“Las relaciones laborales son necesarias. Yo soy la responsable, pero el día a día no lo llevo yo”. La frase fue pronunciada en el último pleno del Ayuntameinto de Barcelona por la alcaldesa Ada Colau, en respuesta a una pregunta del socialista Jaume Collboni sobre la relación del consistorio con los sindicatos. Colau dio en el clavo: el día a día no lo lleva ella. Ni el mes a mes. Ni el año a año. Resulta que la alcaldesa no se ha reunido con los representantes de los trabajadores ni una sola vez desde que fue elegida alcaldesa en el año 2015. Un récord. Ningún alcalde había tenido tan abandonadas ni menospreciadas las relaciones laborales.
“No es que nos niegue una reunión, es que no le hemos visto el pelo todavía”, afirma a Metrópoli Abierta una fuente del comité de empresa del Ayuntamiento. Colau se presentó en la junta de personal y en el comité tres días antes de ser investida alcaldesa. Desde entonces, le han solicitado una reunión hasta en cinco ocasiones. Pero la vara de alcaldesa apunta hacia otros derroteros. A Colau le gusta la alta política, no las relaciones laborales, quizá por ser algo más cercano a la plebe. “La hemos llamado para vernos, como hicimos con otros alcaldes. Nunca hubo ningún problema, excepto con Ada Colau. Siempre nos deriva hacia sus subordinados, hasta cuatro más abajo. Nunca ha querido vernos ni aunque fuese por cortesía”, se duele una fuente de uno de los sindicatos mayoritarios.
Algo pasa en el Ayuntamiento. Y no es nada bueno: en estos momentos, se está negociando el convenio colectivo. El consistorio no tiene convenio desde el 2015. Y hay una sentencia que anula el Sistema de Ordenación Municipal (SOM), instaurado por el convergente Xavier Trias, que establecía una doble escala salarial. Y borró de un plumazo el Pamem, traspasando al Catsalut a los pacientes de esta mutua y desmantelando la cobertura sanitaria que daba a sus funcionarios. Y calla sobre las privatizaciones de las guarderías municipales. Y no ha previsto que por ley se tendrán que jubilar más de 300 guardias urbanos en el mes de junio y no ha previsto esta circunstancia. De hecho, los sindicatos y el comité de empresa se enteran de muchas de las iniciativas de la alcaldesa por la prensa.
UNA TRANSPARENCIA POCO TRANSPARENTE
“Nos enteramos que cerró el Pamem cuando ya estaba hecho. El Ayuntamiento no dio opción. Esta mutua tiene a todos sus pacientes ya mayores, muchos con enfermedades crónicas y con sus médicos de cabecera de toda la vida. Al pasarlos a la Seguridad Social, se pierde toda esa carga de humanidad. Desde el Ayuntamiento nos dijeron que la cerraban porque tenía grandes pérdidas económicas y no quisieron ni negociar”, explica otra de las fuentes sindicales consultadas. La vara de mando tiene esas cosas: insensibiliza sobre la carga social, aunque fortalece la carga política. De ahí que, frente a esta dejadez humana, Colau se apresure a recibir a plataformas políticas o colectivos de marcado tinte ideológico.
Una de las trastadas de la alcaldesa fue cuando el comité y los sindicatos se enteraron por la prensa de que Colau había escogido a 56 funcionarios para formar parte de una Oficina por la Transparencia. Una carta de CCOO es reveladora a este respecto: “De acuerdo con lo que establece el artículo 9 de la Ley 19/2014 del 29 de diciembre de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno, CCOO pedimos información en relación a: a) Sistema de selección que ha determinado los/as trabajadores/as que velarán por la transparencia municipal y cuáles han sido los indicadores objetivos que evalúan los curriculums impecables en conducta ética y responsable. B) Qué formación específica recibirán los/las citados/as trabajadores/as. C) Implementación del incremento de tareas y cargas de trabajo a novel retributivo y organizativo”. El sindicato recordaba también que esta información “se ha de facilitar con carácter previo en cualquier proceso selectivo que implique formación específica, incremento de carga de trabajo, reestructuración organizativa y análisis de “conducta impecable y ética”. Una lección de sencillez y transparencia, esta sí de la real.
