecido una buena radiografía del caldeado ambiente que ha reinado en el salón de plenos. “Este es un debate inedito, porque los partidos de la oposición se atacan entre ellos en vez de buscar alternativas a Colau”. Como colofón, Collboni ha recordado a los asistentes que el día en que Colau les presentó el primer borrador de presupuestos (9-N), fue el mismo día en el que BeC planteó a sus bases la pregunta de la consulta que le sirvió de coartada para echar al PSC del gobierno municipal, como ya había avanzado Metrópoli Abierta.
La derrota de Colau abre ahora un impasse de, como mínimo, una semana. El próximo viernes 2 de febrero se convocará un pleno extraordinario en el que se presentará de nuevo el presupuesto, pero vinculado a una cuestión de confianza a la que deberá someterse la alcaldesa. Si Colau pierde la votación del viernes, las cuentas generales seguiran en el aire y se abrirá un periodo de un mes para que se plantee una hipotética moción de censura, cimentada en unos nuevos presupuestos y en un nuevo candidato a alcalde. Pero todos los grupos han corroborado, por activa y por pasiva, que no suscribirán ninguna moción de censura, la lidere quien la lidere . No tendría sentido a solo un año y medio vista de las elecciones municipales de 2019. Eso significa que, al final, los presupuestos tumbados se acabarán aprobando "sí o sí" -como preconizó muy democráticamente Pisarelló-, pero “por la puerta de atrás” en poco más de un mes.