Uno de los miembros históricos de Ciutadans (Cs) en Barcelona, y que ostenta un cargo de responsabilidad en el partido, comentó a Metrópoli Abierta -justo antes de que Albert Rivera lo confirmara oficialmente- que, si se formalizaba el fichaje de Manuel Valls, exprimer ministro de Francia, como alcaldable de la formación naranja por Barcelona “sería la bomba”. Y vaya si lo ha sido. Solo la posibilidad de que el político francés de origen barcelonés acepte la propuesta de Rivera ha disparado las alarmas en todos los partidos con aspiraciones a hacerse con la vara que ahora sostiene Ada Colau, ha provocado reacciones de todos los colores y ha abierto debates de todo tipo. Pero lo más importante: ha devuelto la figura del alcalde de Barcelona al lugar preferente de la primera línea política del que nunca debería haberse descolgado.
Hay quien cree que la 'operación Valls' es solo un globo sonda que se irá desinflando con los días o una operación de márketing orquestada desde la sala de máquinas de los estrategas y el aparato de comunicación de Ciutadans para desmarcarse claramente de su falsa etiqueta de marca blanca del PP. Pero son los menos. Después de escuchar a Albert Rivera asegurar que Cs va a hacer más fichajes estrella porque "al nacionalismo y al populismo" hay que combatirlo "con buenas candidaturas, buenos equipos y ofertas ganadoras", sus rivales políticos ya tienen claro que no va de farol.
El posible aterrizaje de Manuel Valls en la carrera por la alcaldía de Barcelona ha generado tanta inquietud que para muchos es el rival a batir. Y a más de uno le han empezado a temblar las piernas, empezando por el excalcalde de Barcelona, Xavier Trias (PDeCAT), que le ha llamado “facha” a la primera de cambio. Suena raro oírlo en boca del partido que representa a la derecha catalana más rancia. Aunque tampoco sorprende demasiado porque para los separatistas, facha es todo aquel que no piensa como ellos.
UN DEBATE IDENTITARARIO QUE NO DEBERÍA SERLO
Porque hay quien ve en la candidatura del político francés un intento por llevar el debate identitario de las últimas elecciones autonómicas también a la campaña electoral de las municipales barcelonesas. Los primeros en suscribir esa tesis han sido los propios separatistas, que ya han llamado a la guerra santa unitaria estilo Junts pel Sí. Carles Agustí, candidato de las primarias del PDeCAT por Barcelona ha pedido abiertamente a Alfred Bosch, el alcaldable de ERC, que renuncie a ir por su cuenta y se sume a un lista única sino quiere ser tildado de egoísta y (no sería descartable) también de botifler. “Que no piense tanto en su partido porque aquí nos jugamos el país y la ciudad", le ha dicho al republicano, aplaudiendo (y abriendo las puertas) a la propuesta del periodista Jordi Graupera, quien se ha ofrecido para liderar una candidatura unitaria indepe.
Pero ni el mismo Agustí ha podido abstraerse de que la batalla por Barcelona es básicamente eso: la batalla por Barcelona, cuando ha hablado de “recuperar el Ayuntamiento de Barcelona en un momento de país decisivo". Él se refería (probablemente) al cansino mantra de la capitalidad de la república catalana, pero no puede obviarse un trasfondo que va más allá. Porque, con el exministro de Francia en el horizonte, la ciudad condal vuelve a estar en el candelero, de rabiosa actualidad. Barcelona vuelve a convertirse una plaza política cotizada de primer orden que se ha cansado de jugar un papel secundario, bien por el discutible nivel de algunos candidatos a alcalde, bien porque las miras de los partidos grandes tenían objetivo de diferente calado.
El alcaldable del PSC, Jaume Collboni, ha entendido bien (nada más ser proclamado alcaldable) que de lo que se trata ahora es de construir "una Barcelona fuerte, con voz propia y conectada". Nada de batallas independentistas (y se supone que tampoco constitucionalistas) ni nada de “campos de pruebas de políticas fracasadas, como las de Colau”. Lo mismo que ha dicho Rivera: con Valls en Barcelona el protagonismo ya no es el populismo (Colau) ni nacionalismo (separatismo). Porque por mucho que le hayan llovidos descalificativos (el primer teniente de alcalde barcelonés de los comuns Gerardo Pisarello le ha llamado fracasado), que todo un exprimer ministro de Francia aspire a la alcaldía de Barcelona sube el listón del premio final.
COMO LOS FICHAJES ESTRELLA DEL FÚTBOL
Porque como ha dejado claro el exministro del PSOE y expresidente también del Parlamento Europeo, Josep Borrell, el fichaje naranja de Manuel Valls "demuestra que se ha avanzado bastante en la integración política" y que Barcelona es tan más importante que ya no importa la nacionalidad del candidato. Al contrario, hablando en términos futbolísticos, los grandes fichajes del Barça y del Real Madrid, sus grandes estrellas, acostumbran a ser extranjeros. “Está bien. Estamos construyendo Europa”, ha recordado Borrell.
Y eso pese a que la otra candidata de las primarias del PDeCAT por Barcelona, Neus Munté, crea que "una persona que hace muchos años que no vive en Barcelona pueda conectar de manera inmediata y desde París con las necesidades sus ciudadanos". Aunque claro, lo dice una candidata que piensa que debe ponerse al frente del Ayuntamiento de Barcelona, un alcalde que “plante cara al 155 y que dé voz a los presos políticos, a los represaliados y a los exiliados. Lo que vienen siendo las necesidades de los ciudadanos, vamos.
Se avecina una carrera por la alcaldía de Barcelona de lo más interesante.