El exconsejero convergente Santi Vila tiene casi ultimado un acuerdo con el partido Lliures para concurrir a las elecciones municipales de Barcelona como candidato a alcalde por Barcelona, según ha podido conocer Metrópoli Abierta de fuentes solventes. De este modo, se despeja una de las incógnitas abiertas más importantes de los últimos meses. A Santi Vila se le daba por amortizado políticamente tras su dimisión como consejero del gobierno de Carles Puigdemont en octubre pasado, después de conocerse que el presidente de la Generalitat no iba a convocar elecciones autonómicas y se decantaba por la proclamación de la República.
Vila mantuvo, en los últimos meses, varias reuniones con el líder de la plataforma Lliures, Antoni Fernández Teixidó, ex dirigente de Convergència y exconsejero de Economía en los últimos Gobiernos de Jordi Pujol. En estas entrevistas, el que también fuera alcalde de Figueres se mostró dispuesto a continuar en el mundo de la política de la mano de una formación no extremista. No hay que olvidar que Vila fue el Pepito Grillo del último Gobierno de Puigdemont, el consejero más proclive a un pacto con el Gobierno español y contrario a una ruptura con España.
Pero no sólo era el miembro del Govern más pactista, sino que estuvo a punto de ser el relevo de Artur Mas al frente de Convergència. Y su nombre se había guardado celosamente como el futuro candidato a la alcaldía, pero en las filas del PDeCAT, la formación sucesora de Convergència. Su dimisión le dejó a los pies de los caballos y ahora tendrá oportunidad de tomarse la revancha y enfrentarse a su excompañera de gabinete, Neus Munté, que será la candidata convergente a la alcaldía.
La apuesta de Lliures se debe a una estudiada estrategia por comenzar a conquistar cotas de poder desde la base. Los dirigentes de este neonato partido saben que no pueden competir en igualdad de condiciones en unas elecciones autonómicas (por pura cuestión de espacios electorales y costes económicos de una campaña), por lo que pretenden copar parcelas a partir de los municipios. La coyuntura política le ha puesto en bandeja la posibilidad de tener a un político de prestigio disponible para ser el candidato por Barcelona, ocasión que no quieren dejar pasar. Aunque no están cerrados todos los flecos, la candidatura de Santi Vila ya ha tomado forma en las mesas de los despachos.
UNA ESCUDERA DE POSTÍN
Lliures se guarda otra bomba para las listas electorales: ha contactado con la exdirigente popular Montserrat Nebrera como la escudera de Vila en la aventura municipal. Nebrera, que en su día fue el fichaje estrella de Josep Piqué para el PP, se enfrentó a Alicia Sánchez-Camacho para ser la líder de esta formación en Catalunya en el año 2008 y perdió la batalla. La guerra interna en el partido conservador la dejó en la cuneta, de tal manera que en el 2009 renunció a su escaño en el Parlamento catalán y abandonó la militancia en el PP. Tras anunciar que sería la candidata de Convergència en las últimas municipales en Sant Just Desvern, poco antes de las elecciones anunció su renuncia a dicho cargo.
Vila, por su parte, presenta este miércoles su libro “De héroes y traidores. El dilema de Catalunya o los 10 errores del proceso”, en el que pasa cuentas con sus compañeros de Gobierno y relata detalladamente algunas de las anécdotas que vivió desde dentro del Gobierno catalán en los días previos a la proclamación de la independencia el pasado 27 de octubre. Según su relato, el 25 de octubre hubo una reunión de urgencia del Gobierno catalán en la que Puigdemont solicitó la opinión de sus consejeros sobre si debía convocar elecciones autonómicas. En aquel momento, los barones de Convergència habían pactado ya con el presidente de la Generalitat la convocatoria de comicios. En esa maratoniana reunión, que duró seis horas y acabó de madrugada, todos los miembros del Ejecutivo se mostraron favorables a las elecciones anticipadas e incluso el vicepresidente, Oriol Junqueras, instó a Puigdemont a convocar elecciones “ahora mismo”.
El exconsejero desvela, asimismo, que escribió al lehendakari vasco, Íñigo Urkullu, mediador en el conflicto con el Gobierno español, que el Gobierno catalán había decidido convocar comicios y que esperaba que así no se aplicaría el artículo 155. Esa información debía llegar a Mariano Rajoy y a Pedro Sánchez, líderes del PP y del PSOE, vía Urkullu. Puigdemont convocó incluso una rueda de prensa para última hora del día 26 con el objetivo de anunciar los comicios, pero en una nueva reunión del día 26 por la mañana Puigdemont cambió de idea.
ROVIRA, IRASCIBLE Y FANATIZADA
Según la versión de Vila, el presidente catalán estaba muy preocupado por cómo pasaría su nombre a la historia en los libros de texto y decidió consultar el paso a dar con la cúpula de Junts pel Sí (JxS), la plataforma de CDC y ERC que mantenía la mayoría en el Parlamento. En esa nueva reunión, Puigdemont advirtió de consecuencias políticas e institucionales y dijo que el Ejército español podría tomar las calles de Catalunya porque había oído rumores (falsos) de concentración de tropas en Talarn y Sant Climent Sescebes.
Según cuenta Vila, los diputados Albert Batalla y Jordi Cuminal tacharon a Puigdemont de traidor y amenazaron con dejar sus escaños. Paralelamente, al no tener la confirmación de que Rajoy no aplicaría el 155 (el propio líder popular de Catalunya, Xavier García Albiol, había advertido que nada frenaría la aplicación del artículo), ERC cambió de opinión y se opuso rotundamente a la convocatoria de elecciones, por medio de su portavoz y secretaria general Marta Rovira, que según el exconsejero se mostró “intensa, irascible y fanatizada”. Para el exconsejero, los republicanos intentaron capitalizar el descontento en las calles y en las redes sociales desmarcándose del posicionamiento moderado del Gobierno de Puigdemont y amenazaron a éste con salir del Ejecutivo si convocaba elecciones. De ahí el cambio de actitud de Puigdemont y su apuesta por el todo o nada que le llevó a la proclamación de la independencia y a dinamitar el estado de derecho.