Las cartas sindicales para pedir reuniones con el objetivo de hablar sobre los temas que afectaban a la plantilla siempre cayeron en saco roto. De hecho, aunque ha habido un mínimo de cinco peticiones formales para una reunión con la alcaldesa, sólo en contadísimas ocasiones, los representantes de los trabajadores pudieron reunirse con el teniente de alcalde, Gerardo Pisarello. La puerta del despacho de la alcaldesa jamás se abrió para el personal del Ayuntamiento. Una de esas veces fue para hablar del sangrante tema del Pamem. Pero nada más. Intentaron hacerle llegar a la máxima autoridad municipal las preocupaciones sobre temas tan diversos como la situación de los funcionarios que prestan servicio en el hospital del Mar o los contratos fantasmagóricos e irregulares del personal de Barcelona Activa. Nada de nada.
“NO HA ESTADO A LA ALTURA”
Ese menosprecio ha creado un tenso ambiente en las relaciones laborales del consistorio. “Una alcaldesa que se dice de izquierdas no puede dar la espalda a los trabajadores de su propio Ayuntamiento. Es una vergüenza”, subraya una de las fuentes consultadas. El propio Collboni, en ese último pleno, se lo dejaba caer, como quien no quiere la cosa: “Señora Colau, un poco más de respeto para la representación legal de los trabajadores, un poco más de respeto para los sindicatos, que han demostrado históricamente en esta institución que se comprometen con el proyecto de Barcelona, que tienen aportaciones que hacer. Y no sólo en lo que marca la ley, sino que usted, como persona de izquierdas y sensible a las organizaciones sociales, no ha estado a la altura del trato que los sindicatos merecen”.
Para la alcaldesa, “las relaciones laborales se coordinan desde la primera tenencia de alcaldía, desde las concejalía de Presidencia y la gerencia municipal. Evidentemente, los sindicatos tienen una función fundamental en hacer que estas relaciones laborales funcionen lo mejor posible y trabajamos con ellos en las mesas específicas que existen para todos los temas que tenemos abiertos”. Una correcta manera de escabullirse de las críticas que le llueven desde la oposición y desde los ámbitos de los representantes de los trabajadores.
INDOLENCIA DEL EQUIPO
Pero los sindicatos no lo ven con esa distancia y acusan que, por ejemplo, en relación con la relación de puestos de trabajo (el SOM, en lenguaje técnico), la indolencia del equipo de gobierno clama al cielo. “Si la alcaldesa nos hubiera escuchado o recibido, le habríamos explicado lo que estaba pasando y no hubiésemos llegado tan lejos. Sin embargo, ahora hay una sentencia judicial contra el Ayuntamiento de Barcelona”, subraya un alto cargo sindicalista. Esa lista de puestos de trabajo, que ahora el equipo de gobierno ha de reelaborar, establecía dos escalas salariales. “Nos encontramos con que dos personas con el mismo trabajo tienen sueldos que difieren hasta un 15%, porque una de las personas es funcionario y el otro, interino”, dice un miembro de un sindicato.
Y el representante de otro sindicato añade que “con el sistema impuesto, te encuentras con que si promocionas y pasas a una categoría superior pierdes dinero. También hay incongruencias muy graves como la doble escala salarial. Ahora se están empezando a negociar de nuevo en las mesas esos temas. Pero el actual Ayuntamiento no ha sabido hacerlo: aquí se aprobaron medidas que nos afectan a todos sin sentarse a una mesa, sin negociar nada y sin comunicarlo ni siquiera a los sindicatos, que son los representantes de los trabajadores”.
Colau se encontrará con otro grave problema en poco tiempo: “A la Guardia Urbana le faltan 450 efectivos. Y el 1 de junio habrá jubilaciones por ley que afectarán a más de 300 agentes. Colau ha convocado 150 plazas de policías locales. ¿Cómo piensa cubrir las restantes vacantes? Además, aunque convoque más plazas, se ha de pensar que los elegidos tendrán que pasarse nueve meses en la academia, por lo que el Cuerpo quedará sin esos efectivos casi otro año más. Lo que hay en el equipo de gobierno es una enorme y gravísima falta de previsión”, señala una sindicalista. Pero la vara de la alcaldesa sigue apuntando hacia otro lado. A ella le gusta la alta política y esos temas no están a su altura.